Prey (2019)

El escritor y director Franck Khalfoun (Parking 2, Maniac, Amityville: el despertar) y su coguionista David Coggeshall (Exorcismo en Georgia) no han conseguido hacer una historia interesante ya que el film comienza como un thriller de intrusismo en una casa, para convertirse en una aventura de supervivencia o un romance adolescente al estilo de "El lago azul" mal desarrollado. Todo un batiburrillo para convertirse en una mala película de serie B. 

Los diálogos entre los protagonistas son desastrosos y no parece una producción de Blumhouse, ya que esta productora tiene una larga lista de proyectos de terror mucho más interesantes.

La historia sigue a Toby (Logan Miller), un adolescente problemático cuyo padre es asesinado. Poco después le incluyen bajo el cuidado de un programa juvenil que intenta rehabilita a los niños complicados llevándolos a expediciones un tanto extremas para que aprendan a convivir, a Toby le asignan una isla con una jungla interior. Pero comienzan a ocurrir cosas incomprensibles y ridículas convirtiendo lo que podría haber sido un film de suspense o terror entretenido en una gran tontería, desaprovechando la belleza de la isla y su inquietante selva.
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