Bebés (2010)

Bonito y muy inofensivo documental que está bien para pasarse 80 minutos viendo las monerías de los bebés con la excusa sociológica de comparar los diferentes mundos en los que estos se crían.

Por desgracia su buenrollismo y carencia de capacidad crítica de algún tipo hace que el documental se quede en una chuchería para pasar un rato agradable sin devanarse mucho los sesos.

Aun así queda algún momento en que se llama a cierta reflexión, por ejemplo al constatar que la infancia del bebé africano es mucho más envidiable que el mundo consumista que rodea al bebé japonés, o la soledad y el hiperproteccionismo en que se cría el bebé americano. Crecer en plena naturaleza, en contacto con otros niños y animales debería ser más natural en el ser humano y lo hemos convertido en una rareza.

Si Balmes hubiese ahondado más en este tipo de temas, no cabe duda de el documental sería mucho menos suave y mono de contemplar, pero quizás hubiera podido remover un poquito más al espectador, hacerlo pensar y darse cuenta de que el mundo que hemos construido para nosotros no es un mundo para los niños.

¡¡VIDA!!

Y es que si tuviera que sintetizar mi crítica en una única palabra VIDA sería la elegida. En unos tiempos difíciles y deshumanizados como los que nos ha tocado vivir resulta más necesario que nunca que nos recuerden aquello que somos, fuimos y el enorme potencial que aun atesoramos, latente, para poder ser. Volver a lo más básico, a nuestras raices lúdicas, a lo que nos une.

"Bebés" es un cuento magistralmente rodado que se disfruta con una sonrisa y una bendita cara de tonto perenne y dónde la carcajada se funde con la lágrima de la emoción de forma que sales de la sala embriagado y lleno de esperanza en que, a fin de cuentas, no todo está perdido.

Y es que no hay viaje iniciático más poderoso, aventura más grande y excitante que el descubrimiento desde la inocencia del mundo que nos rodea y la toma de conciencia de nuestra propia individualidad,y ésto el film lo plasma de un modo conmovedor.

Por supuesto, las historias tienen cada una su propio tempo y queda muy claro cuales interesan más al realizador, que consigue una fuerza telúrica impresionante y una pasmosa comunión naturaleza-reino animal-seres humanos en el aprendizaje de los bebés namibio y mongol, en contraste con el tecnificado entorno de los niños del primer mundo.

Repleta de hallazgos visuales sorprendentes y fotogramas para el recuerdo, no voy a entrar en manidos análisis sociológicos sino simplemente recomendar a todo el mundo que se olvide por un momento de sus preocupaciones cotidianas y con mirada limpia se prepare para acompañar en ésta cautivadora, épica y peligrosa odisea a estas cuatro criaturas que son un reflejo de nosotros mismos y que durante 75 minutos van a ser nuestros peculiares maestros, abriéndonos los ojos y enseñándonos unas lecciones que ya creíamos haber olvidado.

Bellísima.

Un saludo.