Viaje cósmico (1936)

Curiosa película, en la cual se desarrolla una trama simple sobre viajar a la luna. Contó con la ayuda para la elaboración de la historia con un eminente científico ruso de aquellos tiempos, cuyo nombre ahora no recuerdo, pero se indica al comienzo de los créditos iniciales. Con buenos decorados, e interpretaciones que, dentro de las exageraciones típicas de las películas mudas, no son tan histriónicas como otras que he tenido ocasión de ver.

Hay encuadres logrados y la cámara se conduce en movimiento bastantes veces, con agilidad, evitando así la secuencia estática en muchos casos y aportando mayor fuerza al film. Encontramos momentos muy conseguidos en relación con la ingradez, ya sea en la nave cuando transita en el espacio, o en la propia luna, donde hay que destacar un sorprendente trabajo con stop-motion, creo, para recrear la ligereza de paso y los amplios saltos al recorrer la supreficie lunar.

A mi parecer la película tiene una suerte de tufillo a reto, a objetivo, podríamos decir. Es cierto que es del 1936 y que quedarán aún décadas para que se comenzase con la carrera espacial (la perra Laika no fue lanzada al espacio hasta 1957), pero la perspectiva ha cambiado: ya no resulta tan cándida como la famosa obra de Méliès. Hay noción de la ingradez, y de ausencia de oxígeno. Tampoco hay monstruos o seres lunares. Se capta ya no la ingenuidad (aunque aún queda), si no la propuesta de algún día alcanzar a hollarla. El mensaje es claro, el profesor que duda, porque en sus experimentos los animales enviados al espacio han regresado fallecidos, o el que en principio iba a ser el tripulante elegido, que al final comparte la indecisión del otro y no se embarca, se quedan en tierra. A la aventura se suben el profesor que muestra valentía con sus certezas y se muestra convencido de seguir adelante, la joven ayudante científica que se encuentra entusiasmada, o el chaval que se cuela en el último momento, lleno de ilusión. Los tres caracterizan valores que se tratan de fomentar, el arrojo, la osadía, el conocimiento, etc, mientras que la duda, el temor, se han de quedar en tierra para poder avanzar y conseguir las cosas. A mi parecer, resulta significativo.

En fin, una película interesante de ver. Con un hilo sencillo pero entretenido de seguir, de buena factura, y con momentos que nos sorprenderán. No ha envejecido tan mal.

Cuando pensamos en viajes espaciales en el cine, por defecto, pensamos en el cine Hollywoodiense, adaptando las novelas de Verne, ilustrándonos la carrera espacial, o ya en un futuro más o menos lejano. Sin embargo, al inicio del cine no fue un patrimonio exclusivo de los estudios de los EE.UU. En el cine mudo, fue Meliés, un francés, quien rodó un viaje a la luna, unos daneses llegaron a Marte y los alemanes fueron los primeros en poner una mujer en la luna.

La Unión Soviética y sus intelectuales ya pensaban en la exploración espacial. El científico ruso Konstantín Tsiolkovski (1857-1935) teorizó en la década de 1880 sobre cohetes compuestos por varias etapas y propulsados por combustible líquido que podrían llegar al espacio (wikipedia). De hecho, se le considera el padre de la Cosmonáutica. Y tras este filme, los soviéticos rodaron notables viajes de exploración espacial alejados del concepto de space-ópera.

Tsiolkovski asesoró al filme objeto de esta crítica. De hecho, su viaje a la luna es en un cohete por fases. "Viaje cósmico" es un filme raro. Rodado como mudo en pleno cine sonoro. Magnífica ambientación futurista, con Art Decó en la arquitectura y una ciudad espacial futurista que quizás influyó en la estética de "La vida futura", también rodada en 1936 ¿O fue al revés?

El punto fuerte de este filme son los increíbles efectos especiales. El plano-secuencia por el hangar de las naves espaciales, es, sencillamente, impresionante y recuerda poderosamente al de "Star Trek: la película" (1979). La llegada a la luna y la exploración de su superficie quita el hipo. Unos magníficos stop-motions de los cosmonautas saltando entre grietas muestran un nivel de perfección que aún, hoy en día, sorprenden. Y la ambientación de la superficie lunar, esas grietas, esos cráteres, confieren al espectador la idea de un lugar inhóspito y letal. El filme no es una space-ópera. Los aparatos técnicos no son de fantasía como en Flash Gordon e incluso plantean cámaras con agua para proteger a los cosmonautas en el despegue.

Obviamente el mensaje, y más en los años 30, nos vende las bondades de un régimen comunista, donde cuentan todos: el anciano sabio- lo rescatable del anterior régimen- la fuerza de las mujeres -invisibilizadas en el sistema capitalista- y el futuro encarnado en los adolescentes. No hay machos-alfa y sí un sentido de colaboración compartida entre todos sus ciudadanos, que son los que se beneficiarán de los logros alcanzados. Aún y así, son Héroes de la Unión Soviética.