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La batalla de Okinawa (1971)

La batalla de Okinawa
149 min.
5,8
115
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
Recreación desde el punto de vista japonés de la batalla de Okinawa, una de las más sangrientas de la campaña del Pacífico. (FILMAFFINITY)
Género
Bélico Drama Histórico II Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Gekido no showashi: Okinawa kessen
Duración
149 min.
Guion
Música
Fotografía
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10
沖縄からの手紙 (Cartas desde Okinawa)
"...y los amigos y las familias se prepararon para un suicidio en masa. Cada una de las treinta personas recibió una granada. Los cadáveres desgarrados y los miembros mutilados quedaron esparcidos por el suelo; los supervivientes luchaban entre ellos, otros asesinaban a sus familiares con espadas...".

Éste sólo es uno de los muchos desgarradores momentos que hallamos en la más fiel recreación de uno de los más feroces y caóticos enfrentamientos sucedidos durante la 2.ª Guerra Mundial, a la que da título: La Batalla de Okinawa. Una isla ya dañada en el pasado que denominó aquello "el tercer desastre" de su Historia, calculándose unas bajas de más de 100.000 militares y 150.000 civiles, casi un tercio de la población; los muertos de Hiroshima y Nagasaki eclipsaron a los de Okinawa, de quienes no muchos se acuerdan hoy día...
Kihachi Okamoto se vio involucrado en la guerra como miembro de las Fuerzas Aéreas, reflejó sus experiencias en muchos de sus trabajos, a menudo desde la sátira antibelicista (como en "Nikudan"), pero la mayoría de veces desde el enfoque más directo y amargo (siendo "Chi to Suna" o esta "Okinawa Kessen" buenos ejemplos). Tras ser reemplazado por Kinji Fukasaku como uno de los directores de los "segmentos japoneses" en "Tora! Tora! Tora!", los señores de Toho quisieron que Okamoto, a partir de un guión de espíritu izquierdista de Kaneto Shindo retocado luego por Ryozo Kasahara, planteara el conflicto honrando una vez más la memoria de sus compatriotas...y no desde ambos bandos, como sucedía en la producción de la Fox.

La acción dramática, descrita por un narrador que ofrecerá su opinión personal sobre los hechos (pues se trata del punto de vista de un soldado), comienza a partir del 7 de Agosto de 1.942, cuando las tropas americanas desembarcan en Guadalcanal iniciando así la sangrienta campaña contra Japón, desplazándose rápidamente hasta los preparativos de la defensa de Okinawa y la lucha propiamente dicha, que se extendería desde el 1 de Abril de 1.945 hasta el 22 de Junio, cuyos principales estrategas fueron los generales Isamu Cho y Mitsuru Ushijima y el coronel Hiromichi Yahara, encargados además de dirigir al Ejército 32 contra el enemigo estadounidense.
Haciendo especial hincapié en la cronología de los acontecimientos y en cada uno de los implicados, cual periodista de guerra reuniendo información, el director aboga por el realismo en su más pura y cruda forma, la mayor parte del tiempo combinando las secuencias del film, rodadas en clave de documental, con imágenes de archivo. Sin embargo, su atención no sólo se centra en la toma de decisiones del alto mando, sino en todas aquellas personas, tanto militares como civiles, que sacrificaron sus vidas por la patria y por una causa a todas luces perdida...

Okamoto trata así el sacrificio en vano ("Moriré por mi país, pero...¿qué demuestro con ello?") y el sufrimiento desde dentro, arrastrándonos al corazón de un infierno real y tangible e impregnándonos con el olor a sangre, pólvora, orina, barro y sudor; repulsiva mezcla de aromas que vicia la atmósfera al tiempo que hombres, mujeres y niños inocentes sucumben a las balas y crueles burlas del impasible invasor, pues, al estar el argumento expresado desde el punto de vista japonés, los americanos nunca aparecen o lo hacen completamente despersonalizados, como un enemigo sin rostro ni alma (tal cual sucedía en "El Acorazado Potemkin" con el ejército que atacaba a los ciudadanos).
Pero este conflicto no sólo atañe a un bando y a otro; presa de la desesperación, el miedo y la desconfianza, los mismos compatriotas terminarán enfrentándose entre ellos, sin discernir realmente quién es el aliado y quién el enemigo, mientras será criticada la actitud de los oficiales, ignorantes del verdadero peligro y presentados en última instancia como cobardes y egoístas (éstos cometen el suicidio ritual pero sus subordinados son masacrados en el campo de batalla), quienes manejan como meros títeres a los soldados de un lado a otro del territorio, y ensalzada la participación de la mujer, apreciándose la mano de Shindo en el guión.

