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La colina de las amapolas (2011)

La colina de las amapolas
91 min.
6,8
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Sinopsis
Japón, año 1963. Umi Matsuzaki es una estudiante de instituto que, en ausencia de su madre, cuida a sus dos hermanos y de su abuela a la par que administra un hostal de estilo occidental, el Coquelicot Manor, en lo alto de una colina y cercano al mar. La chica compagina tranquilamente sus responsabilidades con su vida escolar. Un día conoce a Shun Kazama, miembro del club de periodismo, y Shiro Mizunuma, presidente del consejo de estudiantes. Ambos son representantes del Quartier Latin, un edificio antiguo que alberga las diferentes asociaciones de estudiantes y que corre el peligro de ser demolido. Entre Umi y Kazama surgirá una profunda amistad que podría verse complicada con el inesperado descubrimiento de un secreto del pasado. Juntos descubrirán una forma de convivir entre el turbio pasado, el difícil presente y el esperanzador futuro en un momento del tiempo donde el Japón empezaba a levantar cabeza. (FILMAFFINITY)
Género
Animación Drama Años 60 Adolescencia Colegios & Universidad Manga
Dirección
Reparto
Animación
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kokuriko-zaka kara
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Animación
Compañías
Grupos
Studio Ghibli (y obras relacionadas)
Links
Premios
2012: Premios Annie: Nominada a Mejor guión
2012: Festival de Gijón: Sección oficial largometrajes de animación a concurso
2013: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor film de animación
8
Banderas de nuestros padres
Es difícil saber hasta qué punto llega el trabajo de Gôro Miyazaki y en qué medida habrá interferido su padre, el gran Hayao, en esta segunda incursión cinematográfica del hijo del laureado director nipón tras la discutida 'Cuentos de Terramar' (2006). ¿Ha mejorado Gôro en esta segunda tentativa o son las indicaciones de su padre las que le han llevado a un film mejor? Seguramente haya un poco de todo.

Hablando estrictamente de 'Kokuriko-zaka Kara' estamos ante una buena película. Es más, estamos ante una muy buena película de animación, narrada con soltura y brío, aderezada con una simpática banda sonora, una enérgica puesta en escena, una atmósfera envolvente, una animación que brilla con luz propia y un guión interesante con una historia sencilla pero que tampoco necesita mucho más para que converjan los distintos elementos y resulte un cóctel sorprendentemente atractivo, en la línea de las mejores películas intimistas del estudio, dejadas de lado desde los tiempos de 'Susurros del corazón' (1995) o 'Recuerdos del ayer' (1991).

Todo ese conjunto conforma una 'Kokuriko-zaka Kara' efectiva y probablemente el film más carismático del estudio japonés desde 'El castillo ambulante' (2004) tras varias películas interesantes, con mayor o menos fortuna, pero que todas se alejaban un poco de esa sensación de clásicos "de verdad", de los que te llegan adentro. Un logro muy a tener en cuenta por esta película que sin duda recuerda inevitablemente a 'Susurros del corazón', esa obra de culto del fallecido Yoshifumi Kondô no siempre lo suficientemente valorada, de la cual el trabajo de Gôro Miyazaki toma muchas referencias, dándole sin embargo un estilo propio y toque diferencial que no deja que se quede en el simple homenaje o copia de estilos vacía que sí pudimos ver en su anterior trabajo.

La historia de 'Desde la colina de las amapolas' no es nada del otro mundo, pero ni siquiera le hace falta para transmitir sensaciones y sentimientos de una manera muy notable. Su ambientación y su falta de pretensiones juegan a su favor. Nos traslada a ese Japón de los años 60 entre casas de madera, paz, iluminaciones tenues y puertos en el horizonte. También al ambiente estudiantil de la época, lleno de vida y esperanzas, de pequeñas luchas por conseguir alzar su voz y a la vez la despreocupación de la edad y el descubrimiento en un país que en ese momento miraba al futuro con cierto optimismo y con los ilusionantes Juegos Olímpicos de Tokyo 1964 a la vuelta de la esquina.

Y con una historia que se va desenvolviendo con facilidad, con ritmo y con empatía, 'Kokuriko-zaka Kara' supone un bonito logro del Studio Ghibli, con envoltorio de película pequeña, eso que todos llaman "obra menor", pero que probablemente sea lo mejor realizado por un director en el estudio más allá de Hayao Miyazaki e Isao Takahata, solo por detrás de la imprescindible 'Susurros del corazón'.

Enorme mérito y un canto a la grandeza de la sencillez.
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54 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La colina de las amapolas
Studio Ghibli sigue dándonos material para soñar incluso cuando, como en el presente caso, se ciñe a una realidad tangible y abandona los 'eco-epics' que han caracterizado a los filmes más conocidos del estudio, los dirigidos por Hayao Miyazaki. En "From Up on Poppy Hill" el genio japonés se limita escribir el guión recayendo en su hijo Goro Miyazaki el peso de la realización del largometraje. Por suerte para todos parece haber aprendido unos cuantos trucos nuevos desde su debut oficial con "Cuentos de Terramar" (2006) y lo que tenemos aquí es una película sencilla pero sólida, que nos cuenta el día a día en la vida de unos jóvenes en los años 60, con un tono pausado y la nostalgia como ingrediente determinante de la mezcla. Así, nos vemos involucrados en la interacción entre varios miembros de una familia, una pequeña protesta por parte de un grupo de estudiantes o el drama que marca la vida de los citados protagonistas y que es simbolizado, y convertido en eje, mediante un objeto inanimado pero suficientemente poético como es la imagen de una bandera ondeándose al viento, con un significado que va más allá del obvio.

"From Up on Poppy Hill" recupera los valores de producción del estudio y se acerca más a propuestas como "Only Yesterday" o "Susurros del corazón", lo que significa que los personajes son importantes y que la 'historia', per se, avanza más de fondo que en primera instancia, atrapando la rutina vital y abandonando la pirotecnia. Emocionante, gracias tanto a sus maravillosas imágenes como a su potente banda sonora de Satoshi Takebe y Aoi Teshima, se trata de uno de esos trabajos "menores" para Studio Ghibli y que en cualquier otra compañía serían una de sus cumbres. Una pieza sencilla, que encuentra precisamente en esa claridad expositiva el verdadero elemento que la diferencia de las numerosas películas de animación que se hacen en Japón anualmente, o directamente en el sector animado a nivel mundial. Imposible no emocionarse cuando llega el tercer acto, o ante ciertas revelaciones argumentales en las que los personajes se abre y comienzan a respirar, ante nosotros, con más naturalidad de la que habremos visto en actores de carne y hueso. Pura magia, puro Ghibli.
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22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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