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El ojo maligno (1962)

El ojo maligno
77 min.
7,0
404
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Escena del lago (VOS)
Sinopsis
Un joven escritor desconocido es acogido por un escritor de éxito y su esposa en su castillo de Baviera para que pueda escribir sus historias sobre Alemania. El joven es un hombre amargo y celoso de la felicidad de la pareja hasta tal punto que decide destruirla. Así que cuando el marido emprende un viaje de negocios, tratará de seducir a la esposa. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Celos Literatura Drama psicológico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
L'oeil du malin
Duración
77 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
Links
8
Intriga
Es raro que esta buena película de Chabrol, una de las mejores entre las casi sesenta que rodó (algunas decepcionantes) no tenga ni una crítica aquí.
Si se supera el hecho de que la película es un relato con la dominante voz en off del protagonista, la intriga del trío de intérpretes atrae de forma creciente.
Él, un joven escritor mediocre que va a Alemania para escribir unos artÍculos, se encuentra con un matrimonio feliz: él, escritor alemán famoso y ella una dulce francesa. Lo acogen con simpatía. Pero él envidia la felicidad de la pareja, la mira con ojo maligno y…
Da gusto ver el manejo de cámara, la sencillez de la puesta en escena, y, sobre todo el análisis de ese sentimiento de maldad ante la bondad que le ofrecen.
Una película muy literaria, que puede espantar a quienes prefieren cine de acción, pero atraer a un público minoritario e inteligente.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El Parásito con Bonita Cara.
370/14(14/11/22) Con motivo del 60 aniversario del estreno de este film inédito para mí me lo he visto por las buenas críticas que he visto sobre el mismo y me he encontrado con un incisivo y turbador thriller psicológico, que no ha perdido frescura con el paso de las décadas en su poder de ataque a la hipocresía y la decadencia moral de las clases altas, mantra del realizador de esta cinta, el parisino Claude Chabrol, incluyendo elementos de sus posterior con al que regaría su prolija filmografía posterior, la infidelidad, la maldad amoral, los celos, el amor obsesivo, o el asesinato pasional. Guion co escrito por él, Martial Matthieu (“Ophélia”), y Paul Gégauff (“A pleno sol”), cuenta la historia de un periodista en el sur de Alemania que se hace amigo de un novelista y su esposa y poco a poco comienza a destruir la vida de la pareja, en lo que es un relato con muchas similitudes con la novela de Patricia Highsmith “El talento de Mr. Ripley” (1955). Aunque también tiene mucho del shakesperiano “Othello”, con el periodista claramente como el intrigante Yago, y el matrimonió como Othello y Desdémona. Un relato inteligente, con mucho de malsano, donde se deconstruye la supuesta fachada de felicidad de un matrimonio en la portada armonioso, ello auspiciado por la carcoma en forma de supuesto amigo de la pareja, que en realidad es el ejemplo de la envidia patológica. Historia con mucha tensión dramática latente, en muchos casos a punto de explotar, hasta que todo lo hace en un clímax angustioso. Un retrato sombrío de la naturaleza humana cainita protagonizado por un elegante Jacques Charrier, la hermosa Stephane Audran (pareja entonces del director, su esposa en 1964), y Walter Reyer como el tercer lado del triángulo, arrinconado en que solo habla alemán y solo sabemos lo que dice filtrado por la traducción de su esposa.

Albin Mercier (Jacques Charrier) es un periodista francés amargado y luchador que ha aceptado un puesto en Alemania a pesar de no hablar el idioma. Conoce por casualidad a una francesa nativa, la preciosa Helene (Stephane Audran) y se enamora instantáneamente. No ayuda que esté casada con el exitoso escritor Andreas Hartman (Walther Reyer). La pareja traba amistad con Albin, este está cada vez más celoso de Andreas y desea tener a Helene.

La película se sirve de modo un tanto excesivo de los pensamientos en off del protagonista Albin, demuestra inseguridad Chabrol en que el poder de las imágenes no sepan transmitir lo que desea. No es que este mal este recurso, que puede ser dramáticamente punzante en muchos tramos, es que copa cualquier momento llegando a ser molesto en alguna fase.

Una historia que expone lo fácil que puede ser engañar a alguien para parasitarlo, en este caso a un feliz matrimonio, vemos las arteras artes de infiltración para socavar e intentar encontrar grietas en este edén, como se va infiltrando cual virus en apariencia benigno, mediante escenas que dan idea de la intimidad que se va forjando entre los tres, ejemplo cuando el trio va a un club de striptease. Asistimos a la envidia más sórdida a través de la bonita sonrisa y pose de Albin. Solo parece vivir por y para implosionar este binomio, acecha conspira, sigue, irrumpe, miente, todo con tal de que su avieso plan de acabar con este paraíso tenga éxito. Con su narración extradiegética vemos como cada una de sus acciones y palabras tiene un significado oculto para medrar y crear una fisura en esta pareja. Todo esto contado con gran fluidez, con buen ritmo, a lo que ayuda que su metraje no llegue siquiera a los 70 minutos, con lo que nunca llega a aburrir, todo sirve para ir avanzando en este enfermizo cuento con un Ogro de bonito rostro galo. Esta es una de esas películas donde el malo es el protagonista, un tipo retorcido mentalmente que solo parece disfruta haciendo daño.

Hasta que en el último acto Albin parece hallar la fisura por la que inocular su podredumbre moral, y comienza un tramo intenso de persecución a Helene por Munich, unas secuencias muy bien filmadas, con sentido del suspense (incluso durante el Oktoberfest. Se filmó allí realmente, a modo de rodaje de guerrilla, con los verdaderos transeúntes haciendo de figurantes). Hasta que un secreto sale a la luz y Albin lo maneja en forma de arma con que chantajear, intentando obtener réditos, abriendo la Caja de Pandora, llevándonos a un clímax angustioso filmado por Chabrol de forma aguda e imaginativa, al hacernos ver la angustiosa situación que ocurre en el interior de la villa protagonista a través de los ojos del expectante Albin, generando zozobra al espectador sobre que sucede, ya cuando todo se hace diáfano, lo que hasta entonces podría parecer un juego perverso deja aflorar las trágicas consecuencias. Ello en un final que deja huella.

En la puesta en escena destaca el notable trabajo de cinematografía en glorioso b/n de Jean Rabier (DP fetiche de Chabrol, trabajaría en más de veinticinco de sus films, comenzó en 1961 con “Les Godelureaux” y terminó con Madame Bovary en 1991), acentuando el contraste dramático de grises, dando lustre de lugar idílico al chalet del matrimonio, dando sentido bucólico al entorno rural, y moviéndose con espíritu de cine verité (nouvelle vague) en las secuencias de seguimiento, haciéndonos sentir voyeurs como Albin; Se suma en la música Pierre Jansen (otro colaborador habitual de Chabrol), que con predominio de melodías cuerdas y percusión, con sonidos jazzísticos, crea sensaciones ominosas perturbadoras, muy acorde con el estado de ánimo a proyectar.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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