Jugar a matar (TV) (2003)

Arranca con lo que podrían parecer reminiscencias a la novela policíaca para desmarcarse rápidamente de ese camino y convertirse en un híbrido de CSI actualizado a territorio patrio, añadiendo algún que otro conflicto entre sus personajes por el camino.

Quizá resulten innecesarias y sobrantes algunas secuencias, como las del punto de vista subjetivo y la reiteración de Flashbacks sobre los asesinatos con que se nos asalta, pero lo cierto es que "Jugar a matar" como TV movie funciona a la perfección, dentro de sus pretensiones, y en casi ningún momento da un paso adelante para parecer menos televisiva. Ello se intuye en unas interpretaciones que, por lo general, no están demasiado medidas (se podría destacar del trío protagonista a Juan Fernández en especial, mientras Jiménez y Gracia cumplen sin alardes y con algún que otro bajón), un uso justito de los típicos recursos (lo mentado, básicamente en las primeras líneas de este párrafo), pero pese a ello resulta ser suficientemente profesional, y aunque no posee un estilo definido, sí denota cierto grado de competencia.

Así, y sin complicar demasiado una trama que, además y por suerte, se olvida de la baza dramático-sentimentaloide resolviéndola en una conclusión concisa y exacta, "Jugar a matar" va desarrollando sus escasos recursos evitando giros innecesarios y siguiendo procedimientos que la ensalzan como un ejercicio mínimamente verosímil que, pese a no tensar la cuerda en más de un par de momentos y no contener sobrados alicientes, entretiene y convence a partes iguales sin necesidad de presentar grandes alardes, culminando así una cinta que da lo que ofrece, y para qué más.

No está del todo mal, a pesar de que a muchos no les guste, a mí la introducción de ese folklore tan nuestro sí que me parece bien. A veces el exagerado enfoque a algunos elementos cotidianos produce hasta gracia pero la mayoría de las veces es un recurso que me parece entrañable y curioso. Lo malo en este caso es que la producción se estira y de manera innecesaria. El simple procedimiento de captura de los asesinos depara bastantes minutos muertos en la parte que debería ser el adrenalítico clímax, cosa que anula el interés.