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Currito de la Cruz (1949)

Currito de la Cruz
98 min.
5,1
127
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Disponible en:
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Sinopsis
El sueño de Currito de la Cruz es convertirse en torero. Cuando consigue la oportunidad de torear por primera vez, conoce a Carmona, torero de renombre a quien consigue fascinar. Convertido en su protegido, Currito de la Cruz empieza a hacerse famoso. Al mismo tiempo, Currito se enamora de la hija de Carmona, pero su amor no es correspondido, ya que ella ama a "Romerita", otro torero. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Toros
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Currito de la Cruz
Duración
98 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Alejandro Pérez Lugín
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7
Jamás se describió mejor la Fiesta Nacional
El emotivo film de Luis Lucia, es un melodrama folclórico y cañí hecho con pasión y sentimiento, es también la semblanza de un torero, Currito de la Cruz, un joven huérfano y humilde que desde siempre quiso ser matador, quizá porque los desheredados siempre tuvieron que buscar la el triunfo en la vida arriesgando más que los de otras capas sociales. La trama presenta el típico trío amoroso formado por el mencionado Currito encarnado por el matador Pepín Martín Vazquez, que ama a Rocío Carmona (Nati Mistral), mientras que ella se enamora del torero Angel Romera encarnado por Jorge Mistral, un atractivo conquistador poco formal con las féminas. Todo ello narrado con una fluidez asombrosa que no te da un respiro, siempre bajo el acecho de la gloria y la tragedia.

Contando con unos secundarios de lujo, Tony Leblanc como el fiel amigo de Currito, Manolo Luna como el retirado diestro Carmona, padre de Rocío y padrino taurino de Currito, además de magistral Juan Espantaleón como un entrañable clérigo. Lo más destacable del film, en mi opinión, y más allá de la convencional trama es, lo bien descrito que está el mundo de la tauromaquia: sus rituales, su lealtad, sus creencias religiosas, su rivalidad, la solidaridad, el respeto por el toro, la forma de criarlo para la lidia, la nobleza, las reglas de la lidia, sus trofeos, el traje de luces, en definitiva todo lo que rodea a una fiesta intrínsecamente española que sedujo a cineastas como Orson Welles, a escritores como Heminway y a estrellas de la belleza y personalidad como Ava Gardner, amigos… algo tendrá el agua cuando la bendicen.

En los últimos años se ha desatado una feroz campaña anti taurina en nuestra “piel de toro”, sabia expresión que define al territorio español, debido a nuestro arraigo cultural, aunque siempre existió una minoría respetable que se manifestaba en contra de la fiesta nacional. También hay una progresía hipócrita que se rasga las vestiduras por el maltrato animal, mientras considera al aborto un “derecho” cuando está demostrado que es un crimen flagrante contra un ser humano. Pero ahora para escarnio a la tauromaquia se han sumando los nacionalismos periféricos que gobiernan regiones como Cataluña y el Pais Vasco que se sirven de la excusa del maltrato animal, tapando el verdadero motivo de prohibir en sus comunidades las corridas de toros, y es el odio y rechazo a todo lo que huela a español, despreciando a los aficionados taurinos de ambas regiones de España.

Pero, eso sí, mantienen los festejos populares en las calles de sus pueblos con toros y vaquillas que son maltratados con “correbous”, “toro embolado” y capeas para diversión de los lugareños, demostrando un cinismo aberrante. La comunidad taurina, se ha manifestado intentando explicar todo lo positivo del arte del toreo, los puestos de trabajo que crea y la economía que aporta a las arcas públicas. Además de formar parte de la cultura e idiosincrasia de nuestro país como marca turística en el mundo, junto a nuestra simpatía, al Flamenco y a la Paella. ¿Se imagina alguien a un británico, prohibiendo la falda escocesa, el whisky o el Gran National?; ¿Un alemán, despreciando la fiesta de la cerveza en Baviera?; o ¿Un ruso prohibiendo el vodka, las matriuskas y derribando el Kremlim por su pasado comunista?... No se puede reprimir la cultura y la identidad de un país por muy multicultural que sea, eso es totalitarismo e intolerancia. No me digan lo que puedo o no puedo ver.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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