The Duelist (2016)

No las tenía todas conmigo, pero una recomendación me abrió las puertas de esta película, y es que realmente merece la pena verla. Salvando las distancias, una especie de Conde de Montecristo versión rusa. Sobretodo destaca la buenísima ambientación, fotografía, vestuario etc, que recrea la ciudad de San Petersburgo en 1860. Una película de época que no tiene nada que envidiar a las producciones inglesas, los más punteros en recrear el siglo XIX. Incluso los actores acompañan, sobretodo el que interpreta al villano. El final podría es mejorable, pero la película entretiene, que no es poco.

Cuenta la vida y la venganza del conde Kolychev, que lo perdió todo a manos de un noble ambicioso y sin escrúpulos y que tras ser destinado como soldado raso a las islas Aleutianas, regresa cinco años después con otra identidad y convertido en un duelista profesional, que se alquila por dinero, para matar por quienes no tienen suficiente valor para hacerlo por ellos mismos. Dominado por la única pasión de la venganza, no conoce el miedo, nunca duda, ni nunca pierde un duelo.
La cinta alterna el presente, mientras Kolychev maquina su venganza contra el príncipe Beklemishev, con imágenes de su pasado como soldado raso. Entre medias la princesa Tuchkov, a la que Beklemishev intenta seducir para hacerse con su dinero.

Cine de época como en Rusia saben facturar, con extraordianria escenografía, pero que vuelve a fallar en los diálogos y personajes. Un noble es despojado de su título nobiliario y, haciéndose pasar por un militar, tratará a través del "oficio" de duelista a sueldo de recuperar lo que es suyo y cobrarse venganza.

De nuevo en Rusia lo vuelven a hacer. Ese San Petersburgo del siglo XIX luce impecable en su diseño de producción. Alguna panorámica canta un poco en su CGI pero se lo podemos perdonar. La experiencia inmersiva de época es total, incluidos los absurdos pasatiempos en que empleaba su tiempo la aristocracia del lugar. Aunque se muestra especialmente detallista en la descripción de las armas de fuego que emplean los duelistas. Describe una época marcada por una división social casi propia de castas, pero no se hace demasiada crítica, y el (anti)héroe de la función participa de esa dinámica en su afán de recuperar su estatus.

Y de nuevo, a mi entender, el cine ruso vuelve a fallar en lo mismo. La película no tiene un buen sentido del ritmo, es demasiado abúlica en su narración y adolece de dejar la trama en manos de diálogos cortos y demasiado concisos. No es obstáculo para entender lo que ocurre pero, no se, la gente suele hablar más. Del actor Pyotr Fyodorov, que encarna al protagonista, ya había disfrutado sus limitadas dotes actorales en producciones con exactamente las mismas virtudes e idénticos defectos: The Blackout (2019) y Sputnik (2020). Aquí, apenas mueve una ceja en todo el metraje (atención a cuando le sacan la bala del hombro: ni siente ni padece) y cuesta mucho empatizar con él. No obstante, si les pone el cine de época con estética impecable y un trabajadísimo apartado técnico, la van a disfrutar.