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Paranormal Activity 2: Tokyo Night (2010)

Paranormal Activity 2: Tokyo Night
90 min.
4,4
733
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Trailer (Japonés - Subtitulado)
Sinopsis
El film comienza justo donde termina Paranormal Activity, donde una chica que ha estado visitando San Diego en un viaje de intercambio regresa a Japón llevándose con ella la presencia demoníaca de la primera película. Todo ello lo veremos a través de una grabación de una cámara doméstica... (FILMAFFINITY)
Género
Terror Metraje encontrado Casas encantadas Sobrenatural Secuela Spin-off
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Paranômaru akutibiti Dai-2-shô: Tokyo Night (Paranormal Activity 2: Tokyo Night)
Duración
90 min.
Guion
Compañías
Coproducción Japón-Estados Unidos;
Grupos
Paranormal Activity
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2
Decepción.
Decepción es la palabra que se me viene a la mente después de haber visto este film, y es que esperaba más, ya que sobre la mesa había varias premisas que me hacían presuponer que la cosa sería mucho mejor, y que incluso me podría llevar alguna sorpresa, positiva, pero no tan negativa, como ha sido el caso.

Antes que nada, quiero añadir esas premisas esperanzadoras, que son, en primer lugar, que iba a ser la secuela de una buena película, Paranormal Activity, y aunque las segundas partes nunca son buenas, siempre hay excepciones y en segundo lugar, iba a ser japonesa, y como bien es sabido, los japoneses lideres de mercado junto a los tailandeses en los últimos años dentro del genero de terror, y al cambiar el formato, podría haber sorpresas.

La cosa hasta ese momento, de ideas y fantasías iba bien apañado yo, porque lo que es la realidad, me encontré con una película de clase B, con unas actuaciones infumables y vomitivas, y es que, aunque los japoneses son muy educados familiarmente, jamás es a los extremos que se nos muestra en la película, haciéndola un compendio de “las buenas formas y la educación fraternal”, junto a una historia, estéril y sin imaginación, sin crear la atmosfera suficiente, para atemorizar o por lo menos de canguelo que exige toda película del género.

Por esto y unas cuantas cosas más, se me hizo lenta, aburrida y falta de espíritu. Mejor que veáis otras, las hay mejores, incluso dentro del subgénero B.
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15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Y... ADIVINA QUIÉN VIENE A CENAR ESTA NOCHE
No dejó de sorprenderme que el año de realización de la primera secuela de “Paranormal Activity” (“Paranormal Activity 2”, dirigida por Tod Williams), coincidiese con el de otra producción japonesa: “Paranormal Activity2”, subtitulada ésta como “A Tokyo Night”, y al timón de la cual estuvo Toshikazu Nagae, que para cuando fue puesto al frente de esta entrega, contaba sólo con cuatro largos (uno para la televisión), y una serie en sus haberes, y casi todo este trabajo, dedicado al terror. Por lo tanto, tampoco era tan novato, cuando se embarcó en esta macro campaña inciada con la cinta de Oren Peli.

Para nada es raro que encontremos en franquicias de cine asiático (japonés, coreano…), sus respectivas mimesis en formato estadounidense (o viceversa). Para explicar este fenómeno se suele apelar a la falta de creatividad de gionistas y generadores de ideas para el séptimo arte. Pero las ideas, las bases estructurales, sobre las que se inspira y construye toda ficción que es expresada cultural y/o artísticamente, ya hace mucho más de lo que creemos (se podría decir casi con toda seguridad que, desde siempre), forman parte del imaginario colectivo universal.

En el caso que nos ocupa, me atrevería a decir que estamos incluso más allá de un “intercambio” de cromos. No se trata de la reproducción “a la japonesa”, con su original y respectivas sucesoras copiadas del producto norteamericano; sino de algo etiquetado como secuela, que se crea a la par que su prima yanqui, y que con top de continuación, y pantalones de spin-off, es un remake, sólo para asaltar el mercado asiático con esta saga. A saber, unos hacen el besugo hervido con tomillo y pimienta, y los demás al wok, con verduras y salsa de soja.

