Jack Brooks: Cazador de Monstruos (2007)

Aunque durante el visionado de "Jack Brooks: Monster Slayer" uno tenga la sensación de pasar por elementos apreciables como el ejercicio revival al que pertenece, esa escuela artesanal del terror de los 80 sobre todo, y ese sano cachondeo que tiene su apogeo en la caracterización de Robert Englund y en ciertos toques de sencillo y humilde "no me tomo en serio y lo dejo claro", también es verdad que queda la sensación de que no es suficiente. Hay tal vez un excesivo peaje en sus formas como si dentro de este pseudo-homenaje a aquel cine maravilloso viscoso de hace dos decadas hubiera que pasar sí o sí por elementos archisabidos como el flashback hacia atrás para ver el trauma del personaje, el más para atrás flashback del viejo que anuncia que las cosas van a ir tirando a mal, el propio señor viejo en sí que es un clásico... de tal manera que se corre el riesgo de desenganchar al espectador porque entre sucumbir a sus encantos añejos o aburrirse en el intento hay una delgada línea que esta película cruza lamentablemente sobre todo en su parte central. Para cuando llega la pachanga, el desenfreno final que es más apreciable en su honestidad descacharrante y mamporrera el listón ya ha caido y lo que pudo haber sido un film pobre con encanto se queda en film pobre a secas.

Sobre la trama no queda nada que decir, solo apuntar que se trata de un producto entretenido, bastante bien llevado, con unos buenos y convincentes trabajos, tanto de Trevor Matthews haciendo de fontanero con secuelas de la infancia, que exterioriza repartiendo mamporros ante cualquier contrariedad, como de la actriz secundaria en su papel de novia coñazo e histérica (ambos carecen de filmografía anterior, lo cual tiene su mérito).

Elogiar también el trabajo de Robert Englud, ya encasillado en cameos o papeles sin importancia, pero que en esta ocasión es relevante y quizás lo más divertido (dentro de este género, claro).

Sinceramente, tras verla, me deja con la sensación de haber visto el capítulo piloto de una serie (quién sabe...), donde se cuentan los inicios y la transformación de un currito de a pié en un cazador de bichejos.

El punto flojo se lo daría a los efectos y al diseño y acabado de los monstruitos (el de los tentáculos en el colegio me recordó al bicho baboso de "La mujer explosiva", y hay bastantes años de diferencia).

Entretenida, divertida y bien llevada, aunque no deja de ser un producto menor para pasar un ratillo

Wolf.