Corrupción (1968)

Los límites de la ciencia siempre han encontrado en la pantalla un campo abonado en el que exponer teorías, esbozar planteamientos y apuntar desarrollos novedosos e inquietantes.
La propuesta de R. Hartford-Davis se adentra con soltura en el mundo de los valores, de los prejuicios y de las prioridades y expone un mensaje sobrio con escenas elocuentes y diálogos explícitos.
El control del ritmo es pausado, la acción posee intensidad e intriga, el juego de las cámaras compone la imagen para que sea su aliada permanente y sabe realzar el brío de la acción con la presencia de lo inesperado.
Pero en la barahúnda de las emociones a veces el espejo traza una línea muy definida más allá de la cual sólo existe el frío.

Considerada en muchos foros como una de las peores películas de la década, cuenta en su haber con el incombustible Peter Cushing, encarnando aquí a un Cirujano obsesionado con recuperar la belleza perdida de su novia.
En lo referente al proceso Bio-molecular para la recuperación de dicha belleza, los desvaríos y los atentados contra la ciencia son continuos, pero acaso no es algo presentado continuamente por el cine, acaso no lo es el mismo monstruo del Doctor Frankenstein.
Por otro lado, los errores y desestructuración continua a la hora de presentar los métodos poco ortodoxos de dicho doctor para conseguir el material encefálico que precisa, también es un atentado contra el desempeño del guión y la narración. Pero ya estamos acostumbrados en el cine actual a semejantes desvaríos, así que a mí no me molesta en absoluto tal caos.
Chicas guapas, ambiente sesentero y un afán contumaz por la acción convierten a esta película en una curiosidad apta para los fans de la Serie B de los años Sesenta, así como para los que siempre disfrutan con la presencia de Mister Cushing.
Absolutamente recomendable.