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La mujer sin cabeza (La mujer rubia) (2008)

La mujer sin cabeza (La mujer rubia)
87 min.
6,0
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Disponible en:
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Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Una mujer, en una distracción mientras conduce, atropella algo. Al cabo de unos días le cuenta a su marido que ha matado a alguien en la carretera. Recorren la ruta pero sólo hay un perro muerto, y amigos allegados a la policía confirman que no hay información de un accidente. Todo vuelve a la calma y el mal momento parece superado, hasta que la noticia de un macabro hallazgo preocupa nuevamente a todos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
La mujer sin cabeza (La mujer rubia)
Duración
87 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Argentina-España-Francia-Italia;
Grupos
Trilogía de Salta de Lucrecia Martel
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Premios
2008: Cannes: Nominada a la Palma de Oro
2008: Premios Sur: Mejor película, director y guión original
7
La presencia de lo ausente
En el cine de Lucrecia Martel el acento no está en lo visible sino en el sutil malestar que circula debajo de las apariencias y se refleja en la forma de narración cinematográfica. Lejos del cine de género, la directora corre el riesgo del artista atento a su propia búsqueda más que a construir una historia tersa para el espectador, al que le exige mucho y le ofrece poco.

Distante y hermética, esta singular cineasta no apela a la emoción ni revela demasiados datos pero sí construye un cine cargado de indicios, con los que busca detectar climas sociales y estados de ánimo, para transmitirlos en forma de sensaciones que se parecen a un poema no convencional.
La mujer sin cabeza propone acercarse a la interioridad de un personaje femenino en el momento en que un hecho accidental (un quiebre disparador) altera el delicado, confortable y convencional equilibrio de su mundo. Quienes rodean a la protagonista (muy evidentes en las escenas corales del principio y el cierre del film), obrarán como una red que no facilitará ningún descubrimiento para devolverla a su equilibrio, sino que el des-centramiento del personaje continuará profundizándose y registrándose formalmente en la apelación a planos recortados, la alternancia del fuera de foco o conversaciones entremezcladas y frecuentemente discoordinadas entre audio e imagen.
Algunos han visto en el relato de "La mujer sin cabeza" elementos vinculados al cine de horror, ya que hay un sutil extrañamiento de la realidad cotidiana y la referencia permanente de algo temido que no es mostrado pero que permanece siempre asechante. Considerando estos aspectos, la etiqueta que más ajustadamente podría acercarse al film es la de "fantastico", si coincidimos en que éste transita por una delgadisima linea entre lo imaginario y lo posible. Pero el cine de Martel está lejos de rótulos y solo se puede afirmar que transita sobre un ambiguo territorio de carga simbòlica y metáfora social.
Un aire de irrealidad envuelve lo cotidiano pero siempre deja abierta la lectura social de una clase dominante que convive con sirvientes y marginales que piden trabajo o comida, donde destaca la escena del joven que ayuda a descargar y transportar las plantas en macetas y le retribuyen con unas remeras usadas que ni siquiera son de su talle.
Como siempre, Martel demuestra su eficacia para resaltar detalles significativos y se manifiesta certera en la dirección de actores.
Con "La Mujer sin cabeza" estamos ante un ejemplo de sensibilidad artística que desborda el lenguaje y donde el significante remite a la presencia de lo ausente: la culpa de lo que se pasa por encima, de lo que no se quiere ver y sigue allí transformado en fantasma.
Considerando sus dos largometrajes anteriores "La ciénaga" y "La niña santa", esta tercera película es su obra artisticamente más extrema y riesgosa, por la difícil conexión con los espectadores.
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41 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Pues bueno, pues vale...
Sigue sin convencerme el cine de Lucrecia Martel. Si tanto “La ciénaga” como “La niña santa” me parecieron ejercicios de cine personal, con una profunda habilidad para crear universos íntimos y sensoriales pero teñidos de un pesimismo que hacía difícil digerirlos, “La mujer rubia” no es una excepción y sigue los pasos que marcaron sus predecesoras. Martel carga todo el peso de la historia en el buen trabajo de María Onetto, la cual intenta transmitir todo el desconcierto en el que se ve sumido su personaje al espectador, consiguiéndolo solo a medias bajo mi punto de vista. Es cierto que la directora tiene la suficiente habilidad para escondernos datos y pistas, para lograr que no lleguemos a saber nada que la protagonista no sepa, para que nos acerquemos a su grado de aturdimiento y sus dudas sean también nuestras. Pero por otro lado, esto ocasiona una dificultad añadida a entrar de lleno en la historia, provoca un distanciamiento que se agranda conforme llega el final de la película, llegando a importar más bien poco la resolución final de la misma.

Lucrecia Martel insiste por otra parte en retratar a una cierta clase alta argentina en constante decadencia en cuanto a valores morales se refiere. Solo los lazos familiares parecen aguantar el peso de unas vidas anodinas y ociosas, pobladas de los mismos personajes pasivos y desencantados que deambulaban por “La ciénaga”. Quizás sea su manera de reflejar el estado social de un país, de una época, de una sociedad que a falta de respuestas opta por el conformismo y el estancamiento en si misma. Lo malo es que el discurso suena a repetido y uno acaba con la sensación de que una vez vista, la película le ha aportado poca cosa, por no decir nada.

Lo mejor: el uso que hace Martel del sonido.

Lo peor: que la historia principal apenas importe nada.
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30 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
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