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Rebelión a bordo (1962)

Rebelión a bordo
178 min.
7,3
7.142
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Making Of (INGLÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
En 1787, el Bounty zarpa del puerto de Portsmouth con destino a Tahití para cargar el fruto del árbol del pan. El capitán Bligh, que desea llegar cuanto antes a la isla, impone una férrea disciplina a bordo. Cuando llegan, la tripulación se encuentra con un auténtico paraíso que nada tiene que ver con el infierno vivido durante el viaje. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Aventuras marinas Siglo XVIII Remake Basado en hechos reales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Mutiny on the Bounty
Duración
178 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
The Bounty
Links
Premios
1962: 7 nominaciones al Oscar, incluyendo película, montaje, fotografía color
1962: Globos de oro: 3 nominaciones, incluyendo mejor película - Drama
1962: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
"Aunque interesante en su conjunto, sobre todo la fotografía, es un remake del estupendo filme rodado por Frank Lloyd, que no logra alcanzar las cotas de virtuosismo alcanzadas por su reputado predecesor"
[Diario El País]
8
1
Positiva
4
Neutra
3
Negativa
10
PELÍCULA DE 10, INOLVIDABLE, DE LAS QUE SE VEN NUMEROSAS VECES Y SIEMPRE GUSTA
En la historia del cine, esta versión del "Motín en la Bounty" ha sido la mejor, con diferencia y magnificencia. La dirección de Milestone es grandiosa, espléndida y difícilmente podrá ser superada, entre otras razones porque contó con dos actores que hicieron aquí dos monumentales interpretaciones, tanto Marlon Brando como Trevor Howard, sin duda magistrales, uno como teniente procedente de la nobleza, culto, sensible, coqueto, tolerante, y otro como capitán que ha llegado a su cargo a base de ascensos obtenidos desde abajo, con sacrificios, durezas y sometimientos, y que por lo mismo padece de "exceso de celo" y tiene el carácter agriado e intolerante, como se suele decir con "los colmillos retorcidos". Entre ambos, ya desde el primer momento en que se conocen, al embarcar, se caen mal como personas, se miran uno al otro con miradas chocantes y llenas de prejuicios a lo largo de todo el viaje, siempre se están buscando las cosquillas uno al otro para ver quien es el que pierde ante el equilibrio debido. Pero aún así, el teniente demuestra ser hombre con un sentido de la justicia y de la honestidad más desarrollados que el capitán.

Hay un momento en la historia en que uno de los oficiales le ruega al capitán que los case, a él y a una nativa de la que se ha enamorado en Tahití, y el capitán se ríe y le contesta: "Saque a esa perra de mi barco", con lo cual el personaje del capitán se agudiza, si hasta entonces quedaban dudas, como el de un "monstruo" que ofrece todas las razones a sus subordinados para que se le rebelen.

Habré visto esta película más de treinta veces y siempre me quedo encantado por la llegada y estancia en Tahití (cualquiera que haya vivido y amado en una isla tropical, sabe que es como experimentar el paraíso y le gustaría eternizar tales circunstancias al precio que fuese), por los paisajes tan hermosos, por la deliciosa música, por la suave y delicada interpretación de Tarita ("Maimiti" en el film) y principalmente por el papel tan impactante que hace Trevor Howard de "malo", gracias a su cara fea y a su realismo agrio perfectamente imitado, hasta tal punto que incluso el observador más indiferente le toma tirria.

El mensaje es sin duda: REBELIÓN, porque hay cosas que un hombre no debe aguantar, REBELIÓN CON TODAS LAS CONSECUENCIAS por mantener la mínima humanidad. Película de una calidad inmensa, estupendamente bien explicada y con escenas y diálogos a enmarcar en la historia del cine, donde se exalta la dignidad, el honor y el valor que los hombres debemos tener por jugarnos la vida ante situaciones intolerables. En fin, una cinta cinematográfica maravillosamente larga que da para reflexionar sobre ella, páginas y más páginas.

Fej Delvahe
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87 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Nadie querrá apearse de esta epopeya marítima.
Dejando de lado sí esta versión es superable o no a la versión de 1935, aspecto totalmente irrelevante entrar en cuestión, el director Lewis Milestone dirige con enorme entusiasmo una película genuina en lo que es. Todo un film de aventuras de la vieja escuela, que con el paso del tiempo mejora su sabor añejo. Para llevar a cabo su epopeya marítima, no se escatimó en nada por obtener lo mejor de lo mejor. Y lo mejor es que no solo lo consigue, sino que para muchos este film supondrá más que una grata sorpresa donde se resaltan todo tipo de valores y hasta qué punto las acciones están justificadas.

Milestone nos hace emprender una expedición por alta mar donde un barco en misión del reino de Inglaterra debe llegar a la isla remota de Haití para obtener una planta con la que se cultiva un alimento capaz de proveer muchos recursos a su nación. Pero como ya es de suponer, el viaje no será fácil, y no precisamente por los contratiempos que se les presenten a sus navegantes o por la propia volatilidad del mar, sino que se engendrará un odio entre la misma tripulación debido a su capitán, interpretado por Trevor Howard, que es actúa más como flagelador y como inquisidor que como capitán. Sus métodos sin rudos, exagerados y dolorosos. Su propensión a inculcar su propia y exagerada disciplina conllevará a su enemistad con toda la tripulación del barco, incluido del segundo de a bordo (Marlon Brando). Tales acciones sólo pueden conducir a una cosa: La revelación de la tripulación.

El que fuera director de aquella inolvidable “Sin Novedad en el Frente”, impregna su sello personal en una película no menos notoria. La dedicación de todo su equipo para adentrarnos en un barco de la marina británica en pleno siglo XVIII es magistral. Se nos regala toda una demostración de cómo ambientar un film. Los contables momentos en que su tripulación está en tierra, la fotografía es simplemente maravillosa, combinando la belleza del puerto de Inglaterra hasta el vasto y salvaje paisaje de Taití. Otro punto mucho más digno de admiración es su espléndido montaje. Hay que tener en cuenta que el film no sólo tiene una duración tan prolongada que alcanza las tres horas, sino que además la mayor parte de su desarrollo acontece en un barco. Es admirador a la vez que inaudito que no se sienta en ningún momento sensación de claustrofobia, detalle bastante presente en este tipo de producciones que se desarrollan en alta mar. Aquí, por el contrario, no nos querremos bajar de nuestra nave.

Otro punto son sus actuaciones, sublimes y arrolladoras de unos actores dignos de su reconocimiento, Trevor Howard y Marlon Brando están geniales cada uno. Richard Harris complementa muy gratamente su segundaria aportación, al igual que el resto de su tripulación. Lo dicho, un viaje que se mantiene realmente a flote, consiguiendo sentirnos parte de la tripulación y sin ningunas ganas de abandonar el barco.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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