En un momento dado, una enfermera se atreverá a espetar "¡Vosotros sois soldados, ¿verdad?! ¡¿Por qué no lucháis contra América, por qué siempre estáis huyendo?!". Sirviéndose de un ritmo desenfrenado, lo que permite a las casi 2 horas y media avanzar a una velocidad vertiginosa, y (muy) casuales gotas de humor, Okamoto agarra su cámara como un puñado de papel de lija y desnuda al cine bélico de su grandeza y parafernalia más irreal, pues en la guerra no existe la gloria o el triunfo. A lo único que la Humanidad puede aspirar es a la derrota y a su inevitable deshumanización. Esto se deja patente en inolvidables secuencias como el suicidio masivo de los civiles con las granadas (antes descrito) o esa frenética danza de la anciana ante los tanques enemigos.
Secuencias que nos hacen experimentar de primera mano el horror, la desolación y la degradación (aunque un atisbo último de esperanza y vida acaba surgiendo de entre las ruinas, encarnado en esa niña que recorre la película de principio a fin). Entre tanto, el director cuenta con un inmenso reparto lleno de estrellas que brinda memorables actuaciones (de Tatsuya Nakadai, Keiju Kobayashi, Kunie Tanaka, Tetsuro Tamba a Goro Mutsumi, Machiko Naka o Ichiro Nakatani, entre otros).

Pese al obligatoriamente exacerbado patriotismo de su discurso, "Okinawa Kessen" se mantiene como uno de los más grandes títulos del cine bélico, un testimonio real y demoledor cuyas imágenes se inyectan en las retinas, se sienten en las mismísimas entrañas y le encogen a uno el corazón. Okamoto firma una obra maestra.
"La muerte de un individuo y la derrota de una nación deben servir de muestra para unos valores más grandes y universales". Larga vida a todos los valientes que defendieron con su sangre la tierra de Okinawa, la cual, desgraciadamente, nunca se deshizo por completo del control estadounidense...
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6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Hagiografía Pan-Japonesa.
330/23(30/12/23) Fallido film bélico japonés dedicado a una de las batallas más mortíferas de la WWII, se combatió durante 82 días, desde el 1 de abril hasta el 21 de junio de 1945, cayendo en la contienda cerca de 100.000 soldados japoneses, más de 12.000 estadounidenses y al menos 100.000 civiles locales, incluidos cientos que fueron obligados a matarse a sí mismos. Fue la batalla que decidió a los USA a utilizar la Bomba Atómica, pues las consecuencias mortales hicieron a decidirse a que no podían desembarcan en Japón sin que murieran millones de personas. Esta épica cinta la dirige Kihachi Okamoto, escrita por Kaneto Shindo (“Onibaba”), siendo protagonizada por Tatsuya Nakadai y Tetsuro Tamba, aunque es una producción más bien coral, demasiado entre sus defectos. El desarrollo es cuasi un docudrama saltando entre múltiples escenarios para intentar un fresco de lo sucedido, desde únicamente el lado japones, los yankis son un ente sin rostro. Se exhibe el fanatismo patriótico en la peor de sus vertientes, donde no existe la palabra rendición, o victoria o muerte, esto es más sangrante por cómo se les inocula esto a los civiles.

Tras la conquista de la isla de Iwo Jima en la Guerra del Pacífico, los estadounidenses se dirigen a la Isla de Okinawa. La película describe los dos meses y medio que duró la batalla. En la película no existen lo que podrían denominarse protagonistas ya que cuenta diferentes historias dentro de un mismo contexto que es esta batalla. Entre algunas de estas historias están: el comandante Mitsuru Ushijima, dos gobernadores, soldados, médicos y enfermeras, civiles. En la primera parte de la película podemos ver como se organizan y visionan la batalla los japoneses convenciendo a la población de que van a ganar, pero para ello los civiles también deberán luchar, pero lo único que consiguen es instaurar el miedo. A medida que avanza la película podemos observar una desorganización y falta de armamento una de las soluciones que ponen es enviar a kamikazes para poder destruir la aviación estadounidense más fácil y rápidamente, pero aun así no consiguen detenerlos.

