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Cinco lobitos (2022)

Cinco lobitos
104 min.
7,1
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Sinopsis
Amaia (Laia Costa) acaba de ser madre y se da cuenta de que no sabe muy bien cómo serlo. Al ausentarse su pareja por trabajo unas semanas, decide volver a casa de sus padres, en un bonito pueblo costero del País Vasco, y así compartir la responsabilidad de cuidar a su bebé. Lo que no sabe Amaia es que, aunque ahora sea madre, no dejará de ser hija. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia Maternidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Cinco lobitos
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2022: Premios Goya: Mejor actriz (Costa), actriz sec. (Sánchez) y dirección novel
2022: Premios Feroz: Mejor guion, actriz (Costa) y actriz sec. (Susi Sánchez)
2022: Festival de Málaga: 5 premios, incluyendo Mejor película y guion
2022: Premios Gaudí: Mejor película europea
2022: Premios Forqué: 2 premios, incl. Mejor actriz (Laia Costa). 4 nominaciones
4
Lloremos
Es la tercera vez en los últimos tres o cuatro meses que me siento a ver una película española que he esperado con muchas ganas. Y es la tercera vez que me levanto con una especie de malestar de estómago, cierto ahogo casi, y por encima de todo perpleja: ¿QUÉ ME ESTÁS CONTANDO?

Más allá de cualquier connotación, es una pregunta sincera: ¿qué me quieres contar, Alauda, con los ires y venires de estos personajes tan sufridos –cada actor y actriz esforzándose por que el rol estereotipado que representan resulte, no solo realista, sino crudo, profundo, complejo y conmovedor–, qué me quieres contar con esas situaciones cotidianas y punto, que una espera constantemente que vayan a dar paso a algo jugoso, pero no: una tras otra mueren asfixiadas dentro de los límites de lo estereotipado?

En cualquier tiempo y lugar ha habido bebés que lloraban y madres primerizas que no tenían ni idea de por qué ni por dónde y además estaban solas, porque, a pesar de que el bebé tuviera un padre, era un padre ausente por la razón que fuera. Así que esas madres primerizas, antes rebeldes, recurrían a su madre, que ahora como abuela y experta en crianza infantil aprovechaba la fragilidad de su hija recién parida para ir soltándole a cucharaditas la rabia acumulada contra ella y contra la vida a lo largo de los años y, de paso, reafirmarse como ser humano y como mujer, porque también esa madre-ahora-abuela había tenido su propio calvario.

Esta situación no es un tópico; es una situación de la vida. Dolorosa, difícil, real, y si se quiere, enormemente interesante. Lo estereotipado de Cinco lobitos no es la realidad con sus detalles, es la mirada. Me parece que cualquier realidad es interesante si te asomas y escarbas en busca de los hilos que se mueven bajo la superficie. Porque si los ves, luego no hace falta que hables de hilos ocultos, sino que vas a contar la superficie de otra manera. Eso es profundidad, ¿no? Y es lo que echo en falta en esta película. Por eso el sentimiento trágico de la vida que va envolviendo como una nube progresivamente gris cada movimiento, cada gesto, cada escena y cada interacción me parece que no tiene sustancia. Es como si, una vez hecho el planteamiento de lo que se nos va a contar, la película estuviera todavía por hacer. ¡Ahora cuéntame algo, Alauda!

Tengo que decir que, a diferencia de lo que me pasó en las dos películas españolas anteriores que tanto había esperado, en esta no pierdo la esperanza hasta pasada la primera media hora: me parece que Susi Sánchez y Ramón Barea lo hacen bien, a Laia Costa le doy un voto de confianza, y la situación en sí me produce curiosidad suficiente como para quitar importancia a los tópicos y que no me distraigan. ¿Qué pasa a partir de la primera media hora? Pues que todo empieza a resultarme cargante: la abuela vasca cliché, la madre desesperada cliché, el padre cliché inexistente más que ausente (y con el que no me creo que la madre antes de estar desesperada tuviera nunca ni una pizca de complicidad), el abuelo vasco cliché y la bebé llorona, cliché.

