¿Por qué seguir matando? (1965)

El comienzo es prometedor. Una larga comitiva que dirige el viejo López (Calvo) montado en su carromato, lleva atado a un pobre diablo hasta un árbol reseco donde lo acribillan a balazos. Y claro, el hijo deserta del Ejército y vuelve para buscar venganza.
No escucha Steve McDougall (Teffé), el hijo vengador, los buenos consejos del simpático enterrador, "La venganza solo añade sangre a la sangre". Aunque el negocio es el negocio, "Coco, prepara enseguida otro ataúd".
Tópica historia de venganzas con un mal guion y una descuidada dirección. Por allí aparece de vez en cuando una subtrama de tráfico de armas que se olvida y, sobre la marcha, es sustituida por otra con una patrulla del Ejército que anda detrás de Steve. Hay que llenar metraje ...
Tampoco parece muy coherente la parte sentimental con su enamorada Pilar (Cuervo) en la familia enemiga, "Mi único pecado es llamarme López". Otra vez Capuletos y Montescos.
Típico western mediterráneo con buena música que alterna ritmos eléctricos con solos de trompeta. Excelentes cabalgadas por bellos paisajes que juraríamos están en el valle del Ebro, correcta ambientación dentro de las limitaciones económicas y alusiones al vino que beben. Hay que hacer patria.
Personajes viscerales pero de poca enjundia. Acción continua pero escasa tensión dramática, todo es muy esperable. Fallos tontos producto del desinterés del realizador, como pretender cavar un hoyo con una hora de tres pinchos, revólveres que disparan cinco, seis, siete y ocho tiros mientras el espectador se entretiene en contarlos.
Cinta regular para amantes del western hispano pero que entretiene si no hay otra cosa mejor que ver.

De la Loma antes del Torete. Western de venganza, pasión y un poquito de por favor. Insufrible como referencia del género. Como una cinta más de las miles, puede ser. Pero en ningún caso como cinta destacada. Supongo que cada uno se abre camino como puede en el mundo del cine, en realidad como en cualquier otro mundo profesional.
Hay dos cosas que me parecen insufribles. La musiquilla que acompaña a toda la cinta, un organillo repitequeteando una sintonía vulgar y corriente inspirada en el degüello, esa sí sintonia potente y salvaje, y el color, muy fuera de todo, en tonos blancos y ocres que no favorecen su visualización.
La película es vulgar, y no tiene un pase; tampoco entretiene, siendo demasiado larga. Porque una cosa son 80 minutos y otra, muy distinta, 100. Son los 20 minutos que te estropean una cinta.
Luego, De La Loma, fue De La Loma, encontró su nicho de mercado con sus 'Toretes' y sus 'Pirris', siempre emporrados.