arrow

On the Bowery (1957)

On the Bowery
65 min.
7,6
457
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Tres días de desesperación en un barrio pobre de Manhattan, los barrios bajos de Nueva York apodado "The Bowery" (el barrio de los vagabundos). La película cuenta la historia de Ray, un trabajador ferroviario, a la deriva en el Bowery, en busca de juerga después de un arduo trabajo. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Drama Cine independiente USA Pobreza Alcoholismo
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
On the Bowery
Duración
65 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1957: Nominada al Oscar: Mejor documental
1956: Premios BAFTA: Mejor documental
7
Puñetazo al sueño americano
Cine de guerrilla de la mano de Lionel Rogosin. Para mi es un autentico desconocido, a partir de ahora habrá que ponerse las pilas y recuperar a un director fuera de lo común en el cine americano de la década de los 50, según Cassavetes “probablemente el mejor documentalista”. Otro cine fue posible. Influenciado por el cine neorrealista italiano pero siguiendo unas directrices mas documentales que normas de ficción. Retrata lo que sus ojos/cámara ve. El hilo conductor es muy simple, un hombre vuelve después de trabajar en el verano a un barrio marginal de New York. On the Bowery es la puerta trasera de todo lo que antes se había visto. Los grandes estudios siempre se han dedicado a enseñar lo bonito de la ciudad hasta llegada de Cowboy de medianoche (John Schlesinger, 1969). Rogosin con un estilo seco y directo muestra una ciudad desconocida.

Es impresionante el rostro de cada personaje. Como si la cámara fuese un fotógrafo logra captar el alma de esos hombres y mujeres impregnado de litros de alcohol. Los ojos cuentan historias destrozadas. Ligeras confesiones del pasado de alguno. Soldados, médicos... en algún momento, sus vidas han sido trucadas por alguna desgracia que desconocemos. Todos llegan al barrio de Bowery, el lugar más triste e increíble del mundo. Lugar de peregrinaje de los desechos de una sociedad la cual desconocen o no quiere saber que existen (escena pidiendo en una zona céntrica). La policía hace la limpia mañanera con los que no han podido despertase y huir. La basura hay que esconderla bajo la alfombra. Sorprende la media de edad de todos ellos. Ninguno baja los 40 y la mayoría pasada de años.

Duermen en la calle, cualquier esquina o acera es buena. Las horas del día pasan embriagados (hasta alcohol casero hacen en plena calle). Zombies deambulando por el barrio. Entre ellos hay una relación extraña. Existe el compañerismo, se ayudan para escapar de la policía, en buscar trabajo pero a la vez se aprovechan entre si. Quien tiene dinero acaba no se sabe como, invitando y dejando toda la pasta en alcohol. Tampoco habrá problemas en robarle a ese mismo compañero de fatigas. Las peleas entre borrachos es continuo y las tertulias vacías el único entretenimiento. Pueden pasar horas tirados en la calle o en la barra de un bar, no hay futuro, solo se busca el último trago. A pesar de que el protagonista consciente del precipicio en el que se encuentra no sera capaz de abandonar. El agujero es muy profundo.
[Leer más +]
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El Bowery de los años 50, antesala del inframundo (8.2)
Seguramente, muchos de nosotros hayamos pasado por esta calle al visitar los Little Italy y Chinatown de Manhattan, y, seguramente, la mayoría no hemos sido conscientes de su singular historia. Para serlo, tendríamos que habernos cruzado antes con documentos como éste, porque el barrio, cuyos orígenes se asocian a los primeros inmigrantes holandeses del siglo XVII, ha ido cambiando mucho a lo largo de las décadas, pasando de extremo a extremo. Alguien llegó a decir: “El Bowery ha sido pobre, rico, violento, culto, exclusivo y oprimido, todo al mismo tiempo”.

Entre los años de la gran depresión y los 70, la zona se empobreció especialmente, siendo considerado el barrio más bajo de Nueva York entre los 40 y los 50, cuando el tren elevado formaba parte, aún, de su paisaje y en las aceras se concentraban alcohólicos, rateros y vagabundos —condiciones humanas que no son mutuamente excluyentes, sino, más bien, lo contrario—. Por aquellos años, quería empezar a luchar contra las injusticias —así, en general, en abstracto— un joven idealista llamado Lionel Rogosin, desencantado con el capitalismo e impactado por los conflictos raciales que observó en Sudáfrica en sus viajes de año sabático tras la SGM. No tenía mucha experiencia en el cine, más allá de la amateur, pero estaba tan influenciado por el neorrealismo italiano y los documentales de Flaherty que mandó al traste su empleo como ingeniero químico en la empresa familiar y, con lo poco que había ahorrado, decidió financiarse un documental contra el apartheid. Cambió de planes debido al bajo presupuesto y decidió centrarse en algo más cercano, la marginal calle que nos ocupa. Entabló amistad con algunos residentes que le contaron las vivencias con las que construyó la breve línea argumental e, incluso, participaron como actores en la parte de pseudo ficción, que se entremezcla con escenas filmadas subrepticiamente con cámara oculta para mostrar peleas en los bares, indigentes durmiendo a la intemperie y borrachos que apenas podían mantenerse en pie. El trabajo final fue, sorprendentemente, notable, gracias a que se fueron incorporando al proyecto, poco a poco, profesionales con más experiencia que aconsejaron muy bien al joven director novel, rebajando sus ambiciones y aterrizándole a un proyecto humilde y sencillo, pero que terminó resultando muy revelador, tanto como para conseguir nominación al Oscar. El resto, es historia, y otros usuarios ya han listado por estos lares su coherente filmografía.

El espectador normal percibirá con mirada conmiserativa los personajes que se le presentan. Habrá, también, quienes sientan desprecio hacia ellos —de todo tiene que haber en la viña del Señor.
Yo soy incapaz de mirar a estos desheredados por encima del hombro, les entiendo demasiado bien. Quizás sea porque su misma debilidad la llevo en los genes: mi abuelo paterno y sus amistades pasaban las noches entre barricas y los días durmiendo la mona, allá en los pueblos manchegos de finales del franquismo, seguramente porque nada fue lo esperado ni lo deseado en sus vidas. De momento, sigo siendo abstemio, aunque ni yo mismo sé de dónde saco las fuerzas, porque cada vez comprendo menos el mundo y el alcohol me parece una ayuda tan válida como cualquier otra para hacer tiempo mientras se espera la llegada de la Parca. Creo que aguantaré así mientras siga pudiendo jugar al fútbol, mi particular droga.
[Leer más +]
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre On the Bowery
Fichas más visitadas