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El Pentavirato (Miniserie de TV) (2022)

El Pentavirato (Miniserie de TV)
30 min.
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Mike Myers regresa con una fallida sátira sobre las conspiraciones que se cree graciosa, pero no lo es
Mike Myers es un popular actor y cómico, conocido por el díptico ‘Wayne’s World‘ y, sobre todo, por la trilogía ‘Austin Powers‘, confesando que la segunda entrega es mi debilidad. Pocas veces me he reído tanto en un cine, y no se me caen los anillos al reconocerlo. Ese es el principal motivo por el que me he embarcado en su nueva aventura, suponiendo el regreso de Myers (después del sonoro fracaso de la olvidable y olvidada ‘El gurú del buen rollo‘) en una serie de Netflix cuyo tráiler nos prometía una sátira cargada de mala leche, con tintes psicodélicos, y que no iba a dejar indiferente.

Pues bien, he visto los seis episodios del tirón (debería haberme fiado de mi instinto… pero no), y la verdad es que todavía no tengo muy claro qué pretendía el bueno de Mike, porque esto no hay quién lo defienda o lo justifique, ya que asistimos a una mofa a las conspiraciones que carece de lo más importante en este tipo de producciones: humor.

Puedo entender que Netflix le haya dicho que sí a la nueva locura (y no lo digo en el buen sentido) de Myers, porque el cómico interpreta a casi todos los personajes de la serie, y eso supone un importante ahorro en costes de producción, pero el guion (cortesía del propio Myers) no hay por dónde cogerlo. Las intenciones son buenas, y la idea inicial también (una sátira de los tiempos actuales, internet y las conspiraciones), pero está muy mal ejecutada, en una propuesta que juega a ser ‘Zoolander‘ (el clásico original, porque la espantosa secuela todavía sigue escociendo…), pero que se queda a mil kilómetros de sus pretensiones, entre otras cosas porque no hace gracia.

¿Qué hay peor que una comedia sin gracia? Ya os lo digo yo: nada. Y ese es el talón de Aquiles de la serie, creyéndose mucho más graciosa de lo que realmente es. Hay bromas que funcionan (las introducciones narradas por Jeremy Irons, advirtiéndote que no pulses ‘saltar intro‘, que es lo que hacemos casi todos), y otras muchas que no (la de la censura de Netflix, con la plataforma mofándose de su propia corrección política…), y si hacemos balance, los números no salen, con un par de gags que sacan una sonrisa (el del billete tiene su aquél), pero con una sucesión de chistes que mucho me temo que sólo harán gracia al propio Myers, que para eso ha escrito esta bobada sin sentido.

Técnicamente la serie luce bien, aunque los efectos visuales son terribles en no pocos momentos (esos entornos…), siendo lo más destacable la corta duración de los episodios, no alargando la agonía del incauto espectador más de lo necesario. Incluso se bromea en uno de los episodios con la posibilidad de que el público abandone la serie antes de tiempo, algo de lo que me arrepiento, ya que debería haber escogido decir adiós después del primer episodio, porque esto jamás remonta. Iluso de mí, pero es que le tengo cariño al señor Myers, y no podía decirle que no. La próxima vez (si es que la hay), lo tendré más claro.

El popular cómico vuelve a caer en el error de muchos otros compañeros de profesión, con un regreso cargado de ambición e ilusión, pero que se queda en nada, y más si tu nuevo proyecto es tan fallido y olvidable. ¿Qué está ocurriendo con la comedia americana? La verdad es que no tengo respuesta, pero lejos quedan aquellos maravillosos años en los que auténticos clásicos del género nos hacían reír a carcajadas. No quiero pecar de pesimista, pero me temo que esos tiempos nunca volverán, y esta serie es una nueva prueba de ello. Myers nos tenía comiendo de la palma de su mano hace más de dos décadas, pero ha perdido la magia, o mejor dicho, el mojo. Se agradece verle de nuevo, aunque no sé todavía si el precio a pagar (sufrir su serie) está justificado.

Como ya he indicado, Myers interpreta a casi todos los personajes de la función, con un registro de voces muy logrado, y convenciéndonos de que estamos ante distintas personalidades. Toda una proeza que le confirma como el gran cómico e imitador que es, pero que no salva de la quema a esta tontería sin pies ni cabeza, y más si se tiene en cuenta que la ha orquestado él. Respecto a los secundarios, parece que se lo pasan en grande, pensando que están ante una gran fiesta, seguramente inconscientes del desastre en el que han aceptado participar, entiendo que por amistad o camaradería con el amigo Mike. Pobres ilusos. Después de esto, dudo que sigan quedando…

En conclusión, no hay mucho más qué decir, más allá de que esperaba bastante más del señor Myers, siendo una oportunidad perdida de ofrecer algo a su altura, y con una plataforma desesperada por tener catálogo a cualquier precio. ¿No se dan cuenta de que este tipo de tomaduras de pelo les van a hacer perder todavía más suscriptores? No soy empresario, pero estoy seguro de que los que manejan la plataforma tampoco, o al menos no entienden el buen entretenimiento, porque es fracaso tras fracaso. Myers habrá cobrado sus billetes y estará contento en casa, ajeno a las críticas y pensando que esta memez está a la altura de su mítica trilogía, pero Netflix va a salir perdiendo por haberle reído la gracia. En serio, no perdáis el tiempo, aunque seáis fans de Myers. Y ahora, un minuto de silencio por la comedia americana, porque hace lustros que nos dejó, y no tiene pinta de que vaya a resucitar. Jamás te olvidaremos…

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12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La nueva "subversión" de Myers
Llega la nueva producción de Myers, El Pentavirato, quien a través de una puesta en escena deliberadamente cutre, kitch, nos busca adentrar en el mundo de las conspiranoias de la manera más auto explícita posible.

Estamos ante una serie que prioriza la forma sobre el fondo. Específicamente, la búsqueda de una estética retro, cuasi artesanal, dónde los vehículos en movimiento están estáticos, bajo la ilusión de ventanas con paisajes animados circularmente. Cada escenario debe ser de manufactura acartonada, fingida, y los actores recitan sus guiones para luego irse de cámara, como para cumplir con el guión. Está elección estética resulta mucho más efectiva a nivel comedia que el humor, la base de la serie.

Aquí es donde El Pentavirato se estrella en su propia falta de ingenio. El humor escatológico es constante, dando paso a una sensación de hartazgo que, dudo, sea la buscada. A medio camino entre Adam Sandler y los Monthy Piton, se quiere y no se puede. El absurdo de los diálogos es evidente, pero dista de ser impredecible. Llegado un momento, sabrás que habrá pedos, culo y jaja en medio de un sin sentido demasiado previsible.

Una propuesta fallida, aunque sospecho que Myers tampoco buscaba el extremo opuesto.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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