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La elegante vida del señor Cualquiera (1963)

La elegante vida del señor Cualquiera
103 min.
6,7
36
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Sinopsis
Eburi, un tipo gordito y con gafas de pasta, publicista del montón, vive una vida mediocre. Casado y con un hijo, vive en casa también su padre. El hombre tiene la costumbre de beber más de la cuenta al menos una vez a la semana, a resultas de lo cual llega borracho al hogar. En una de estas "sesiones" un par de amigos del sector editorial le proponen escribir una novela, y él, bajo los efectos del alcohol, acepta. Acabará escribiendo sobre su triste, tragicómica existencia, y contra pronóstico su libro se convierte en un éxito. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Eburi manshi no yûga-na seikatsu
Duración
103 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
Un particular rostro en la multitud
Qué aburrido es el Mundo, los coches yendo de un lado para otro, la gente intercambiando palabras sin ningún sentimiento, cuántas cosas han pasado en el transcurso de la Historia para llegar a esta situación.

"Eburiman-shi no Yuga-na Seikatsu" se publica en 1.961 en un formato de antología a través de la revista Fujin Gaho, pero su éxito la convierte en novela, y su autor, Hitomi Yamaguchi, degusta las mieles de la fama además de hacerse con el prestigioso premio literario Naoki Sanjugo; en Toho no tardan en llevar dicho "best-seller" al cine y es elegido el veterano Yuzo Kawashima, cuyo guión y visión firme respeta mucho el texto...sin embargo su prematura muerte a causa de una enfermedad cardio-pulmonar lleva al estudio a ofrecerle el encargo a un Kihachi Okamoto que acaba de estrenar con éxito su primer "ken-geki", la memorable "Warring Clans".
Estamos en la azotea de una compañía cuyos jóvenes empleados hacen brillar su júbilo y energía; en una esquina, sin mezclarse con nadie descansa Toshimitsu, lo que podríamos llamar el perfil perfecto del asalariado casi maduro de clase media-baja en el Japón de la recuperación y la expansión económica. Okamoto, junto con el guionista Toshiro Ide, visualizan la historia de otro modo y la convierten en una pantomima provista de la narración omnisciente, nerviosa y cínica del protagonista, álter-ego psicológico y emocional del propio Yamaguchi (y, gracias a la elección de Keiju Kobayashi, también físico).

Y en plena noche de borrachera la vida de este señor cambia de arriba a abajo al prometer una gran novela a dos compañeros de la empresa de publicidad en la que trabaja, quienes depositan en él toda su confianza; así empieza realmente "The Elegant Life of "Mr. Everyman" ", siendo Toshimitsu lanzado a crear un libro basándose en su propia vida. Al enfocar la historia enteramente desde su punto de vista, Okamoto escinde la realidad de la ficción relatada por aquél, pero a través de una línea muy fina; una ficción auténtica al fin y al cabo, y que este hombre tergiversa para desgranar absolutamente todo lo que le rodea.
Su propia familia (una esposa sumisa y amable, un niño impulsivo criado con la occidentalización y un padre hipócrita), sus vecinos, su trabajo, las experiencias que ocuparon su vida (la infancia, la participación en el ejército, el noviazgo con Natsuko) y la de sus familiares, permitiéndole de este modo analizar, a través de una forma única de ver las cosas, tan cínica y lúcida como divertida y resignada, la evolución de la misma sociedad japonesa (desde los tristes tiempos del nacionalismo de principios de la era Showa a la derrota contra EE.UU. y las penurias de la amarga posguerra).

Okamoto y su personaje no dejan nada sin condenar, sin que escape a su ácida crítica y observación, y en seguida Toshimitsu se alza como modelo de esa generación afectada por el desastre de la guerra y con la suficiente entereza para salir a flote, de forma abnegada, durante la post-ocupación y el resurgimiento económico, una generación nihilista, de anhelos enterrados y con los pies en la tierra a la que sólo queda observar la rápida industrialización y la modernidad de su sociedad de una forma silenciosa, apartada. Y recordando a los héroes de Capra o Kazan, el oficinista pasa de parco y anónimo individuo a aplaudida celebridad.
El cineasta no sólo cruza la línea de lo metacinematográfico al conceder al protagonista el premio Naoki que se llevó el escritor de la novela (así la conexión de Kobayashi, Yamaguchi y su álter-ego va más allá de lo místico), sino que deja volar su imaginación y provee a la trabalengüística narración del actor de un universo (el del libro que él escribe) magníficamente construido por el humor absurdo y surrealista, donde todo es posible, muy al estilo de Suzuki y llegando a extremos "chaplinianos"; un universo que a su vez se infiltra en la realidad no siendo muy fácil de distinguir lo que es auténtico o fruto de la ficción.

No hay límites para Okamoto, que (adelantándose en años a lo que pudiera ofrecer Woody Allen) quiebra la lógica con idas y venidas en el tiempo, secuencias oníricas en "slow motion", otras de pura influencia teatral, divertidas escenas de animación que se intercalan con "sketches" delirantes, incluso se rompe la "cuarta pared" y los personajes interaccionan con el espectador; todo lo surgido de la imaginación de Toshimitsu se plasma en imágenes, y le sirve para criticar, como ya se ha dicho, la evolución de la sociedad, el militarismo, la familia, el hastío existencial, la muerte, la guerra, el trabajo, la Historia...la condición humana es desgajada con entusiasmo y grandes dosis de humor inteligente y socarrón.
No obstante, y fue algo que no terminó de gustar a la gente de Toho ni a los espectadores, en la última parte del film el director, a través de un monólogo demoledor del protagonista (que esclarece aún más las magistrales dotes de interpretación de Kobayashi), opta por volver a llevarnos a tierra y adentrarse en su psicología y espíritu, tan derrotista y amargo, para que no olvidemos lo que él es y siempre ha sido, oscureciendo el tono hasta límites un tanto deprimentes, reduciendo la euforia y la admiración anterior hasta convertirla en patético drama humano.

El héroe anónimo ya ha gozado de atención, ha expresado sus angustias y opiniones y sólo le queda volver a ser simplemente un individuo anónimo, retirándose en silencio a un rincón oscuro, como toda su generación, y dejando el lugar a la siguiente, más desenfadada, alegre y occidentalizada.
A pesar del descontento general por la triste resolución que eligió Okamoto, la película obtiene éxito y con el paso del tiempo acabó convirtiéndose, para él, en la obra maestra de su filmografía. Su punto de vista, inventiva visual, diálogos frescos, originalísimos giros, actuaciones extravagantes...lo tiene todo para ser una de esas rarezas adelantadas a su tiempo y de gran influencia en la carrera de futuros cineastas.
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