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La tierra tiembla (1948)

La tierra tiembla
152 min.
8,0
2.201
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Sinopsis
Es la primera parte (El episodio del mar) de una trilogía sobre Sicilia. Narra la historia de la lucha de un pescador ('Ntoni Valastro) y su familia para liberarse de la explotación de los mayoristas de la pesca. Libre adaptación de una novela de Giovanni Verga (I Malavoglia). (FILMAFFINITY)
Género
Drama Neorrealismo Pesca
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
La terra trema
Duración
152 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1948: Festival de Venecia: Nominada al León de Oro. Premio Internacional
9
Pescadores
Segundo largometraje de Luchino Visconti (1906-1976), concebido inicialmente como primer episodio de una trilogía dedicada a los trabajadores del mar, de la minería y del campo. El guión, de Antonio Pietrangeli y L. Visconti, desarrolla un argumento de L. Visconti, inspirado libremente en la novela “I malavoglia” (1881), de Giovanni Verga. Se rueda en escenarios naturales de Aci Trezza (Aci Castello, Catania, Sicilia) y alrededores, entre XI/1947 y V/1948. Es nominado al León de oro (Venecia) y gana el Premio del Jurado Internacional (Venecia). Producido por Salvo D’Angelo para Universalia Films, se proyecta por primera vez en público el 18-VIII-1948 (Venecia).

La acción dramática tiene lugar en el pequeño puerto pesquero de Aci Trezza, situado en la costa oriental de la isla, en el Mar Jónico. La acción se extiende de enero a diciembre de 1947. La familia Valastro, de pescadores por tradición inmemorial, tras la muerte en el mar del padre, Sebastiano, hace un año aproximadamente, la forman 10 miembros: la madre, Maria (Micale), los hijos Ntonio, Mara, Lucía, Nicola, Vanni, Alfio, Lia y Giuseppina, y el abuelo materno. Ntonio (Arcidiacono), el hermano mayor, de 23 años, es el patrón de la barca en sustitución del padre y el líder de la familia. Como pescador es fuerte, hábil y competente. La jornada en el mar comienza tras la puesta de sol y se prolonga hasta el amanecer. Pescan con redes y potentes luces de carburo o acetileno. Las capturas se venden a la compañía mayorista, representada por Lorenzo, Ramón y Nino e integrada, además, por Michele Fichera, Pandolla y otros. Las transacciones tienen lugar al alba, sobre la playa, mediante precios negociables, siempre ínfimos dada la fuerza de los compradores.

El film suma drama, drama social, crónica social y económica y romance. Explora las características y singularidades de una sociedad arcaica, aferrada a las tradiciones, inmovilista, cerrada, olvidada y regida por los mayores. La Iglesia, como referente inmovilista, tiene un gran peso social, aunque sólo sugerido en el film. El repique frecuente de las campanas envuelve la localidad en un aire permanente de exaltación religiosa. Los ricos, socios de la compañía mayorista, se oponen a los cambios, como demuestran las sombras ostentosas de las letras de los antiguos eslóganes fascistas que decoran las oficinas. En el dique del puerto se ven restos de inscripciones monárquicas (“W il Re”) y fascistas (“Sicilia o morte”).

Contra las ideas inmovilistas se levanta Ntonio. Cuando reclama que sean los jóvenes los que negocien los precios con los mayoristas, obtiene el apoyo casi unánime de los compañeros. Cuando sus iniciativas provocan algaradas ruidosas (lanzamiento de las básculas mayoristas al mar), es seguido por un grupo reducido. Cuando propone crear una cooperativa dedicada a la compraventa del pescado y a su venta en Catania, se queda solo y se convierte en víctima del rechazo general.

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51 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Atrapados en las redes
La profesión de pescador es una de las más sacrificadas que hay. Procedo de una estirpe de curtidos hombres de la mar que soportaban día y noche los latigazos de la intemperie, de las mareas y de las acometidas de las aguas, rezando para que el océano fuese benigno y las redes se llenaran de peces hasta los bordes. Algunos de ellos eran contratados en barcos de pesca de altura y pasaban semanas y meses completos sin regresar a casa. Casi todos ellos sabían fabricar y remendar redes, y todos sin excepción se habían curado de espanto siendo muy niños todavía, cuando salían a faenar por primera vez y vomitaban por la borda, hasta que sus estómagos se acostumbraban al vaivén del barco. Al cabo de los años, sus cuerpos fibrosos parecían hechos de roca, las callosidades de sus manos eran tan gruesas que tenían el tacto del papel de lija, y su piel era resistente como el cuero. El olor salado que traían era una seña de identidad, y también el aroma de las redes que decoraban el suelo y las paredes del cobertizo y el patio de la casa de mis abuelos, pues siempre había artes de pesca que fabricar o reparar, y mi abuelo se dedicó a ese oficio hasta que fue ya demasiado mayor y perdió facultades para poder continuar.
Algunos de aquellos marineros se hundieron con sus embarcaciones y dejaron viudas enlutadas y huérfanos que en su mayoría seguían la estela de sus progenitores.
En aquellos tiempos de pobreza, de míseras chabolas diseminadas por las arenas, las familias marineras laboraban de sol a sol sin tregua. Las mujeres trabajaban también a destajo en tierra para mantener a raya la penuria. Si el tiempo se tornaba irascible, aguardaban inquietas en la playa a la hora en la que sus hombres debían aparecer por el horizonte, con las manos haciendo visera sobre la frente para protegerse del sol o del viento. Hembras de manos bastas de tanto trajinar, de rodillas insensibles a fuerza de fregar suelos, con sus vestidos muy gastados que eran prácticamente casi todo el ajuar que poseían. Miraban esperanzadas al frente rogando para que ellos volviesen también ese día. Suplicando a los elementos que tuviesen piedad, si es que Dios las escuchaba.
Esa era su vida.
Y así es la vida de ‘Ntoni, su abuelo, sus hermanos, su madre y sus hermanas. Al padre se lo tragó el mar.
Visconti escogió un pueblo costero siciliano, Aci Trezza, y los actores eran los pescadores locales y sus familias. Escogió un escenario real sin trampa ni cartón, y a gente que lo único que tenía que hacer era lo que conocía de sobra. Actores de la vida, que en verdad no interpretan, sino que se dejan filmar mientras realizan lo que ya saben y lo que ya sienten. Y no tienen nada que envidiar a ningún profesional.
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
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