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Embajadores en el infierno (1956)

Embajadores en el infierno
103 min.
5,7
504
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Disponible en:
Suscripción
Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Cuatro soldados de la División Azul española que habían participado en la invasión del territorio soviético por parte del ejército alemán son apresados tras la expulsión de las fuerzas hitlerianas. Son enviados a campos de trabajos forzados y la única manera que tienen de vivir una vida mejor allí es renunciando a la nacionalidad española. Tan sólo dos de ellos aceptan tal condición, pero los otros españoles comienzan una lucha por mantener su fidelidad a los valores franquistas, comandados por el capitán Adrados, que se encarga de señalar como traidores a todos los que ceden para mejorar sus condiciones. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bélico II Guerra Mundial Propaganda
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Embajadores en el infierno
Duración
103 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Entretenida y absolutamente recomendable como documento histórico.
Durante la segunda guerra mundial, y ante las presiones alemanas para que España se involucrara en esta, se formo una división de voluntarios (entre los que se encontraba, el luego mítico director de cine Luis García Berlanga), compuesta por unos 40000 hombres, que en nombre de la lucha contra el comunismo (aunque no fueron esas las únicas motivaciones que empujaron a esos hombres a alistarse, también les movían afán de congraciarse con el régimen por parte de derrotados en la guerra civil, afán de aventura, etc..) fueron enviados al frente ruso a luchar contra estos, codo a codo con los nazis.
La película nos cuenta la historia de un puñado de esos hombres liderados por el capitán Adrados, que fueron hechos prisioneros por los bolcheviques en un campo de trabajos forzados y las penas y privaciones que pasaron debido a su férrea resistencia a comulgar con el ideario de sus captores.
Se nos presenta al Capitán como un hombre de una pieza, inmune al desaliento y que pese a ser trasladado a otros campos de trabajo, siempre la lía, por lo que acaba en Siberia condenado a 25 años, siempre como feroz anticomunista.
La película está basada en una serie de entrevistas, luego publicadas en un libro (Embajador en el infierno 1955), hechas por Torcuato Luca de Tena al capitán Palacios (el capitán Adrados de la película).
Las actuaciones son convincentes y el ambiente gélido de esos crueles campos está bastante conseguido, pecando (presumo), como es natural dado la época y el régimen imperante de muy patriótica y anticomunista (en las memorias de Berlanga, no vi por ningún lado tanto anticomunismo latente entre los expedicionarios).
Entretenida y absolutamente recomendable como documento histórico.
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32 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Cuando La Roja era La Azul
No creo que nadie, a estas alturas, se atreva a poner en duda que Stalin hizo méritos sobrados para ser considerado uno de los mayores monstruos del siglo XX. Que ya es mérito. Siguiendo sus órdenes expresas, se deportó, asesinó o torturó a millones de personas. Gobernó de modo despótico y brutal durante décadas. Su régimen mantuvo en la pobreza y la ignorancia a la inmensa mayoría de habitantes de uno de los países más poderosos del planeta. No es extraño que quienes padecían su tiranía y los habitantes bien informados de las democracias occidentales desearan el fin de sus días, maldijeran los horrores del régimen soviético e hicieran cuanto estuviera en sus manos por denunciarlo y combatirlo.

Lo que no me queda tan claro, después de ver esta película, es qué narices se les había perdido en Rusia a los miembros de la División Azul. Cuando uno ve y oye al capitán Adrados mostrando orgulloso su camisa falangista y soltándole a uno de sus captores que él está allí para luchar contra el comunismo, cree entender el porqué. Hasta que se cae en la cuenta de que la División Azul participó en el asedio de Leningrado, donde murió más de un millón de civiles, empujados por alemanes y españoles a la congelación y el canibalismo. Y se pregunta uno si lo que querían Adrados y los suyos era liberar a los rusos definitivamente y sin vuelta atrás, esto es, matándoles lentamente de hambre y frío. Qué curioso modo tenemos los españoles de solidarizarnos con los oprimidos, la verdad. Y los rusos, mientras, encarcelando a sus libertadores y comiéndose su turrón de Jijona. Hay que ser desagradecido.

Es una obviedad que esta película es un vehículo de exaltación falangista. Difícilmente podría ser otra cosa, filmada dos años después del regreso a España de los divisionarios supervivientes. Pero está rodada, sin embargo, con pericia y soltura, la ambientación es buena, posee algunas escenas de cierta intensidad dramática, la narración es ágil y demuestra un notable sentido del ritmo, no en vano Forqué firmaría pocos años después “Atraco a las tres”.

Lo que lastra la película, en todo caso, no es su tufo propagandístico o su maniqueísmo. Que a los rusos se les pinte como cretinos integrales o bestias mentirosas y crueles entra dentro de lo normal, pero es que el tal Adrados no es mucho mejor. Es un bravucón y un fanático, un doctrinario al que no cuesta mucho imaginar descerrajando tiros en cunetas y tapias de cementerio, que impide a sus hombres cualquier tentación desviacionista, usando si conviene la amenaza. Para él no existen los hombres, sólo existen las ideas, y cualquier sacrificio de vidas humanas es poco con tal de volver a España “por la puerta grande”. No hay piedad ni humanidad ni para rusos ni para españoles en esta película, que pasa por alto la pluralidad de motivos de los divisionarios, sus dilemas, dudas y miedos profundos, juzgados únicamente en función de su grado de fidelidad a una abstracción que desprecia el sufrimiento de sus víctimas.
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36 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
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