Las eróticas vacaciones de Stela (1978)

Película estrenada en pleno apogeo del destape y que en España supuso un fenómeno que más de masas, se limitaría a llevar a los cines la exhibición de un tipo de películas, la mayoría adentradas en el terreno de la comedia, en que su marcado tono erótico elevaría a los altares de la mediocridad a un sinfín de actrices y modelos (algunas que se dieron a conocer como Amparo Muñoz, Barbara Rey o Nadiuska), y algún travesti de por medio que seducían el festín frente con otros actores talentosos como José Luis López Vazquez,(Zorrita Martinez) Fernando Fernán Gómez (Sensualidad) o Emilio Gutierrez Caba (Porno, Situación Límite). Algunas actrices que colaboraron, desde el otro lado, es decir desde su ámbito serio y profesional como Concha Velasco (Esposa y Amante), Ana Belén (La Oscura Historia de la Prima Montse) o la igualadina Teresa Gimpera (Cartas de Amor de una Monja) tampoco se salvaron, seducidas en lo que debía ser una escandalosa vía de escape la España rancia y abandonada por las grises fauces del post-franquismo.

Con esta erótico-festiva “Las eróticas vacaciones de Stela”, vemos a la Gimpera precisamente interpretando a la algo liberada madre viuda de la aburrida y principal protagonista (Azucena Hernández) cuyo nombre da título a la película: la Stela que una vez sale del internado empieza unas vacaciones que si no fuese por la presencia de una cachonda servidumbre (un mayordomo fetichista y una porno chacha de vodevil subido de tono) y un angelical seminarista repleto de dudas revoloteándole sobre su santa cabeza, acabarían siendo las más aburridas de su vida. Ingredientes más que suficientes para una película film manufacturado como tal: para echarse unas risas, y basta porque no da para más. Porno “pantorrillero” de época.

Aburrida cinta erótica, a mayor gloria de la malograda Azucena Hernández, que aquí debutaba en el cine, creo.
Una actriz bonita y con deseoso cuerpo, pero poco más, así como el resto de la peli, que no puede ser más plomiza y tonta.
En verdad no sé qué pinta Teresa Gimpera en el tinglado, como no fuera intentar dar una pátina de respetabilidad al conjunto, pero se queda solo, si así fuera, en un deseo, por cuanto la película se queda en un rollete para voyeurs, sin chispa, gracia ni imaginación alguna en la puesta en escena.
Las he visto peores, dentro del mismo género, claro, pero no merece la pena su visión. Creo que es perder el tiempo.

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