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Synecdoche, New York (2008)

Synecdoche, New York
124 min.
6,9
8.087
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman) es un director teatral que proyecta representar una obra utilizando una réplica de Nueva York, de tamaño natural, dentro de un almacén. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Teatro Surrealismo Comedia dramática Comedia negra Drama psicológico Cine independiente USA
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Synecdoche, New York
Duración
124 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2008: Cannes: Sección oficial de largometrajes
2008: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor diseño de producción
2008: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a mejor guión
2008: Premios Independent Spirit: Mejor ópera prima y premio Robert Altman. 3 nominaciones
"Una película-jeroglífico llena de humor, reflexión y ternura. (...) recuerda a los dibujos de Escher en los que la mano se retrata a sí misma"
[Diario El Mundo]
7
4
Positiva
3
Neutra
0
Negativa
8
Imitación a la vida.
Durante el visionado de Synecdoche, New York, la primera sensación que servidor tuvo fue de grata familiaridad, de que lo que estaba presenciado reedita con esmero y soltura aspectos estéticos, temáticos y tonales ya vistos en películas tan brillantes como Olvídate de mí!, Cómo ser John Malkovich y Adaptation. Una sensación que va más allá de la mera obviedad (Charlie Kaufman, director de Synecdoche, New York, fue también guionista de esos tres filmes), y que reabre el debate acerca de la verdadera autoría de una Película, ya que ratifica de tal manera la impronta de los guiones de Kaufman en las obras de Gondry y Jonze, que sitúa a ambos realizadores en una posición, cuando menos, incómoda.

Finalizada la proyección, la segunda impresión que se me generó es la de haber asistido a algo monumental, inabarcable, rayano a la genialidad y huidizo a los límites de mi comprensión inmediata. Kaufman, en su ópera prima, lleva los ítems de sus anteriores guiones a la pirueta más mortal de todas las que se han visto: la de hablar de la vida y el tiempo amasándolos cual Marcel Proust metido a cineasta o Tarkovsky posmoderno. Ese tiempo, esa vida, son los de Caden Cotard, un particular director teatral cuya existencia queda en “stand by” tras el abandono de su mujer y su hija. Después del trauma emocional, los acontecimientos se sucederán sin demasiado énfasis alrededor del pasivo y melancólico señor Cotard, a quien sólo motiva el estreno de su nueva obra, un montaje mastodóntico con el que pretende reproducir su propia existencia y con ello el fluir vital de la ciudad de Nueva York.

Synecdoche, New York es deliberadamente irregular, buscadamente autoparódica y obligadamente autoreflexiva. Y es que allí donde cualquier artesano del Cine se contentaría con la noble labor de entretener sostenidamente, Kaufman se empeña en ir más allá, en provocar a lo largo del metraje infinidad de reacciones, algunas de ellas totalmente opuestas a una valoración positiva del film: curiosidad inicial; tedio casi constante, causado por el inquebrantable abatimiento de su protagonista; sorpresa, por lo jeroglífico del argumento; admiración, fruto de la belleza y originalidad de las imágenes; absurdo, siempre de la mano del onirismo bien plasmado; empatía y complicidad, ante lo vívido del drama del protagonista; y, finalmente, estupor y sometimiento generados por la grandeza y complejidad del entramado metavital que se muestra.

En definitiva, nunca fue tan apropiado admitir que un nuevo visionado siempre es conveniente para comprender mejor un film, y tampoco es excesivamente osado vaticinar que Synecdoche, New York será un estrepitoso fracaso comercial. Que se convertirá en una nueva película de culto sí que es una convicción personal algo más ciega y arriesgada que el tiempo ratificará o desechará en un futuro no muy lejano.
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201 de 221 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Magistral
Maravillosa, magistral, densa como ella sola y para ver 2 o 3 veces en un buen momento de tu vida. Yo diría en un muy buen momento de tu vida, porque te lanza flechas,!que digo flechas! fusiles de asalto!!! constantes y cruelmente reales.

Kauffman es un genio, en el tiempo que corremos donde los guionistas han ido desapareciendo poco a poco hasta ser una especie en extinción, unos porque a algún mendrugo se le ocurrió un día pensar en hacer una película sin guionista y tantos otros cabestros le copiaron la brillante idea. ¿Y los demas? porque se han amoldado o vendido y se han convertido en guionístas de encargo, o lo que es lo mismo en :"vamos capullo, escribe lo que te vaya dictando". Y entre esta crisis absoluta de ideas, sobrevive Kauffman, que por sus venas corren palabras y por su cabeza...no quiero ni pensar lo que tiene en la cabeza. Pero pesa, pesa mucho...La película tiene momentos para partirse de risa, momentos para querer cortarte las venas, para pararla y ponerte a pensar 3 horas sobre ello. La conocida a dia de hoy Origen, dicen que te hace pensar. ¿Pensar? Eso no es pensar. Pensar es lo que te obliga esta película, quieras o no.

A mi me da la sensación de que algo falla, sin embargo, me parece fascinante. Y no me parece un error de la película, sino mio. Es un enigma. Y , salvando las distancias por diversas razones, creo que le pasa algo parecido a Fellini, y es que cuenta demasiadas cosas. Yo acabe de verla realmente agotada mentalmente. Y minutos después dije: Vale, este tio es un genio, me rindo.

Porque creo que va muy por delante de nosotros. Al menos de mi desde luego.
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164 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
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