La chica y el vaquero (1943)

Dirigida por William A. Seiter, la trama gira en torno a una chica de ciudad llamada Molly J. Truesdale, interpretada por la talentosa Jean Arthur, quien decide tomar unas vacaciones y escapar de la rutina. Molly se embarca en un viaje en autobús hacia el oeste, con la esperanza de vivir una aventura inolvidable.

Durante su viaje, Molly conoce a un guapo cowboy de rodeo llamado Duke Hudkins, que interpreta con enorme fortuna el legendario John Wayne. Duke es justo lo que Molly no esperaba: rudo, apasionado por los caballos y con un encanto irresistible.

A pesar de sus diferencias (ella del Este, él del Oeste), la chispa entre ellos salta de manera espontánea e imparable. Molly se encuentra atrapada entre la vida que conoce en la ciudad y la emocionante posibilidad de un romance en el salvaje oeste. Él entre un hombre libre y a la vez atrapado por Molly.

La película nos lleva a través de paisajes impresionantes, desde las vastas llanuras hasta los coloridos rodeos, gran fotografía de Frank Redman (B&N) y una simpática música de Roy Webb.

La química entre la Arthur y Wayne es palpable, y su relación evoluciona de manera natural y encantadora. La película también cuenta con la presencia cómica de Phil Silvers, quien interpreta a un simpático amigo de Molly, y agrega momentos divertidos a la trama.

El filme es una mezcla cautivadora de géneros. Combina la comedia romántica con elementos del western clásico. La música de Webb y la cinematografía contribuyen a la atmósfera nostálgica y a la sensación de estar en una época pasada.

En resumen, película que transporta a un mundo de aventura, romance y bellos paisajes. Es una cinta para amantes del cine clásico y de quienes disfruten de las historias de amor inesperadas. Para eso, esta película es definitivamente una joya valiosa.