La princesa de los Ursinos (1947)

Aventuras históricas de marcado tono folclórico y musical con intrigas políticas y palaciegas, traiciones y guerras entre Luis XIV, Felipe V y el Archiduque Carlos de Austria durante el siglo XVIII. Dirigida estupendamente por el irregular Luis Lucia y con un excelente guión de Carlos Blanco, quien forma parte por derecho propio de los mejores guionistas del cine español, que anoche se le rindió homenaje con este film, seguramente no el mejor de sus guiones, pues para mí sigue siendo “Los peces rojos” de Nieves Conde.

La historia de la Princesa de los Ursinos es la historia de la gloria y el olvido. Tuvo en sus manos el destino de una España en guerra gobernada por un rey endeble, Felipe V. Consiguió el cariño y afecto de su esposa, Maria Luisa de Saboya, de quien fue algo más que su Camarera Mayor. Pero con la desaparición de la reina, Anne Marie de la Trémoïlle empezaría el descenso al ostracismo de la mano de la nueva soberana, Isabel de Farnesio.  Conocida en España como la Princesa de los Ursinos, Anne Marie entró directamente en la política de nuestro país. No sólo ejerció su papel de Camarera de la reina sino que no dejó de intrigar y dirigir en la sombra el gobierno de un rey que no tenía muy claro cómo reinar. En constante contacto epistolar con Madame de Maintenon, Anne Marie dirigió la ayuda francesa durante la guerra de sucesión para mantener a Felipe V en el trono. Hasta aquí lo que dice la Historia, pues el guión es muy diferente.

Anne Marie de la Trémoïlle es encarnada por una bella Ana Mariscal que le generó gran éxito, según el argumento es encargada de una secreta misión por parte de su Rey Sol, Luis XIV, para convencer al nieto del monarca francés Felipe V (Fernando Rey) de las influencias y directrices galas y que los ejércitos franceses se instalen en España. Mientras el consejero político y eclesiástico (Juan Espantaleón) del monarca español, se sirve de un noble y patriota caballero Luis Carvajal (Roberto Rey) para vigilar a la francesa fingiendo ser un aventurero trovador que pretende protegerla en su camino a Madrid. Grandes decorados con estupenda ambientación y fotografía, duelos a espada por el honor de las damas, toques de comedia y hasta el propio Pepe Isbert de posadero. Producida por la todopoderosa CIFESA (la antorcha de los éxitos) que reflejaba un cine histórico grandilocuente con arreglo a las directrices del régimen que incluían relecturas de la Historia interpretándolas en clave de patriotismo, orgullo de lo español ante una potencia exterior y lucha heroica contra el invasor que pretendía usurpar el trono por el primer Borbón de la línea sucesoria.

Una de esas maravillosas superproducciones históricas que hicieron época en el cine español. Naturalmente, con un marcado tono patriótico, en los años 40, no podía ser de otra manera.

El guión está muy bien escrito y consigue combinar en su justa medida drama y comedia. Sin que resulte, en ningún momento, que las situaciones cómicas están fuera de lugar, en una película con un marcado tono elevado.

La ambientación histórica, magnífica. Con esos enormes decorados de cartón piedra que caracterizaron a este tipo de cine. Además de un magnífico vestuario, y otros elementos estéticos, perfectamente cuidados.

El reparto, con una Ana Mariscal magnífica en su interpretación y atrapando al espectador con su magnetismo. Hace muy buena pareja con Roberto Rey, que nos regala unas magníficas canciones. No podía ser de otro modo, ya que fueron compuestas por el maestro Quiroga. Destacaría, además, los papeles de Pepe y María Isbert, que aunque secundarios, dejan su impronta cómica en la cinta.

No le doy más puntuación porque considero que la película podría tener un poco más de ritmo y algunas secuencias, como las de las batallas, tienen algún que otro defecto. Como por ejemplo, que al disparar los cañones estos no retroceden. Aunque naturalmente, hay errores que son compresibles, ya que la película tiene más de 70 años.