Dos veces Judas (1969)

Historia con vagos matices de tragedia, protagonizada por el imposible Antonio Sabato, tal vez uno de los cinco peores actores de la historia del cine, con permiso de Stallone (y luego se meten con el pobre Victor Mature. ¿Es que nadie ha visto El beso de la muerte?), y Kalus Kinski, todo muecas y miradas torvas. Junto a ellos sale (poco) la deliciosa y desaprovechada Cristina Galbó, que apenas tiene dos o tres frases. José Calvo hace de Thomas Mitchell, y Cicero dirige de manera impersonal, sin abusar del zoom. La banda sonora me pasó desapercibida, lo cual debe ser bueno, y el guión apunta maneras durante la primera media hora, para luego desvanecerse en una ristra de tópicos. Sólo para completistas.

Pues si, por lo menos dos o tres veces hace de Judas el malvado Barret (Kinski), que luego resulta ser el enigmático Dingus.
Todo comienza con un revoloteo de buitres que se quieren merendar dos cadáveres, pero uno de ellos no estaba muerto, Luke (Sabato), que no, que no, que solo tenía en la cabeza una heridilla. Eso sí, ha perdido por completo la memoria y en estas condiciones vuelve al pueblo. Allí Barret está extorsionando a los rancheros para que le vendan las tierras, faena en la que quiere contar con el despistado Luke. En la puja también está el banquero, pero este parece tener mejores intenciones.
Paulatinamente va recuperando Luke la memoria y así se entera que su colega se ha cargado a toda su familia y ahora, claro, toca vengarse. Poco a poco se va desgranando el argumento, muy poco a poco porque se hace muy lenta la película, en medio de tediosos silencios y de una interpretación bastante ramplona.
Desde el punto de vista médico interesa destacar al Doctor (Calvo) que usa con generosidad los ungüentos para las contusiones, pero, sobre todo, la amnesia u olvido parcial que padece el protagonista. Se trata de un déficit del funcionamiento de la memoria durante el cual el paciente es incapaz de conservar o recuperar información almacenada con anterioridad, consecuencia muchas veces de un daño cerebral o de un trauma psicológico.
De la misma forma que Judas Iscariote fue el apóstol traidor que reveló al Sanedrín el lugar donde capturar a Jesús sin que sus seguidores interfiriesen, el malvado Barret había hecho lo propio con la familia de Luke que vendió a los nordistas en la guerra, y que ahora pretendía repetir la faena con el superviviente. Por lo menos Iscariote se arrepintió de su "hazaña", cosa que ni le pasa por la cabeza a Kinski.