El quinto elemento (1997)

Me obligaron mi madre y mi hermana. Yo quería alquilar "una de dibujos! No una para mayores!". Y entonces llegó el milagro... las pelis de personas también podían estar chulas. Aún se me pone la piel de gallina de recordar la felicidad que me recorría el cuerpo cuando veía los coches volando, los taxis con todo tipo de artilugios inimaginables hasta la fecha, ¡¡los McDonals flotando!! ¡Yo quería vivir en ese mundo, quería irme al futuro!
- Mamá, ¿yo veré los coches volar? - pregunté con un brillo en los ojos que sólo se te permite tener en la dulce infancia.
- El mundo aún no está preparado para eso... - me contestó entre risas.
De verdad, no puedo olvidar aquella sensación, aquel momento, aquella curiosidad que invadió mis entrañas durante quizás meses después de ver la película.
Pero, infancias aparte, años después he vuelto a verla, y curiosamente, me sigue encantando, y mucho. Bruce Willis está en su papel, como siempre. Gary Oldman, impresionante, como casi siempre (me daba muuucho miedo); y Milla Jovovich me gusta más de loca desubicada que de modelo de Lorea'l.

Dada su peculiar estética, su tono interpretativo rozando en ocasiones la parodia y el alucinógeno guión, nos encontramos ante una de las típicas películas que adorarás u odiarás a muerte irremisiblemente, todo un icono pop, quizás un videoclip de dos horas de duración, pero un derroche de colorido y espectáculo visual.

Para mi por suerte, su originalidad, frescura y delirante guión me hicieron pasar un rato mejor de lo esperado, y me sorprendió su estética y tono desenfadado. Todo ello convierte a la cinta de Luc Besson en un variopinto escaparate de freaks y malos de plástico, que con la intención de narrar una historia sin pretensiones consiguen un resultado realmente divertido.

Las interpretaciones siguen el marcado tono fresco que rige la cinta, caracterizando a unos personajes que se hacen querer por su excentricidad o peculiaridades sin necesidad de profundizar en su contenido, pues al fin y al cabo esto se trata de un cuento: la encantadora Leeloo (interpretada por la también encantadora aunque mejorable actriz en ocasiones Milla Jovovich), el genial Korven, los simpáticos sacerdotes y ese malo peripatético encarnado en el malo malísimo Gary Oldman o ese verde super verde comentarista televisivo.

En definitiva, una agradable sorpresa del casi siempre gratamente sorprendente Luc Besson, si bien hay que asimilar su tono y estética para disfrutarla completamente. Sin ser una gran película, siendo una película sin pretensiones se hace querer, entretiene, y mucho.

"Si, cariño, si multipase, ya lo ha visto" (Korven Dallas)