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Ted Bundy: En la mente del asesino (2021)

Ted Bundy: En la mente del asesino
100 min.
5,7
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Sinopsis
Se centra en la complicada relación que se creó entre un analista del FBI, Bill Hagmaier, y el asesino en serie Ted Bundy, en sus últimos años en el corredor de la muerte. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Biográfico Crimen Asesinos en serie
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
No Man of God
Duración
100 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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6
El monstruo más terrible
Ted Bundy: En la mente del asesino podría haber sido una obra de teatro. Durante buena parte del metraje, sólo dos personajes están en pantalla y tienen peso dramático: el mencionado Bundy, uno de los peores y más terribles asesinos en serie de la historia, y Bill Hagmaier, analista del FBI. Y son esos momentos los mejores de la cinta, los que tienen a Luke Kirby y Elijah Wood en pantalla, simplemente hablando, desgranando los espantosos delitos del carismático Bundy. Y son los mejores momentos de la película porque ambos actores están fabulosos. Wood hacía mucho tiempo que no ofrecía una interpretación tan buena, y Kirby consigue lo más difícil, que era mostrar que detrás del monstruo había una persona, sin por ello restar un ápice de culpabilidad y crueldad a lo que hizo.
El problema es que la película, debido a ese marcado carácter teatral, no tiene un ritmo especialmente ágil, y el tema de Bundy ha sido ya tan explotado en otras películas y documentales que el impacto se ha perdido un poco. Con todo, aceptable película.

Lo mejor: Elijah Wood y Luke Kirby, fantásticos.
Lo peor: Su marcado carácter casi teatral hace que el ritmo sea algo pesado.
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Solo quieren creer que quemaron a la peor persona del mundo
A finales de los 70, un equipo del FBI empezó a desarrollar una serie de técnicas y prácticas con objeto de comprender la psique de los asesinos seriales y demás criminales de índole violenta, estas eran el inicio de lo que hoy día conocemos como perfilación criminal y, gracias a ellas, se han podido establecer patrones de conducta y realizar demás descubrimientos que han ayudado a la captura de cientos de criminales.

Y, hablando de la película, si eres como yo un interesado de la psicología criminal y todo lo que eso envuelve a nivel cerebral o simplemente te gustó la serie Mindhunter de David Fincher por como aborda a través de interrogatorios las psicopatías y sociopatías, esta es tu película. Se percibe bien documentada (o todo lo bien que se podría de un individuo tan cambiante), ambientada e interpretada. Pues los protagonistas, además de estar soberbios en todos los aspectos, se han caracterizado concienzudamente para parecerse a quien interpretan, en especial, un inquietante Luke Kirby en estado de gracia, lo cual es un plus para sumergirte de lleno en ella.

Además, en líneas generales, procura no trata al espectador por estúpido, ni al criminal, que también es importante. En su defecto opta por exponer de forma factible y responsable las luces y sombras de una mente complejamente interesante. Y es que, sin obviar sus fechorías, Bundy fue un personaje “fascinante” que supo manipular hasta tal punto de disponer de toda una legión de seguidoras independientemente de todas las barbaries cometidas. Era alguien con gran capacidad de oratoria y convicción, estudioso y cultivado, en definitiva, un ser humano instruido, “feliz” y agraciado al que aparentemente no le faltaba de nada, excepto que cargaba la losa de un narcisismo y ego patológico mayor que él y sus convicciones, lo que le llevo a entenderse infinitamente superior a sus conciudadanos y a posteriori querer ejercer un dominio sobre los -en este caso “las”- más débiles a razón de someterlas a voluntad para satisfacer sus impulsos.

A su vez, todo sea dicho, quizás este Bundy esté algo más teatralizado hacia una misteriosa mística que en ocasiones ralla el Hannibal Lecter de Hopkins, ayudado de una dirección y fotografía que abusa de los primeros planos con tal de desconcertar con la frialdad y la naturalidad de sus expresiones. El real, en cambio, tendía a ser, además de groseramente pervertido en círculos cerrados de confianza, desconcertantemente afable y cercano. Por eso, aunque Luke Kirby da lo mejor de sí para lograr una muy buena interpretación, creo que de tener oportunidad de preguntarle al real acerca de este, diría que le han dotado de unas expresiones maníacas y altivas prominentemente acentuadas de las que él no dispone, al menos no a un nivel tan superficial y lo mismo ocurre con el despojado de su personalidad de carácter más neutro y pasivo, que le valió, con la astucia suficiente, para alimentar a los medios y al populacho que contribuyeron a enaltecer su persona, dándoles lo que pretendían, sin darle demasiada importancia, porque él se creía por encima de eso. Eso sí, aquí a nivel argumental estaría bastante orgulloso de cómo se han retratado sus distintas capas de razonamiento.

Y efectivamente, hemos llegado a ese punto, al de los “peros”. Y es que, durante los últimos minutos previos al desenlace que todos conocemos, lanzan por la borda el trabajo más o menos fino realizado hasta el momento, entrando en una serie de histriónicas escenas complacientes con un público promedio que, de poder, os pediría que omitieseis llegados a esa parte. Pues se les va de las manos con una escena totalmente bochornosa e innecesariamente pasional entre ambos protagonistas que resta no pocos puntos a una película que estaba sabiendo ser sofisticada, comedida y consecuente con su discurso. No sé de qué departamento es obra semejante desastre, pero todos sumaron a hacer de este un momento todavía más terrible e histriónico y el montador, en conjunción y con ámbito de no desentonar tampoco, los confluyó de la peor forma posible e implantando además en su visión, una moral juzgadora de la que previamente estaba renegando, que llevan a un sórdido declive que le lleva a uno a preguntarse ¿Cómo algo tan sólido construido con sumo cuidado puede desplomarse con este nulo tacto? ¿Cómo una ficción bastante bien documentada puede tornarse en un burdo ejercicio -o incluso ensayo- teatral de segunda?

Dejando eso de lado sin saber cómo darle respuesta, solo me resta decir que a nivel cinematográfico, los que querían un thriller íntimo y enriquecedor, obtendrán lo que querían a través de buenas dosis de diálogos interesantes de escuchar. En cambio, los que buscaban algo más (in)formativo, incluso a un nivel más documental, decirles que cabría ser conscientes de se han realizado algunos cambios notables con afán de lograr la funcionalidad del empaque como un todo y poder, en el camino, abarcar a una mayor cantidad de público sediento de que le sacien esa morbosa curiosidad. Lo que a mi parecer, no termina por opacar la calidad de un realmente logrado resultado final. No es que se resarza del todo en sus últimos segundos, si no que no he llegado tan descontento como creí a los créditos finales. Vedla y juzgad. Al final cada uno emite su particular juicio y aquí, Ted Bundy, tiene el suyo propio.
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18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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