Kafka, la verdad oculta (1991)

Esta película se llama 'Kafka' pero tiene muy poco que ver con el escritor checo. Se podría llamar 'Kaska', o 'Kafta', como las falsas angulas que se llaman 'gulas', por si cuela.
En lo personal, Franz Kafka era un hombre vivaz, amable y risueño. En su obra reveló una de las mentes más lúcidas y despiertas del siglo XX.
El Kafka que deambula por esta película es un tipo apocado, tartamudo, vacilante, y se comporta como un discapacitado social.
La ignorancia no puede achacarse sólo a un desafortunado J. Irons, todavía en Brideshead: el despiste es general. Ni director ni actores se creen lo que están haciendo.
Con parches sacados de la vida y obra del escritor (un detalle del Castillo, otro del Proceso, otro más de la Carta al Padre, alguno de la Colonia Penitenciaria...) se teje confusamente una deshuesada historia, en realidad ampuloso fantaseo que incluye zombies y cráneos trepanados.
El absurdo que se intenta es impostado y gratuito, cuando lo absurdo atribuible a la literatura kafkiana nace más bien de llevar al extremo una lógica inapelable y fría, el imperio de la Burocracia.
Quedan desaprovechadas la conseguida fotografía expresionista y las minuciosas localizaciones en la Praga Vieja. Una lástima.

¿Qué espera uno al ver esta película? Hablando con algunos amigos, ellos esperaban ver una especie de biografía del autor repleta de anécdotas curiosas y fatalidad, y como la película no se lo ofreció, se sintieron profundamente decepcionados. A mi juicio en ningún momento la película se plantea así.

Kafka es un experimento de narración de un universo complejo, no tanto de una realidad cronológica sino de pequeños retazos que a todo aficionado a este escritor se le quedan grabados tanto de su obra como de su (supuesta) vida. A Kafka siempre se le presenta como un alienado social, un oficinista gris con problemas de incomunicación. ¿Era Kafka así? realmente carece de importancia, porque la narración apunta al mito, a la construcción mental que hacemos del personaje y su obra.

La película plantea una ficción interesante en donde las referencias literarias se intercalan creando un nuevo relato kafkiano bastante sorprendente. Es como un cuento lleno de múltiples referencias y notas a pie de página que el lector/espectador tiene que descubrir (algunas más evidentes que otras) y disfrutar en su descubrimiento. Se le invita a participar en un fanfic o un collage de las experiencias de él mismo con la obra.

Y para mi esa es la clave, esta película se dirige al lector de Kafka, no al estudioso / erudito del autor. No quiere ser biográfica (pese a tener detalles de la vida del autor) y no quiere contar una obra del autor (pese a tener varios hilos narrativos reconocibles). Más bien se dirige a los recuerdos del lector, a las impresiones que las obras provocan. Y es increíble. Recuerdo por ejemplo la escena en la que le personaje entra en la habitación de su desaparecido amigo, mi hermana (también lectora de Kafka) y yo nos miramos extrañados, aquella habitación la habíamos visto en nuestra mente, tal y como se veía en la película, era El Proceso, no nos cabía duda. Desde ese momento la película se convirtió en una caja china llena de grabados, decoraciones y secretos, no de verdades, opiniones, moralinas y dogmas.

Jeremy Irons para mi esta fantástico, y no es Kafka (aunque se llame así) sino el personaje que la sociedad ha construido al rededor del autor (al igual que se hace con Poe sin rubor o últimamente con Bukowsky) articulándose dentro del mundo ficticio de su propia realidad. Este mundo ficticio sin embargo, como en Kafka, es bien reconocible y palpable, lleno de horror y extrañeza. La vida misma no demasiado exagerada.

Por último pero no en menor lugar, la BSO de Cliff Martinez, que repetirá con el mismo director en Solaris es impecable, casa a la perfección con la idea de la película.

Total, para mi juicio un notable, notabilísimo ejercicio de recreación y amor por el autor que tantas gratas pesadillas e inseguridades logró provocarnos.