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Esclava del amor (1976)

Esclava del amor
94 min.
6,9
128
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Sinopsis
Crimea, 1917. Mientras el Ejército Blanco trata de frenar la revolución bolchevique, un equipo de cine intenta terminar el rodaje de una película de amor. Paralelamente, un fotógrafo se dedica a filmar la violenta represión contra el levantamiento popular. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Romance Revolución Rusa Cine dentro del cine
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Unión Soviética (URSS) Unión Soviética (URSS)
Título original:
Raba lyubvi (A Slave of Love)
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1978: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor película extranjera
1978: Asociación de Críticos de Los Angeles: Nominada a Mejor película extranjera
1978: Asociación de Críticos Norteamericanos (NBR): Nominada a Mejores películas extranjeras del año.
7
Consecuencias patrias.
La importancia del entorno desplazada. Ignorancia como morada. Héroes involuntarios al margen. Amores que destapan consecuencias patrias. Símbolos mal aprovechados. Herramientas sin filo que hacen más daño de cualquier disparo.

Mikhalkov vuelve a rodar entre absurdas caricaturas y firmes valores políticos. Reserva actos para desconectados y romances que sustituyen.

Curioso que entre tanto blanco y rojo, el que destaque sea el rosa de Olga con sus melodías azucaradas.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Entre el ayer y el ahora... entre el amor y el sufrimiento
Muy pocas huellas logró dejar el cine ruso que se realizara antes de la Revolución Bolchevique. Entre lo más sobresaliente, y a falta de haber podido verlas, citamos algunas de las que los historiadores mencionan: “Eugenio Onegin” (1911) y “Defensa de Sebastopol” (1911), dirigidas ambas por Vasili Goncharov; “La Sonata Kreutzer” (1911) y “Anna Karenina” (1914), con base en obras de Lev Tolstói; dos películas dirigidas por Yákov Protazánov: “La Dama de Picas” (1916) inspirada en la novela de Aleksandr Pushkin y “El Padre Sergio” (1918), basada también en novela de Tolstói, y algunas otras, pues, la censura zarista era también de afiladas tijeras y el grueso de la producción –para salvar inversiones- apuntaba principalmente hacia las comedias, romances y aventuras con escasa ideología.

Sobre la filmación de la que, supuestamente, podría considerarse como la última película pre-revolución, “La Esclava del Amor”, y sobre los incidentes que sucedieron durante su accidentado rodaje, se ha ocupado el director Nikita Mikhalkov, tomando en cuenta, de manera contundente, un principio profesional que surgiera del gran Karl Marx: “El arte y el artista -decía- están condicionados por los métodos de producción que prevalecen en su medio, pero, tal condicionamiento, no deberá obstaculizarlo para poner su arte al servicio de las ideas sociales, mientras va contribuyendo a la modificación de ese medio”.

Cine dentro del cine, “LA ESCLAVA DEL AMOR”, comienza con una proyección del filme que acaba de protagonizar la muy admirada Olga Voznesenskaya (Elena Solovei), pero, de repente, en la sala irrumpe la policía del zar, la función se suspende y un miembro del comité revolucionario (luego sabremos su nombre), es golpeado y secuestrado por ellos. Paso a paso, La Revolución Bolchevique está en marcha, y en un largo flashback vamos a ver, a continuación, parte del accidentado rodaje y la suerte de valiosos personajes que se mueven entre el equipo de producción.

Como sería bastante común en el cine de Mikhalkov, la historia se mueve durante un buen tiempo en un ambiente de comedia dramática, mientras la propuesta política va subiendo de tono en un sutil y muy eficaz crescendo… y con unas cuantas y muy efectivas sorpresas. Se adivina ya esa admiración por el universo chejoviano que pronto culminaría adaptando algunas de sus más preciadas obras… y entonces, vemos espacios con mucha naturaleza, bastante color y sorna en las situaciones, y ciertos personajes que bordan la caricatura bufonesca como una suerte de mofa de la sociedad a la que se alude.

El guion de Fridrikh Gorenshtein y Andrei Konchalovsky, consigue de brillante manera entrecruzar a los personajes que, definitivamente, ven con indiferencia el profundo cambio social que se está llevando a cabo, con aquellos que, de manera subterránea, se están moviendo a su servicio… entre tanto, una aparentemente cursi historia de amor -muy semejante a la que se está rodando-, se va transformando en algo muy significativo que quizás dé validez a la cita de Marx que transcribimos arriba.

De manera curiosa, el director decide utilizar al popular actor Aleksandr Kalyágin (¿sería para calmarle su anhelo de “ser” realizador?), haciendo que su personaje de director del filme que se rueda lleve su mismo nombre y, además, tiene con él simpáticos apuntes acerca de su deseo de rebajar de peso sin dejar de comer… ¡y tienen que ver su especial manera de hacer gimnasia!… ¡casi me vi mirándome en un espejo!

Imposible omitir la mención de la muy bella partitura de Eduard Artemiev, un compositor cuyas obras tendrían ya que haber cruzado todas las fronteras.

“LA ESCLAVA DEL AMOR”, haría de Nikita Mikhalkov un nombre para recordar.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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