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InAlienable (2008)

6
Lo que tiene el mejor cine de Serie B
"Renegade Studios", la compañía que pusieron en marcha Walter Koening (el Chekov de "Star Trek") y un tal Sky Conway para sacar adelante 'fan movies' de la franquicia, llevó a cabo también este estimable film, a caballo entre el terror y la 'scfi', pero que deriva en un drama judicial sobre la custodia de un alienígena concebido y traído al mundo por un humano del género masculino.

Lo más destacable es que, pese a lo que podría deducirse de esa sinopsis, no nos encontrarnos ante el típico filme friki de bajo presupuesto, pretendidamente efectista y asquerosito, de los que hay tantos, sin otra pretensión que divertir, entretener o hacer reír de modo mas o menos voluntario.

Y es que aunque es muy de agradecer que la película no renuncie nunca del todo a esa ligereza y no se tome del todo en serio, lo es más aún que adopte un enfoque bastante más sosegado e introspectivo que esas otras cintas, centrándose mucho más en las implicaciones de lo que se nos cuenta. Porque la cinta mueve más de una vez a pensar y reflexionar sobre cuestiones como los límites del ser humano y si sus derechos "inAlineables" alcanzan a todo bicho viviente, así como sobre el propio concepto de paternidad.

Y es precisamente esa combinación entre la modestia de los efectos especiales, y el, por así decirlo, "humanismo" de una trama de cierto alcance conceptual, pero sin que la película tenga ningún tipo de ínfulas ni demasiadas pretensiones, lo que le da a la peli un aire de Serie B clásica más atractivo. Un aire clásico y una mirada humanista que también remiten al espíritu de las mejores series de ciencia ficción como "Star Trek" (de cuyo reparto no solo está aquí Koening sino nada más y nada menos que Marina Sirtis, entre otros), "Expediente X" o "The Twilight Zone".

Dicho lo cual, también hay que agregar que la película no es totalmente redonda ni lo pretende. Y que junto a una puesta en escena más que aseadita y nada desmañada, también hay detalles del guión de Walter Koening que te parece que podían estar mejor resueltos y currados, como, por ejemplo, la subtrama de la relación del protagonista con el personaje interpretado por... Walter Koening.

Pero en su conjunto, la cinta te remueve, y gracias a una interpretación de Richard Hatch (el Apolo de la primera "Galáctica", el Zarek de la segunda) más que convincente, incluso llega a conmoverte en algún momento, como en las escenas que comparte con la criaturita engendrada por las estrellas pero nacida de sus entrañas, creada a partir de maquillaje y técnicas que pueden parecer toscos, pero cuyo resultado no deja de provocar ternura.

Y es que el personaje de la letrada que interpreta Marina Sirtis, incluso se refiere explícitamente en uno de sus alegatos a "El hombre Elefante" (David Lynch, 1980), aunque, por aquello de "la paternidad complicada", uno no puede dejar de ver también en el film ecos de "Cabeza Borradora" (David Lynch, 1977) o de "¡Estoy Vivo!" (Larry Cohen, 1974).

Además, y aunque no voy a revelarlo, la peli tiene un final nada convencional, y que podría dar lugar a muchísimo debate. Por no hablar, entre otos de sus méritos, del sentido del humor soterradillo y elegante que impregna casi todo y del que el atrabiliario y simpático abogado interpretado por Erck Avari es el principal epítome.

Amen, para qué negarlo, de lo agradable que es ver a Courtney Peldon, -la novieta que se echa Hatch antes del parto del monstruito-,por su contundencia escultural y la dulzura de su rostro. Vamos, que está más buena que un queso, además de ser y parecer más guapa y más maja que las pesetas, no sé si me explico. Porque a veces el cine de Serie B es lo que tiene.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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