A traición (2020)

Tyler Perry, ahí donde lo ves, se ha hecho de oro con su personaje Madea, que cuenta ya con, agárrense fuerte, una saga de doce películas. Sí, sí, han leído bien, 12 películas.
Ahora, debe ser que cansado de tanta "comedia" (en fin...), Perry prueba suerte con A traición, estrenada directamente en Netflix, y menos mal, porque, honestamente, ¿quién iba a pagar en el cine por ver esto?
A traición es un drama judicial perezoso, muy perezoso, que dura dos horas que se hacen eternas, no tiene un ritmo ágil y además interesa más bien poco. Es un viaje a ninguna parte, con una historia que ya nos han contado mil veces y nos han contado mejor. Es difícil innovar en los dramas judiciales, todo sea dicho, pero Perry no se esfuerza demasiado por crear algo que capte la atención del espectador, ni consigue que se emocione con las vicisitudes de los personajes.
Floja.

Lo mejor: Los actores, que se esfuerzan por dar algo de dignidad al conjunto.
Lo peor: Es larga, pesada y muy poco interesante.

Pero mejorado no quiere decir que sea bueno. Ni mucho menos. Tiene un empiece absurdo y largo, te adentras en un mundo de negros que al principio te escama, no sé porqué te parece raro, como si fuera alguna reivindicación laboral del gremio, o una especie de discriminación positiva, y luego alguna referencia hacia el cristianismo, también en plan de crítica. Bueno, cada uno que lo estudie como quiera.
De entrada me ha echado para atrás ver a la protagonista, una tal Crystal R Fox, una mujer bajita, que duerme en una cama casi de dos pisos, que para bajarse parece que tiene que usar una banqueta. La tía es una depresiva de esas de mírame y no me toques, pobrecita, no soporta su trabajo porque es muy progre y sufre un montón. El trabajo no se ve complicado pero ella se agobia y llora con su amadísimo marido la terrible incomprensión que padece. No se queja del sueldo pero se adivina que gana una buena pasta. Eso me pone de mala leche. El rollo que se trae con su marido también es de los cursis difícil de aguantar, con unas conversaciones pegajosas e insoportables y expresiones de esas como: "Ay, dame un beso, cariño" "Ay, no me has dicho buenos días" y mierdas de esas. Él es un policía de estos macarrilla que lleva el uniforme incluso para pasear con la mujer. Lo nunca visto. Yo es que me he criado viendo películas de Charles Bronson y lo edulcorado me sienta mal.
También han optado por combatir un poco la exclusión social y han puesto de amiga de la prota, que es también su compañera, a una gorda de record guinness; las focas de los fiordos noruegos son pesos pluma a su lado. Se ha sentado en un sofá y lo ha dejado inclinado cuando se ha levantado. Sinceramente, creo que no es necesario esa presencia que roba tanto plano, al revés, lo veo perjudicial porque la obesidad hay que combatirla, como nos dicen en los telediarios, y no alentarla.
En concreto, película muy de lloronas y muy muy muy vista.