Comenzamos con los preparativos de defensa previos a la invasión (comenzaron en julio de 1944), luego pasando al bombardeo aéreo, a la invasión estadounidense y finalmente al combate terrestre. El triunvirato militar del lado japonés formado por el general Ushijima y sus dos subordinados, el teniente general Isamu Cho (Tanba) y el coronel Hiromichi Yahara (Nakadai). Ushijima admite tener conocimientos tácticos inferiores y elige bando en discusiones entre Cho y Yahara. Cho tiende a favorecer la agresión, Yahara es siempre más moderado. Yahara deja las fuerzas estadounidenses aterricen sin oposición para conservar municiones, serían necesarias para más adelante en la batalla. Los soldados japos se fortificaron en cuevas y se defendieron de un abrumador ataque estadounidense durante un período de varios meses. Okinawa había sido elegida por el alto mando imperial de cordero de sacrificio para retrasar el gran ataque estadounidense al continente.

El realizador tiene éxito al mostrar el feísmo, la dura vida en las cuevas, el horror, los hospitales de campaña, la muerte, la sangre, la desesperación, el seppuku, los suicidios colectivos, bien sea con envenenamientos o con granadas, asistimos al averno gore de amputaciones, como padres matan a sus hijos por supuesto sacrificio, tiene su punto didáctico en como vemos de vez en cuando las estrategias militares japonesas, muestra bien el radicalismo de la causa de los asiáticos, aunque estuvieran regidos por una atávica dictadura imperial, nos llega el caos imperante.

Pero falla y en muchos elementos, empezando por como al querer hacer un crisol de historias termina abarcando muchísimo y apretando poquísimo. Son un puñado de viñetas mal cosidas que se alternan de forma un tanto caótica y nunca provoca sensaciones dramáticas; Falla en no capturar el drama humano al hacer disperso el foco anula el tener un asidero emocional, pues todos los personajes resultan esbozos con poco más que rostro y caras, te importa poco quien muera o viva; Falla en su parcialidad grimante, sobre todo al querer ser una lección de lo que pasó, y es que retrata a los japoneses como poco más que angelitos invadidos por los monstruos norteamericanos, estos no dudan en matar a sangre fría a todo el que se pone por delante. Nunca vemos autocrítica entre los japoneses, ellos empezaron el conflicto con Pearl Harbor, ellos tenían invadidos varios países asiáticos como China, Filipinas o Birmania. No se menciona que los militares japos obligaron a muchos civiles a suicidarse, también les adoctrinaron para creer que los estadounidenses eran unos bárbaros come-niños, nada de esto se menciona. Los soldados USA (en realidad figurantes japoneses) son entes sin rostro, vemos los tanques avanzar y sus siluetas, pero si son reflejados como salvajes sin moral alguna dispuestos a tirotear a los que se rinden, utilizando de forma indiscriminada lanzallamas, en una visión bastante panfletaria propia de propaganda imperialista nipona, dando con ello la razón a los que suicidaban, pues en realidad, según la visión de este film, era lo que les esperaba si se entregaban al ‘bárbaro’ enemigo; Falla en tener un presupuesto muy parco para lo que este batalla epopéyica requería, donde hubo 180,000 soldados USA frente 140,000 nipones, y aquí lo que vemos son pocas más que escaramuzas con apenas no llegan a decenas las más numerosa, ridículo. Los efectos especiales son muy pobres, hasta la sangre canta a falsa, las coreografías de la acción es histriónica y poco veraz; Falla en el sentimentalismo a empellones que te emiten, pues se recurre continuamente a el dolor de mujeres y niños para ocultar las debilidades dramáticas del film; Incluso no es de recibo el goteo de humor chirriante, sobre todo por parte de esa cargante mujer (al que vea el film sabrá quien me refiero).
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