Un calco de “Paranormal Activity” (no sólo “basado en…”, tal y como sale en los créditos iniciales), sustituyendo varios elementos del “plot” de Oren Peli por otros análogos para meter las miras de sus paisanos en el bollo, pero siempre siguiendo el dictado de la estructura inicial. Sin embargo, por otro lado, Nagae se permite toda una serie de licencias con las que parece observar, raspar, pulir…. Incluso referencias a obras procedentes de la otra ribera de la charca pacífica, como si quisiera certificar a los que hayamos conseguido ver su cinta (en versión original en japonés con subtítulos; cualquier doblaje manda todo a la porra), que ha pillado el asunto, y además es capaz de mejorarlo.

Haruka, una estudiante de intercambio en Estados Unidos, vuelve a Japón en silla de ruedas. Durante su estancia ha sufrido un accidente de coche, del que sale con las dos piernas rotas; una mujer pereció atropellada en el siniestro. Koichi, hermano de Haruka se queda en casa con ella para cuidarla. El padre de ambos realiza viajes regulares de negocios, y está la mayor parte del tiempo ausente.

Koichi es un videoaficionado. Ante la aparición de fenómenos como ruídos, cambios de posición de objetos, y el movimiento de la silla de ruedas durante la noche, a pesar de estar frenada, decide poner todos sus cacharros al servicio de investigar a qué se pueden deber estos extraños sucesos; sospecha ya de entrada que se puede tratar de un ente ultramundano que ha decidido incordiar.

Nagae pone en marcha toda la maquinaria, situando el punto de partida bastante antes de lo que lo hace la cinta de Oren Peli; sin andarse con tantos remilgos. Ya con la silla de ruedas, no en pocos despertará una evocación inconsciente a películas como “Al final de la escalera” (1980), en las que este artilugio para la funcionalidad en el desplazamiento es un clásico en la génesis emocional del miedo.

Koichi emplea varias cámaras fijas por toda la casa, a diferencia de lo que hace Micah en la primera cinta, a parte de la cámara de mano que va usando en determinados momentos para captar el paso de un sitio a otro de la casa. Con ello, aumenta el número de localizaciones y de posibles encuadres. Es más, en las escenas nocturnas, se ve un “split” de pantalla con las grabaciones de la habitación de Koichi, y la de Haruko. Quizá para alguien, el “ensanchamiento” de la perspectiva, haciéndola más amplia al conjunto del habitaje/casa de los Yamano, y de la visión al mismo tiempo en la noche de las estancias de ambos hermanos, puede restar al pretendido “verismo”, así como algunas escenas en las que Koichi corre, cámara en mano, resultan poco creíbles. Sin embargo, esto proporciona un recurso importante a la hora de repartir los centros de atención del espectador (en el caso del visionado conjunto de los dormitorios, se potencia la activación de la característica de la “atención simultánea”). Así, el espectador no se ve obligado a centrar o focalizar su función cognitiva en un único encuadre durante largos minutos, y por tanto, quedar saturado su nivel de “arousal”, con la consiguiente pérdida de interés, esperando a que suceda algo “relevante”.

La ausencia de banda sonora sigue aportando como factor al mantenimiento del público en la diegesis de los personajes. Son dos hermanos. Y Nagae es más atrevido: a pesar de la relación oficial y nominalmente fraternal entre Koichi y Haruka, queda sugerida ahí una pulsión rara (permítanme el eufemismo). Entre ambos (el padre va de “transeúnte”), se desarrolla una tensión que opera entre un sentimiento y conducta “protectora” del hermano hacia la hermana (por lo menos este sería el rol aparente), y un inusitado vouyerismo en la obsesiva necesidad de él por grabarlo todo, con el pretexto de descubrir al malvado espíritu, y las reticencias de ella al respecto. Coincide con las riñas de Micah y Katie sobre el tema de la cámara, sólo que aquí se trabaja con más realismo y naturalidad. Si la pareja norteamericana parecen distantes y ridículos (alquien se quejaba de la ausencia de algun momento de sexo, con tanta cama), Koichi y Haruka se antojan demasiado cercanos. ¿Se pretendía escandalizar a la moral nipona con tal insinuación de carácter incestuoso? Seguro que grima causaría en más de uno/a.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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