¡Adiós, Babilonia! (1992)

La historia nos muestra a una joven deseosa de libertad, que se dedica a seducir a la gente, hipnotizarlos, maquillarlos… y finalmente destriparlos como pescados. Última película de Fernando Arrabal (y al menos para mi gusto, la peor con diferencia) que conecta con sus anteriores trabajos metiendo escenas de sus anteriores trabajos (excepto “El cementerio de automóviles”) conectándolas con la protagonista; que en lugar de dar fuerza al relato, o crear una vinculación con sus anteriores obras, queda como un simple y cutre reciclaje de material como relleno, a parte de que estos parches desentonan enormemente con el resto de la película. Esta rodada en las calles de Nueva York como si fuera un documental, con personas diciendo directamente a cámara su opinión respecto a la asesina, con una voz en off, sustituyendo a los diálogos y narrando de principio a fin la historia.

Con esta obra Arrabal critica la modernidad, centrándose en Nueva York como sinónimo de la modernidad; y para ello utiliza a un personaje al margen y en contra de todo ello, que va contra corriente; como bien muestra la escena de la maratón, donde todos van hacia delante, mientras ella va hacia atrás. Para ello cuenta con la presencia de varios artistas de todo tipo: cineastas, pintores, dramaturgos, escritores, etc. Pero, el resultado no esta a la altura de las intenciones; es cierto que tiene algunos momentos realmente interesantes, pero en otras ocasiones llega a aburrir. Y la critica que intenta plantear, ausente de toda la garra y furia que poseía en sus primeros trabajos, aquí queda vacía.