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Libreros de Nueva York (2019)

Libreros de Nueva York
99 min.
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7
Una propuesta para perderse entre estanterías llenas de libros
En una época donde la gente busca entretenerse y trascender sus vidas a través de la infinidad de contenido audiovisual al fácil alcance de todos, D.W. Young viene para recordarnos uno de los aparentes olvidados en esta nueva era: los libros. Y, por si su intención no es clara, lo recalca con esa voz inicial que rememora que le debemos casi todo lo que somos y lo que hemos sido a la literatura; si ella desaparece, nuestra historia desaparece.

A partir de aquí, el realizador se deja llevar por las intervenciones de sus entrevistados para viajar por los cambios que se han ido sucediendo entre los libreros y los coleccionistas, en una especie de film testimonial que recurre a la mención de figuras tan importantes como el gran coleccionista inglés A.S. W. Rosenbach o las libreras Leona Rostenberg y Madeleine Stern. Todo esto enmarcándose en las concurridas calles neoyorquinas, las cuales han visto cómo, en poco más de medio siglo, sus librerías se han reducido dramáticamente más de cinco veces la cantidad que hubo en los años 50.

En la elaboración de su discurso, el largometraje presenta algunos pequeños fallos que entorpecen una comprensión más neta. Por un lado, el montaje se despliega por momentos algo confuso o dejado al azar intuitivo. Y, en consecuencia, se dificulta la caracterización de personajes. El espectador ignora la identidad de muchos de los hablantes y solo se le revelan algunos de sus nombres de forma aleatoria, muchas veces cuando todos ellos ya han intervenido previamente. Por otro lado, la constante necesidad de recurrir a citas rompe con la fluidez del metraje y, a pesar de que parecen querer embellecer el discurso, acaban siendo redundantes.

Aun así, la película consigue atrapar al público amigablemente gracias a una estructura construida en torno a la feria de libros. Empezamos allí para percibir el ambiente y acabamos en el mismo lugar tras, durante la parte central, ir conociendo a esos feriantes que guían el discurso. A esto se le suma una buena elección de los entrevistados, por los que es fácil sentirse interesado y atrapado por aquello que nos tienen que ofrecer. Sin embargo, una de las mejores personalidades que se introducen es Fran Lebowitz. La escritora norteamericana, que recientemente ha protagonizado la miniserie documental de Martin Scorsese Supongamos que Nueva York es una ciudad, dota de humor al documental con sus declaraciones construidas con ironía y desde sus recuerdos.

A través de todos ellos y mediante la ayuda de una variedad de imágenes de archivo bien utilizadas, Libreros de Nueva York se lanza a tratar una amplia variedad de temas en torno a los coleccionistas y a los libreros –sobre todo aquellos anticuarios–. Entre ellos, se habla desde los estereotipos existentes en el oficio y la relación personal con este, pasando por el impacto de las nuevas tecnologías en el negocio, hasta la importante mención a la necesidad de cambio y diversidad de una profesión donde aún, hoy en día, el mayor porcentaje siguen siendo hombres.

Aunque llega a abordar varias cuestiones, Young las va ligando correctamente a lo largo del documental y de forma que resulta extraño, pese a estar en un momento hablando de la revolución de internet y al otro de la importancia de las sobrecubiertas. Quizá el formato de miniserie hubiera permitido profundizar más en todo y abrirse a nuevas perspectivas, más allá de los anticuarios, pero tal como está uno puede llegar a disfrutar igualmente.

Estamos ante una de esas propuestas que apasionará a los amantes de los libros y que, al mismo tiempo, también captará la atención de los menos apasionados de la lectura. Sea como sea, es una buena elección para pasar el rato, fascinarse con personas enamoradas de los libros y ver cómo, quizá, no todo es tan negro como parece. Lo que está claro es que, como apunta el testimonio de Larry McMurthy en el film, “la cultura del libro es una hermosa cultura que no se debería perder”.

www.contraste.info
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Qué hermoso vicio
Interesante documental, si bien seguramente destinado a un público no diré que selecto —por no sonar altanero en exceso—, pero sí ciertamente acotado, el de los coleccionistas de libros antiguos. Me precio de contarme entre tan peculiar paisanaje, así que he disfrutado mucho.
Con estilo sobrio y, por ende, no exento de elegancia, y cediendo la palabra por completo a sus protagonistas, D. W. Young aborda las diferentes facetas del mundo de la compraventa de ejemplares raros, añejos o, como suele ser el caso, ambos a la vez.
La estructura del film viene dada por el triple perfil de consumidor de tales libros: coleccionistas particulares, vendedores e instituciones. El título nos avisa de que los segundos van a llevar la voz cantante. Habida cuenta de que no existe mayor experto en la materia que un librero de toda la vida, me parece una opción irreprochable; sin embargo, hubiera agradecido una presencia mayor de los primeros.
«Libreros de Nueva York» transmite con encomiable fidelidad las motivaciones que mueven al coleccionista —y no sólo de libros—: la emoción de la caza y la sensación, personalísima, de haber hecho un hallazgo único, sin que necesariamente se trate de una primera edición firmada.
Queda constancia asimismo de la evolución del libro físico desde su condición originaria de compendio de información escrita a la de objeto, no tanto meramente decorativo —al menos para el bibliómano sincero— como casi un fetiche.
En dicha transformación tiene mucho —todo— que ver la irrupción de internet, también en el proceso mismo de husmeo y adquisición. Porque cuando el tesoro está apenas a un clic de nosotros, se pierde buena parte del encanto intrínseco a la búsqueda.
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