Brujas (1996)

Fernández Armero triunfó nada más empezar con un corto de Coque Malla y Ariadna Gil, según opiniones de críticos que hablaron en un programa, participando hasta la fecha en la dirección de seriales de televisión.

Brujas es una película claramente inspirada en la genial de Scorsese, Jo qué noche (1985), algo comprensible e incluso acertado, hecha desde aquí, con otro cariz, y no por eso Brujas es una mala película.
Ahí tenemos el mismo bar, con el lío de las llaves y la dependienta nocturna, el colorido reinante y si escuchamos bien la música de fondo, ritmo repetitivo, me ha sonado al estilo Carpenter, mismamente me atrevo hasta señalar la inquietante y machacona de Están vivos (1988).
Tenemos al chatarrero, él dice chamarilero, que tiene más categoría, el caso es que pasa por aquella mujer que hacia esculturas, en fin, que en ese tipo de fauna nocturna está inspirada para el presente relato. Rinde homenaje porque Jo, qué noche, es una gran obra.
El gran acierto es el trío protagonista, absolutamente logradas la imagen que se quiere mostrar para ellas, pero la cutrez de los diálogos, aunque frescos, la estropean. Soeces y punto. Lo que se necesitaba era algo irónico, chispa que acentuara el humor negro y no un vocabulario que la hace excluyente.
Aceptable obra que sirve de paso para reivindicar la de Scorsese.

Segunda película de su director, que se centra en la historia de tres mujeres muy distintas que chocan su existencia por casualidad. Resulta tan aburrida, mal escrita y estructurada como la ópera prima de Armero ("Todo es mentira"), y apenas se sostiene en su análisis de la condición femenina y de las relaciones sentimentales, con una molesta fijación en el sexo. Fracasó a nivel crítico/comercial, lo cual no resulta nada extraño. A Armero solo cabe reconocerle un intento de apartarse de la base que dió lugar a su primer largometraje: el corto "El columpio".