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El hombre bicentenario (1999)

El hombre bicentenario
126 min.
5,9
28.154
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Escena (Español)
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Sinopsis
En la primera década del nuevo milenio, con avances tecnológicos que engullen la soberanía de la compasión humana, Richard Martin (Sam Neill) compra un regalo, un nuevo robot NDR-114. El hijo más pequeño de la familia le pone de nombre Andrew (Robin Williams). Andrew es adquirido como electrodoméstico casero programado para realizar tareas menores. A medida que Andrew empieza a experimentar emociones y pensamiento creativo, la familia Martin descubre pronto que no tienen un robot común y corriente. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Drama Robots
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Bicentennial Man
Duración
126 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Isaac Asimov
Links
Premios
1999: Nominada al Oscar: Mejor maquillaje
1999: Nominada a los Premios Razzie: Peor actor (Robin Williams)
"Filme almibarado y de buenas intenciones, con momentos de lucimiento, es a ratos moderadamente aburrida, pero se deja ver (...) Con un Williams espléndido para sus fans y plúmbeo para sus detractores, y la bella Davidtz"
[Diario El País]
"Familiar entrega de ciencia-ficción con toques de comedia basada en un relato corto original de Isaac Asimov (...) Sin demasiado alicientes"
[Diario El País]
13
2
Positiva
4
Neutra
7
Negativa
9
EL PASO DEL TIEMPO
Cada vez que veo esta película se me escapa alguna lágrima, creo que es una buena película que deberían ver los niños antes que ponerse a ver películas violentas. Nos muestra perfectamente sentimientos como el amor, la libertad, el paso de los años y el dolor que produce. Es una buena película y recomiendo que sea vista.
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107 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Llorar sin lágrimas
¿Qué es lo que nos define como humanos?
Interesante cuestión que se debate con delicadeza, ternura y profundidad en un drama desbordante de matices.
Isaac Asimov, uno de los mayores genios de la ciencia-ficción literaria de toda la historia, ha sido adaptado a la pantalla grande con ese aura especial de Hollywood en su apogeo. "El hombre bicentenario" es un espectáculo visual impresionante, un regalo para los oídos con su maravillosa banda sonora compuesta por el gran James Horner, y posee lo que para mí es lo esencial... Corazón, alma, sentimientos y reflexión. Si Chris Columbus abusa de las tomas lacrimógenas, si se regodea en las emociones y la afectividad, si saca a relucir un potente caudal dolorosamente dulce y tierno... Para mí es el mejor rasgo de la película. El hecho de tratar esa perpetua pregunta acerca de nuestra condición y aunar tan armoniosamente la ciencia-ficción y el melodrama, y colocarme delante una obra cinematográfica no ya bonita, sino bella en forma y fondo... Pues se gana de calle a espectadores como yo.
Porque yo siento igual que Andrew, aunque yo pueda llorar y él no. Porque la pena y el dolor, y el amor, y el miedo, y todo lo demás que los humanos experimentamos, no dejan de llamarse del mismo modo y de experimentarse igual por el simple hecho de no haber nacido humano. Si todo eso se puede sentir... ¿Qué diferencia hay? Hasta ahora sólo nosotros en nuestro planeta pasamos por todo ese enorme torrente de oleajes y alfilerazos que se llaman sentimientos. ¿Y si otros seres alguna vez los poseyeran también? ¿Y si creáramos seres capaces de poseerlos? ¿Y si otra especie animal evolucionase lo suficiente? ¿Qué es lo que nos diferenciaría entonces? ¿El exterior?
Pongámonos en situación. Imaginemos a alguien como Andrew. Es creado siendo una máquina, un robot androide que, por algún extraño derrotero de sus circuitos, desarrolla una personalidad. Va tomando conciencia de su individualidad. Y termina por descubrir que es único y que siente. Evoluciona y madura. Y deja de sentirse como una máquina, porque ha dejado de serlo en algún escalón de su sorprendente ascenso. Es decir, es el hecho de no desear ser tachado de "máquina" lo que le da plena conciencia de que no lo es. ¿Y quién tiene razón?
Porque él va a buscar todos los medios posibles para que la humanización de su espíritu vaya pareja con la humanización de su cuerpo. Aunque él sabe que es una persona desde que un día percibió que lo era, también tiene el anhelo de que el mundo se lo reconozca. No le basta con su propia certeza, no le basta con la certeza de las personas a las que ama. Necesita la confirmación.
Y por ello va a dedicar todo su dinero y gran parte de su tiempo (y su tiempo es todo lo largo que puede serlo el de un ente inmortal) a transmitir su humanidad interior a su envoltorio externo.
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72 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
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