El fin de la eternidad (1987)

Adaptación para la televisión rusa de una de las novelas de ciencia-ficción (CF) más conocidas de Isaac Asimov : "El fin de la eternidad" (1) (Petróvichi, 1920 - Nueva York, 1992). Autor que ha sido llevado pocas veces al cine a pesar de su extensa obra. Las adaptaciones más conocidas son "Yo, robot" (2004) y "El hombre bicentenario" (1999).
Es por esto, por las pocas veces que ha sido llevado al cine este autor, y siendo en este caso por la televisión rusa, país de nacimiento del mismo, por lo que he sentido una gran curiosidad por ver este telefilm.
Siendo fan de la CF y habiendo leído todo lo destacable de la obra de este autor en dicho género, esta novela me había gustado.
La adaptación que nos ocupa es totalmente fiel a la novela, según recuerdo. Se cuenta todo lo que hay que contar que está en la novela sin modificaciones ni añadidos. En este sentido es una recopilación de hechos. Es por ello que la película no apasiona. No apasiona en ningún aspecto ni tampoco es una gran decepción. La ambientación es mínimamente solvente, sin grandes alardes o dispendios en decoración, gadgets tecnológicos o efectos visuales; La Eternidad, el lugar fuera del Tiempo donde se desarrolla la acción, es un lugar oscuro.
Me ha gustado la música, evocadora, relajante y llena de misterio. Son pocos los personajes, y pocos los escenarios, necesarios para contar esta historia, y los actores están correctos. Andrew Harlan, el protagonista, es un tipo bastante serio.
La historia es entretenida, como lo son las novelas de Asimov, siempre brillante. Aunque para acercarse a ella, lo mejor, en este caso y a mi modo de ver, es leer el libro.


(1) Desconozco hasta que punto está extendido el apodo de "El patillas" para referirse cariñosamente a este autor por parte de los aficionados.

Antes de ver «El fin de la Eternidad», me propuse el siempre difícil ejercicio de abordar la película desde el punto de vista de aquel que no ha leído la novela, y es una lástima, pero el resultado es poco menos que decepcionante.
Uno se da cuenta de que en el filme no se ha llevado a cabo el arduo trabajo de sintetizar la trama del relato de Asimov, sino que, sencillamente, se han dedicado a coger retazos de aquí y de allá para llevarlos a la pantalla. Así, para un espectador que no haya tenido el placer de leer el libro, la trama se me antoja incomprensible, pesada y aburrida. Y para uno que sí que lo haya hecho se convierte en entretenimiento mediocre; pequeños pedazos de la narración sin hilvanar.
En fin, ahora que parece que el nuevo filón en lo que a series se refiere se encuentra en la Literatura quizá los fans veamos un viejo sueño hecho realidad: miniseries que adapten esas grandísimas novelas de ciencia ficción que tanto nos gustan. ¿«Fundación» en una miniserie de 12 episodios? ¿«El fin de la infancia» en una de 3 o 4? ¿«La mano izquierda de la oscuridad» en otros tantos?
Ains, quizá algún día, no desesperemos.