Bull (2019)

Para su ópera prima ‘Bull’, estreno en Rakuten TV, Annie Silverstein escoge como actriz protagonista a otra debutante, Amber Harvard. Con una actuación que no pasa de discreta, sin embargo aporta un aire de naturalidad que casa bien con la principal virtud de la película, la ausencia de fuegos de artificio. Una historia modesta respecto a sus pretensiones, que encuentra en la sencillez argumental su razón de ser.

Harvard da vida a una adolescente de 14 años. Junto a su hermana menor vive con su abuela. Periódicamente visitan a su madre, reclusa en una penitenciaria, sin perder la ilusión de verla libre, ir a vivir a otro lugar, cambiar de aires. Su vecino (Rob Morgan) es un profesional de los rodeos en horas bajas. La edad y los golpes derivados de muchos años de difícil desempeño, lo sitúan fuera del circuito profesional. Sobre este hombre se cierne la sombra de una retirada que no acepta. Pone en peligro no sólo su salud fisica, también sus vínculos afectivos.

Silverstein usa una travesura juvenil de mal gusto para juntar a dos perdedores. Una familia disfuncional y un entorno deprimido cercena el futuro de la joven. La dictadura ejercida por el tiempo sentencia al adulto: reciclarse o caer. La brecha generacional que separa a unos personajes unidos en busca de afecto y cariño es la manifestación de un mal mucho más profundo. Comunidades enteras viviendo en caravanas y casas prefabricadas, con trabajos precarios y poco más que hacer en tiempo de asueto que consumir latas de cerveza, constituyen una foto realista de una parte de la Texas rural.

En ‘Bull’ la presencia estatal se reduce a policía y cárcel. El individualismo americano aporta una cara, y como subtexto de la narración flotan otras realidades a las que el cine da voz en una propuesta franca. Un ejercicio de honestidad intelectual tan profundo como esclarecedor. Ahora que la zozobra se ceba sobre nosotros se mira directo al estado para salir a flote. Temo que cuando pase la marabunta volveremos a las andadas.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es

El pasado y el futuro comparten el mismo entorno sucio, feo y pobre. Aquí se lucha por no caer en lo peor de una vida oprimida.

Annie Silverstein nos narra casi a modo documental el pasar de los días en dos puntos tan distintos como cercanos. El racismo queda a un lado en este trozo de territorio rural de una América profunda y empobrecida. La directora no nos guía, si no que nos hace espectadores de unas relaciones con altibajos y unas decisiones que deciden rumbos en la vida.

Cámara en mano, fotografía cálida y un audio melancólico hacen de transporte hacia aquellos parajes donde la acción se desarrolla lenta, pero sin tedio.

Buen debut detrás de las cámaras.