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Puerta de las lilas (1957)

Puerta de las lilas
95 min.
7,1
297
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Sinopsis
Un vagabundo se encapricha de una hermosa joven que tiene serios problemas con un gángster. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Porte des Lilas
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
Links
Premios
1957: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa
1957: Premios BAFTA: Nominada a mejor película y actor extranjero (Brasseur)
7
La inocencia de los niños
Antepenúltimo largometraje de René Clair (1898-1981). El guión, de René Clair y Jean Aurel, se basa en la novela “La grande ceinture” (1956), de René Fallet. Se rueda en los Estudios de Boulogne-Billancourt (Hauts-de-Seine, Francia). Gana el premio Bodil al mejor film europeo y es nominado a un Oscar (film de habla no inglesa). Producido por René Clair para Filmsonor, Cinetel, CECA y Rizzoli Film, se estrena el 20-IX-1957 (Italia).

La acción dramática tiene lugar durante unos 15 días, a mediados de los años 50, en la barriada popular parisina de Puerta de las lilas, llamada así por su proximidad a esta puerta de las antiguas murallas de la ciudad. Juju (Brasseur), poco aficionado al trabajo y borrachín, sólo halla la comprensión y el respeto que le guardan su amigo “el artista” (Brassens) y la joven María (Carrel), hija del propietario del bar de la localidad. Juju y “el artista” acogen en la casa de éste a Pierre Barbier (Vidal), fugitivo de la policía. “El artista” es una persona taciturna y un buen cantante de baladas que compone él mismo. Juju es bonachón, simple, ingenuo y de buen corazón.

El film suma crimen, drama, comedia y romance. Elabora con habilidad y cierto la descripción psicológica de los personajes principales. Los sitúa en un ambiente popular modesto, al que no ha llegado todavía la televisión ni la prosperidad económica de los años 60. Llaman la atención los decorados y escenarios por su artificiosidad, que contrasta mucho con los presupuestos de naturalidad, espontaneidad y realismo del movimiento de la “nouvelle vague”, a punto de iniciar su recorrido.

El film contiene un extenso y cálido elogio de la inocencia y de la infancia, tan admirada por Clair. Las muestra asociadas a una alegría festiva y tumultuosa y a juegos basados en la imaginación y la fantasía. Con la ayuda de los niños construye una de las escenas más entrañables del film: lectura del relato de unos actos delictivos y la huida del autor, mientas a través de las cristaleras del bar se ve cómo los chicos de la calle imitan los hechos en sus juegos. Junto al retrato de la infancia, el realizador sitúa al personaje principal, un hombre ingenuo, infantil, de luces limitadas y de gran corazón. A diferencia de lo que es habitual, este personaje no se mueve por egoísmo, codicia o intereses personales, sino por el afán de ser útil a los demás.

Se trata, además, el enfrentamiento secular entre el bien y el mal, la bondad y el interés propio, la generosidad y el egoísmo. Esboza las relaciones que se dan entre frustraciones personales y adicciones. Añade unas acotaciones sobre la violencia, que se asocia al mal cuando se presenta en términos ofensivos, pero que no es ajena al bien cuanto éste se ve obligado a defender la vida o la integridad propias o la de seres queridos.

(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ingenuidad
Estamos ante una bonita película realizada por René Clair once años después de su regreso a Francia tras su estancia en Hollywood. De cine lo sabía ya todo, y las claves del suyo estaban perfectamente presentadas en público: habilidad para la dirección de los actores, un olfato especial para describir ambientes populares, para contar historias con un pie en el documental costumbrista y otro en una descripción poética de la realidad.

En esta ocasión nos cuenta una historia procedente de la novela “La grande ceinture”, de René Fallet y todavía se puede ver con interés, aunque hay momentos que han ido perdiendo fuerza por el camino. Lo mejor, la escena en la que unos niños juegan a lo que exactamente están describiendo los mayores en un bar cercano. No es solo una referencia anecdótica: A Clair le interesó siempre el mundo infantil y el ángulo de visión que desde allí se tiene del mundo de los mayores.

Los actores responden muy bien a los que el director les pide. Pierre Brasseur da vida al protagonista de la película, una especie de vagabundo con excelente corazón y que, sin embargo, es francamente increíble. Es especialmente interesante la participación de Georges Brassens que entonces contaba con treinta y seis años: canta bien y actúa regular.

La película fue nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, galardón que no consiguió. Es bella por su fotografía y su mensaje profundo. Es tal vez insuficiente por su excesiva ingenuidad.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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