Tres hermanos (1981)

Seguramente la última película de calidad que rodó Francesco Rosi, abordando en ella sus acostumbradas reflexiones acerca de la realidad social italiana, los problemas norte-sur, el terrorismo y la justicia. Sin embargo, en esta ocasión Rosi se desmarca un tanto de su característico "filme-encuesta", prefiriendo un acercamiento a los mencionados temas que podríamos considerar ético o existencial, todo ello enriquecido con un tono nostálgico, de pérdida, propio de quien está ya al final de un camino intelectual. Así, en cierto sentido, esta película viene a ser un "testamento intelectual" de su autor, que haciendo suya una novela, parece hablarnos a través de sus personajes.

El filme nos presenta a tres hermanos que se reúnen con motivo de la muerte de su madre; oriundos de un sur que nos es mostrado bajo los signos externos de la muerte y la decadencia (todo lo que vemos de él son restos de un pasado decrépito), todos han emigrado desarrollando cada cual sus actividades y trabajos, todos ellos marcados por cierto compromiso ético o social. Así, encontramos a un obrero industrial (Nicola), separado y con una hija, que defiende las luchas obreras contra los patronos, comprendiendo aunque no participando, en actos violentos contra aquellos; por otra parte está Raffaele, juez, que se enfrenta a un proceso peligroso, poniendo en riesgo su propia vida, y cuyas opiniones parecen identificarse con las del director; finalmente encontramos a Rocco, que dirige un centro de reinserción de menores. El retorno de todos ellos a su casa natal, donde les aguarda su anciano padre (que encarna uno de los mejores retratos de la soledad y la nostalgia que he visto), sirve como desencadenante de reflexiones, recuerdos, sueños o temores, un poco a la manera de lo que hiciera Bergman en "Fresas Salvajes" (también en ella la inminencia de la muerte era un vehículo de reflexión personal, un ajuste de cuentas con uno mismo).

Rodada con exquisita sensibilidad, Rosi logra transmitir en todo momento las sensaciones pretendidas; los renqueantes y tristes paseos del anciano Donato por el que fue su mundo (que siempre está allí donde uno ha trabajado y amado), lleno hoy de decadencia y nostalgia, provocan una sincera empatía y ternura en el espectador. Del mismo modo resultan admirables los sentimientos de los hermanos, la seriedad con la que se enfrentan a ellos y la entereza con la que se sinceran ante si mismos y ante los demás, signo de que todos ellos son valientes, cada uno a su modo.
Continúa en spoiler.

198/04(04/08/08) Interesante cinta política. que con la excusa de la muerte de una madre, reune a sus tres hijos, cada uno de ellos toca un estrato social italiano. Uno de ellos es un juez, Raffaele (Philippe Noiret), miembro de una comisión antiterrorista que pone su vida en peligro, Nicola (Michele Placido) es un obrero que trabaja en una fábrica y miembro de un grupo izquierdista que emplea tácticas terroristas en su lucha por mejorar sus condiciones, Rocco (Vittorio Mezzogiorno) es asistente social en un correccional estatal para delincuentes juveniles en el que sobra gente y faltan fondos. El guión para mi gusto resulta demasiado forzado, las discusiones políticas demasiado obvias y el argumento de la reunión de los hermanos por un entierro de lo más maniqueo, se ven demasiadas situaciones venir de lejos, por no hablar de lo desdibujado que está el personaje de Rocco, apenas tiene importancia, no interviene e las tertulias. Aún con todo lo dicho me resulto entretenido y eso es de agradecer. Fuerza y honor!!!