Johan Cruyff: En un momento dado (2004)

Marcó el considerado como uno de los mejores goles de la historia culé, logró dar un giro completamente necesario cuando un club de la entidad del Barcelona más lo necesitaba, aceptó ponerse tras un banquillo sin ni siquiera cuestionarse lo que suponía ya su mito antes de hacerlo, consiguió realizar un equipo de ensueño tras su particular perspectiva del futbol, tardó menos de cuatro años en hacer que sus jugadores triunfaran donde nunca lo había hecho el Barcelona, llegó a conseguir tres Ligas consecutivas 'in extremis'... y quemó su obra. La hizo arder, la hizo desaparecer, como los grandes, como los genios a los que tildan de locos e incomprensibles, se deshizo de su propia creación. Lo que él había construido, él mismo lo destruyo.

Así recuerdan muchos la historia del fantástico Johan Cruyff, no sólo un genio, también un mito de la historia del F.C. Barcelona.
Muchos serán los que pongan en duda que él quiso deshacer lo que había logrado levantar durante sus primeros años de mandato, pero la verdad es que la duda ofende. ¿Como un tipo que, habiendo sido cesado en aras de una nueva etapa, jamás volvió a entrenar? ¿Como un tipo que fue capaz de acunar talentos tan dispares, los despachó luego? Es inoncebible que Cruyff hiciese eso por otro motivo que no fuese el de culminar con una era dorada, y empezar otra. Por desgracia, no le dejaron.

En un momento dado del documental, el propio Cruyff comenta que, en ocasiones, una derrota es un motivo corriente para recordar algo grande que no llegó al punto álgido. Como ejemplo, pone aquella mítica final que perdieron ante Alemania en el 74. Comenta que, tras tantos años, aun muchos de los periodistas que se topan con él, le recuerdan aquella Holanda que maravilló a medio mundo, y le comentan como merecieron aquel Mundial.
Y yo creo que tiene razón, pues por desgracia soy de los que no recuerda la final de Wembley. Sin saber por que motivo, olvidé ese recuerdo, pero sin embargo, sí conservo en mi mente la fatídica noche del 4-0 en Atenas, aquella que se grabó en la memoria de muchos culés, y que nos recuerda que aquel 'Dream Team' algún día existió, nos maravilló e hizo que disfrutasemos al máximo con un equipo que destilaba un juego magnífico.
Gracias 'Dream Team' y, sobretodo, gracias Johan.