De esa madre no sé nada, salvo que habla inglés. Igual si el relato lo estuviera contando ella desde su punto de vista subjetivo, habría podido contar algo nuevo, personal suyo, con lo que me hubiera sido posible empatizar; igual entonces la directora no habría tenido que recurrir a los estereotipos para ir arrastrando hacia delante la historia. Pero con un cliché no se empatiza; es posible que, como mucho, una se identifique con la idea que representa. Como mucho. Ahora bien, igual es eso lo que busca el actual cine español de la cotidianidad: que el público se identifique, porque "¡Ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre! ¡Ser madre es muy duro!". Punto.

A mí todo esto me da un poco de vergüenza. No porque no sea real (soy madre de un niño que lloraba abundantemente por las noches y tengo unos padres vascos), sino porque es tan real que hay que hablar de ello con un poco de seriedad y madurez. Miro a esos personajes llorar, desesperarse, enredar con el pescado y puntualmente hacer juntos "cosas de familia" y reconozco más de una imagen, claro, pero ninguno de ellos me mueve nada, porque no sé lo que está queriendo contarme la directora con todo esto, y en sí mismo no dice mucho.

Los últimos veinte minutos me resultan insoportablemente aburridos. Y es que se me empieza a indigestar esa joven madre que, a los 35 años, no tiene ni una gota de frescura. Laia Costa empieza a resultarme claustrofóbica; no su personaje, sino ella. No me la creo. Ya no me interesa nada, ni ella ni su madre ni su padre ni su hija ni su marido ausente..., no hablemos ya del personaje patético metido por ahí en una esquina a contrapelo. Solo quiero que acabe la película.

Qué triste me parece el cine de lo cotidiano que se está haciendo en este país. Bajo ese barniz de autenticidad, yo solo veo trucos. Igual me equivoco, y es solo que me estoy haciendo mayor, pero percibo como una epidemia de inmadurez. En cuanto alguien hace algo de cierto "interés social" y el público, ¡al fin!, se ve representado en la pantalla, la película es no solo buena sino maravillosa, y gana premios. Me inquieta un poco. Y lo que me inquieta todavía más es que los críticos se hayan ido contagiando a velocidad alarmante.
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266 de 402 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Familia broncas
En mi opinión esta es una de las películas más sobrevaloradas de FilmAffinity. Nada más y nada menos que un 7,6. Poca broma.

Retrata la cotidianeidad de una familia, algo que a mí de entrada me encanta, pues me gustan mucho las películas que hacen retratos intimistas o cuentan historias ‘pequeñas’. Pero no siempre sale un buen producto, y este es uno de esos casos.

Ninguna familia es una balsa de aceite, pero lo de esta gente es demasiado. Cada uno tiene lo suyo, pero madre e hija son especialmente insufribles. Con ellas no hay ni un momento de concordia. Están instaladas en la perpetua discusión, la crítica, el reproche, la amargura, las quejas, las malas caras, los gritos, la insatisfacción… ¡Qué estrés de señoras por dios! Me daban ganas de traspasar la pantalla y darle un abrazo a ese bendito aita que se encuentra en medio de las dos como en un fuego cruzado. Lo mismo aplica a Javier, pareja de la protagonista (Amaia). Ya lo quisiera yo para mí. A pesar de que sin comerlo ni beberlo se convierte en el punching ball de Amaia, el muchacho no dice una palabra más alta que otra, es todo buena voluntad y complacencia.

No sé si pretendía la directora aportar una cercana mirada a la maternidad, pero más bien lo ha hecho al perpetuo infantilismo de los millennials. Resulta que Amaia es una mujer de 35 años que acaba de tener su primer hijo. Entonces se le viene el mundo encima porque la bebé llora y, en un momento dado, el padre tiene que irse a ganar el jornal, porque de algo hay que comer. Como no puede sola con su hija, Amaia se va a vivir a la casa de sus padres al pueblo, para que le echen una mano. Pero con eso y todo sigue sin poder con la vida. La casa es estupenda y no le falta de nada, pero la niña llora, el perro ladra, hay que lavar sardinas, qué asco, y ya no puede más, una mierda todo. Y a lo tonto en este plan hacemos dos horas de película. Y no hay mucho más que eso, no crean.

Me ha decepcionado profundamente. En las críticas todo el mundo habla de lágrimas, pero a mí más que emocionarme me ha puesto de mala leche, la verdad.
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170 de 272 usuarios han encontrado esta crítica útil
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