The Gangster (1947)

The Gangster tiene los atractivos del cine negro muy bien expuestos, con buena fotografía y muchos detalles para mostrar. Calles oscuras (y con mucha lluvia), violencia y el relato en off de un tal Shubunka (Barry Sullivan) dedicado el próspero negocio de la extorsión a pequeños comercios. Shubunka me ha parecido nombre de Rey de alguna tribu africana, pero bueno, así se llama, y es un hombre que padece ciertos remordimientos de conciencia. También hay una rubia. La rubia se llama Belita y justo un año antes ya había trabajado con Barry Sullivan en otra del mismo género. No me extraña que hubieran muchos ojeadores detrás de ella. Qué decir de Belita, que cumple a la perfección y encaja como nadie con sus largas piernas de patinadora (en la vida real lo fue) entre mafiosos y entre el público a la hora de cantar, repito, no me extraña nada que Shubunka esté coladito por ella.

The Gangster, no obstante, se sitúa más en el plano moralista, en las conductas, en la psicología de los personajes, que en la violencia desalmada, en los tiros o en las venganzas entre rivales. Para ello nos presenta un escenario, un bar, cuyo dueño es medio compinche de Shubunka, unos personajes y empleados que extrañamente parecen ajenos a la trama, pero que deben influir en el fondo moral de lo que quiere entrañar esta película.

Por lo demás, correcto dentro del género. Una nueva banda quiere tomar el relevo en la zona, el socio se asusta y Nancy (Belita) no hace más que aumentar los celos del pobre Shubunka al máximo exponente. Lo sé. Qué difícil es vivir así.

Habría algún día que hacer una lista de ese cine casi de serie B que se hizo en los 40 con aroma de excelencia. Esta película estaría seguro en dicha lista por méritos propios.
Cine de gángsters, pero el aroma el el más puro noir, la esencia y estética es un noir muy oscuro, donde la fatalidad y el sino conducen el film. Y como todo buen noir, dentro de él reverbera el ser humano y sus sentimientos, pasiones y debilidades, cincelados con pericia, mostrando lo justo pero diciendo mucho. Este film, al fin y al cabo, trata sobre el amor, y la perdición de un hombre malvado, que sabe su condición, y que no obstante llegar a atisbar una luz pero que las circunstancias no le permiten ya salvarse.
El planteamiento y el final lo hemos visto muchas veces. Lo decisivo es cómo está narrado, como ilustra a estos personajes, como vemos la vida transcurrir, las oportunidades que se abren o cierran, la fatalidad de la que antes hablaba, y el azar y la casualidad. Además la película entrecruza con gran maestría tres romances diferentes (e incluso cuatro), desde la casi comicidad, hasta la más pura fatalidad. Esa heladería posee una tensión dramática que es digan de elogio, posee vida propia y tensión continua.
En el apartado de actores, Barry Sullivan roba el aliento. El jefe, seguro de sí mismo, un miserable que ha ascendido sin cariño alguno, desde lo más bajo, logrando su reputación a base de violencia y miedo (apenas vemos nada de esto, pero lo creemos firmemente, lo leemos en su rostro, en su forma de encender una cerilla), pero que tiene un punto débil, y es ese amor negado siempre, que encuentra en la maravillosa Belita, actriz y bailarina que me ha sorprendido enormemente (trabajaron juntos también en Suspense de Frank Tuttle, otra joya). Ambos están perfectos, pero algunas miradas de Barry Sullivan, algunos primeros planos son prodigiosos, de una profundidad y vacío insoslayables, de un dramatismo enorme. Su figura caminando es espectacular, como un enorme Golem, un monstruo alto que se mueve, que avanza destruyendo, que parece indestructible, pero que ante su amor veremos su punto débil. El resto del elenco, secundarios de lujo (John Ireland, Harry Morgan, e incluso veremos brevemente a Elisha Cook)
La fotografía y los movimientos de cámara no pocas veces rozan la auténtica maestría, creando desasosiego, miedo, soledad. El momento en que se aleja la cámara englobando los tres independientes romances en la heladería, aislados, abatidos. La tormenta del final, está filmada como una auténtica pesadilla, no sólo es una tormenta en la ciudad, también en las almas. Unas fotografía oscura y bella encuadran esta cinta llena de nervio y poesía. El guión es del afamado Dalton Trumbo, a mi entender excelente, aunque es verdad que las motivaciones de Belita quedan algo confusas, es el único "pero" que le puedo poner. Los diálogos, la consecución de situaciones, las relaciones entre los personajes (esa cajera de la heladería, símbolo de la inocencia, del mundo que el gángster quisiera ganarse pero no puede, que simboliza el final y su destino, es magistral, con sorpresa al final), todo llevado con una profunda tensión que no permite quitar ojo a la pantalla.
Al final veremos una escena memorable, dramática, y un cierre con un toque de cinismo que te deja pensando, meditando, con una sensación de haber visto una parte de realidad tan dura, como oscura y sincera, relatada con sumo arte e inteligencia.
Maravillosa, a descubrir.