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Fantasmas de la ruta (2013)

Fantasmas de la ruta
210 min.
6,4
26
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Sinopsis
“Fantasmas de la ruta” tiene como protagonista al Vikingo: un motoquero que reparte frutas y verduras en una vieja camioneta. Entre sus compañeros motoqueros, el mejor amigo es Mauro, el más joven del grupo, a quien quiere como si fuera su hijo. En un momento Mauro se pone de novio con Antonella, una de las chicas más lindas del barrio. Mauro tiene un primo, Sergio, que estuvo preso por delitos sexuales. Este exconvicto se dedica a reclutar chicas para entregarlas al dueño de un prostíbulo. Es así que rapta a Antonella. Mauro junto al Vikingo y sus amigos motoqueros recorrerán los prostíbulos del conurbano bonaerense para rescatarla, ignorando el verdadero destino de la chica. Edición para proyección en salas de cine de la serie del mismo nombre. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Thriller Secuestros / Desapariciones Prostitución Crimen Motos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
Fantasmas de la ruta
Duración
210 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2013: Festival de Mar de Plata: Sección oficial largometrajes a concurso
9
Riders on the storm
Mayúscula sorpresa de un título que ninguna referencia tenía y que, descubro, a pesar de sus deficiencias, estamos ante una obra remarcable.

"Fantasmas en la ruta" se puede interpretar desde diferentes ángulos. Podría ser la historia de la amistad de Vikingo y Mauro, que es puesta a prueba por los múltiples peligros y trampas del barrio bravo en el que habitan. O una tragedia amorosa entre Antonella y Mauro, complicada por los peores defectos de una sociedad, dónde gracias a la permisividad de cierto sector de la policía es posible explotar sexualmente a mujeres, traficar con droga y lo que se te ocurra. O podría ser una reinterpretación del cine negro americano pero con elementos argentinos, puliendo sus rasgos más tópicos e ingenuos para resultar una historia áspera y descarnada. O también podría ser vista como una revisión del cine de gauchos, gauchos motorizados, en una región sumamente descuidada por las autoridades, dónde la ley resulta flaca y sólo le alcanza para comportarse como una pandilla más.

Es imposible evadirse de lo acartonados que están los actores en muchas escenas, que se comportan de una forma rígida, se nota que no están cómodos porque muy posiblemente son actores naturales y no han recibido excesiva formación dramática que les permita expresarse como en la vida real. Recordando por ejemplo al cine de Carlos Sorín podemos comprender que es posible formar a estos actores naturales y sacar de ellos una mayor naturalidad, así que no culpo a los actores, yo apuntaría antes hacia la dirección. Claro que viendo según que personajes, que sí que transmiten la sensación de amenaza, también es posible que su aparición en la película sea un pequeño milagro y no descarto que su presencia ante la cámara haya sido por un tiempo limitado, sin demasiado tiempo para repetir tomas indefinidamente. Son peces fuera de su entorno y que sin embargo a la larga terminan cuajando, no es tan difícil suspender ese juicio crítico.

Y si es posible poner en cuarentena las exigencias en cuanto a actuaciones es porque realmente comprobamos que a fuego lento el relato se arma con vigor, que el director comprende el material que trabaja y además respeta a los personajes y los actores, sin importar su procedencia. No están en pantalla para hacer algo convencional. La mayor virtud de esta obra sin duda es su autenticidad, su capacidad para transmitir estos códigos que los personajes manejan. Nociones como la confianza y la lealtad se expresan con claridad en estas extrañas normas de ese extraño mundo que Campuzano retrata con vívidamente. Dado el continuo vendaval al que están continuamente sometidos, estos jinetes necesitan respetar sus códigos para sobrevivir a esas numerosas tormentas y tormentos. Una muestra de desconfianza en un momento comprometido puede distanciar a dos grandes amigos, sus relaciones no son como en el cine de Hollywood, dónde el amor es puro y aguanta todas las pruebas y las amistades son incuestionables, salvo si conviene al guion. Aquí las acciones tienen consecuencias que no son inmediatas, a veces se dilatan a lo largo del tiempo, creciendo de escena a escena, de forma que los rumbos que los personajes adoptan acaban en puntos que ellos mismos comprendemos no habrían adivinado y además resultan coherentes según va ocurriendo en pantalla.

Tienes la sensación de acceder a un mundo extraño, que una forma aproximada existe tal que así en Quilmes, dónde la seguridad no es una materia clara y no hay tiempo para las cuitas que se imponen en los noticieros estatales. Es un submundo dónde el respeto puede retirarse por una mala actitud pero muchos compromisos son más sólidos que el acero. Ser un buchón es peor que ser un pistolero. Si alguna vez has visto títulos como ahora "End of Watch" y te han parecido extrañamente falsas, "Fantasmas de la ruta" te explica porqué.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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