Doctor Fausto (1967)

"Doctor Faustus" es una adaptación bastante libre de la obra de Christopher Marlowe (1564-1592), escritor inglés predecesor y contemporáneo de Shakespeare y que es considerado como el verdadero inventor del teatro isabelino. Su trágica muerte en una reyerta a la temprana edad de 29 años hizo que solo nos hayan llegado seis obras de él, entre ellas este "Doctor Faustus", publicada póstumamente en 1601.
La obra de Marlowe es la primera adaptación dramática de Fausto, una leyenda alemana que apareció a principios del siglo XVI. Su obra "La trágica historia del doctor Fausto" inspiró luego a Goethe, que publicó su versión en 1808, y a Thomas Mann en 1947.

La leyenda de Fausto se ha llevado en numerosos ocasiones a la pantalla, pero esta versión tiene la originalidad de estar basada en la versión de Marlowe. La película es un proyecto liderado por Richard Burton que adapta al cine la obra de teatro en la que actuó el año anterior con la Sociedad Dramática de la Universidad de Oxford. Además del papel principal, figura como codirector y coproductor. Su esposa Elizabeth Taylor interpreta varios papeles de ideales femeninos, a menudo pintados y completamente mudos. El resto del reparto lo componen estudiantes de teatro de la Sociedad Dramática de la Universidad de Oxford.

"Doctor Faustus" es un proyecto demasiado experimental e intelectual al que le pesa en exceso su origen teatral. Sus decorados barrocos, de bajo presupuesto, y sus colores chillones le confieren un aspecto demasiado estridente y falto de credibilidad. Burton acapara la película al tener casi todo el diálogo, pero sus dotes de actor no son suficientes para borrar la sensación de producto mal acabado y bastante excéntrico.

Para acabar con las deudas del grupo de teatro de la universidad de Oxford donde se había formado, Richard Burton dirigió, en compañía de su querido profesor cuando era estudiante, una modestísima adaptación de la obra de teatro de Christopher Marlowe, autor clásico inglés casi contemporáneo de William Shakespeare. Mucho diálogo, muchos colores, bonitos trajes y decorados muy 'kitch' para un film que se hace interminable pese a durar solo hora y media, lo justo para que Elizabeth Taylor aparezca varias veces pintada como una puerta pero sin decir ni pío. Curioso, al menos.