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Una libélula para cada muerto (1975)

Una libélula para cada muerto
85 min.
5,1
206
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Sinopsis
Paolo Scaporella, inspector de la policía de Milán, es encargado por sus superiores de investigar y resolver el caso del asesino de las libélulas, que tiene atemorizada a toda la población. Tras la muerte de diversos individuos del hampa, Paolo, con la ayuda de su novia Silvana, va cercando cada vez más al asesino. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Terror Giallo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Una libélula para cada muerto
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Giallo ibérico y superior a la media
Giallo español rodado en España pero ambientado en Italia que, además de contar con uno de los más prolíficos actores en el campo de terror, Paul Naschy, se deshizo de algunos de los elementos particulares del género, logrando un resultado más que meritorio.

Antes de hablar sobre ello, sin embargo, cabría destacar que "Una libélula para cada muerto" es un Giallo con todas las de la ley, pues si bien elude algunas de sus características, también hace uso de un buen dechado de ellas, como la vista subjetiva (en algún momento preciso), los típicos zooms de los que se solía hacer gala o la atractiva banda sonora acompañando en todo momento los asesinatos. Sin embargo, el particular ensañamiento en cada muerte, la presencia aquí de un investigador que no es impostado, sino propiamente un detective, y el uso de armas de fuego en algún momento, certifican que no nos hallamos ante un Giallo corriente.

Otro hecho curioso es que, precisamente, ese detective, debe arrestar a un tipo que comete asesinatos de personajes que él mismo considera escoria (a saber: drogadictos, prostitutas, etc..), amén de que ese asesino, deja de serlo por los típicos traumas, y desde buen comienzo se descubre ante el protagonista del film como un criminal que mata por la condición social de los asesinados, más que otra cosa.

Así, y componiendo uno de los Giallos con más muertos que servidor haya podido ver, Klimovsky trenza un buen film, haciendo que su desarrollo posea cierto interés, dejando caer ciertos valores del propio protagonista, y trazando una conclusión que huye de giros complejos y hace de "Una libélula para cada muerto" una propuesta de lo más acertada dentro de su género que agradará a todos aquellos acérrimos de este tipo de cine.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El silencio de los corderos.
El duro y sagaz inspector Scarapella (Paul Naschy) es el encargado de resolver el caso de una serie de asesinatos que se están cometiendo sobre putas, drogadictos y otras gentes de mal vivir y en el que el asesino (una figura humana con un pantalón rojo y embutida en un largo abrigo, que sabemos es de mujer por un botón hallado en una escena del crimen y al que nunca vemos la cara mientras hace sus escabechinas), siempre deja una figura con forma de libélula, recordando a un antiguo rito caldeo, que consistía en coser a las ropas de los considerados por ellos escoria de la sociedad, una libélula y si reincidían los descuartizaban y marcaban con sangre del ajusticiado una libélula en la entrada de los templos.
Entretenido y buen policiaco, en base a un buen guion, que sin muchas florituras ni alardes, hace avanzar de forma adecuada y atractiva la trama, con un Paul Naschy realmente esplendido como el duro y a la vez sentimental policía que al llegar a casa comenta con su mujer los avances del caso (una buena y sagaz detective aficionada), una magnifica fotografía y que, a mi juicio, aunque este etiquetada como giallo, por aquello de ser un policiaco con asesino desconocido matando gente hasta el final, yo la calificaría como buen policiaco español ambientado en Italia, ya que apenas hay escenas de sangre (en la mayoría de las muertes la cámara nos muestra el momento en el que el asesino alza el arma, sin recrearse en el uso de esta, todo lo mas viendo las salpicaduras de sangre fuera de plano) y en el que las motivaciones del asesino para así actuar quedan clara y convincentemente explicadas, en cuanto a lo del excesivo número de muertos que he leído en la anterior critica, supongo (en el mejor y más bondadoso de los casos), que tan errónea afirmación será consecuencia de que apenas ha visto, no ya giallos o como lo quieras llamar, sino pocas películas de asesinos seriales.
Las escenas de acción (la pelea de Paul Naschy con los 4 matones) y alguna que otra muerte (la caída de la montaña rusa y la que cierra el film), desprenden una gran fuerza visual.
Para finalizar, señalar que la combinación de libélulas, ritos caldeos, necrofilia y travestismo, prefiguran sorprendentemente “El silencio de los corderos” (según palabras del propio Paul Naschy), por lo que creo que esta película es absolutamente recomendable para todo amante del cine y considero un acto de prepotencia y menosprecio (por lo excluyente) el empleo del adjetivo “acérrimo”, para definir al aficionado a cualquier tipo de temática.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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