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Érase una vez en... Hollywood (2019)

Érase una vez en... Hollywood
165 min.
7,0
56.330
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Sinopsis
Hollywood, años 60. La estrella de un western televisivo, Rick Dalton (DiCaprio), intenta amoldarse a los cambios del medio al mismo tiempo que su doble (Pitt). La vida de Dalton está ligada completamente a Hollywood, y es vecino de la joven y prometedora actriz y modelo Sharon Tate (Robbie) que acaba de casarse con el prestigioso director Roman Polanski. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama Comedia Años 60 Cine dentro del cine Comedia negra Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Once Upon a Time in... Hollywood
Duración
165 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Estados Unidos-Reino Unido;
Links
Premios
2019: Premios Oscar: Mejor actor secundario (Brad Pitt) y diseño de prod. 10 noms.
2019: 3 Globos de Oro: Mejor película comedia, guion y actor sec. (Pitt)
2019: Premios BAFTA: Mejor actor secundario (Brad Pitt). 10 nominaciones
2019: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor guion
2019: National Board of Review (NBR): Mejor director y actor sec. Top films del año
9
El cine es ilusión construido sobre espejismos y juguetes rotos (AKA: "Keep Me Hangin' On")
Ya lo dijo Tarantino en una de sus últimas entrevistas promocionando la película: ni hacerla fue un camino de rosas (el director se distancia por primera vez de Harvey Weinstein tras el #MeToo, manteniendo control creativo total eso sí), ni la historia que presenta la misma tampoco lo es. Mucha gente se va a decepcionar porque va a ir a verla creyendo que la trama va de lo que ocurre con Sharon Tate, o porque se espere al Tarantino más comercial y/o esperado a nivel de violencia. Ya digo desde ya que es una película que habla del cine. Sobre el cine dentro y fuera de la pantalla. Sobre los rodajes, sus equipos artísticos y técnicos. Una carta de amor y relativo odio al cine.

Ya desde los títulos iniciales -NO es spoiler-, cuando aparecen los nombres de DiCaprio y Pitt, los mismos están sentados al contrario de donde aparecen, como un espejo. Determinadas escenas con Pitt, Robbie (breve momento cuando Pitt/Booth la observa mientras ella está en la habitación) o el mismo DiCaprio (cuando desahoga en su remolque tras estropear una escena) tienen espejos por el medio. La película no es un retrato robot de la realidad ocurrida, la película es cine. Es cine en su máxima expresión: es ilusión, espejismo. Entretenimiento hecho a la medida del creador. Se toma por tanto licencias notables con las personas de Tate (Margot Robbie está perfecta), Polanski, Steve McQueen (podría haber sido más que un cameo glorificado) o Bruce Lee (desternillante) entre otros. Tarantino hace lo que nosotros hubiéramos querido hacer cuándo éramos niños: hacer nuestros antojos realidad anteponiendo nuestra emoción a la razón. Prueba de ello sin soltar spoilers es la maravillosa secuencia de Tate/Robbie en el cine viéndose a sí misma y contemplando la reacción del público.

Así mismo, esta película también contiene retazos de dureza emocional. En el cine no todo es bonito, quizás nada realmente. Y eso se aprecia por la presión en los rodajes, los rumores que circulan y hacen vetar ciertas personas (el pasado ambiguo del personaje de Booth), los problemas personales de DiCaprio al haberse visto triunfador y ahora estar en decadencia coincidiendo con un relevo generacional, cómo su agente (Pacino) le hunde la moral, el tener una buena edad para vivir pero una cifra con la que te tachan de "viejo" en el mundo del espectáculo, el eterno duelo de los actores al repasar lo que podría haber sido su carrera y al final no fue (el momento 'Gran evasión'). Casos reales hay y conocidos: Rooney Mara iba a volver como Lisbeth Salander hasta que Claire Foy pegó un espontáneo subidón con 'The Crown' y se lo ganó (merecidamente para mí, pese a que la cinta se la pegó en taquilla). Dougray Scott iba a ser Logan/Lobezno en 'X-Men' pero al enrolarse en la segunda de Misión Imposible, un desconocido Hugh Jackman se convirtió en la leyenda que es hoy. Jake Gyllenhaal casi es el Batman de Nolan. Tom Selleck iba a ser Indiana Jones. Will Smith rechazó el Neo de Matrix pensando que sería un fracaso. El propio Tom Cruise fue considerado para el rol de Pitt en ésta (fuente: IMDB). Viendo luego cómo han ido las cosas para muchos de ellos, no quiero ni imaginar cómo se sentirán al despertarse casa mañana y decirse a si mismo "ese pude ser yo". Nosotros vemos el truco del mago, la ilusión, el trabajo ya hecho. Pero entre bambalinas las cosas son crueles, tristes y hasta depresivas. Puede que muchas estrellas se sientan vacías y perdidas como el Rick Dalton de DiCaprio. Y no quiero ni pensar los que ni siquiera tuvieron oportunidad de brillar o fueron olvidados más rápido de lo esperado. Referenciando al David Mills del propio Pitt en 'Seven': "eres una camiseta de moda, dentro de poco ya habrá pasado tu tiempo". Y eso la película lo trascribe muy bien.

Cerrando la crítica, a nivel cinematográfico es una de las mejores del año y a nivel personal es mi favorita del director junto a 'Pulp Fiction' y 'Kill Bill II'. Se permite ser más emocional, más personal. No copia. No ofrece un ejercicio de estilo y referencial sin más, sino que tal vez es su película con mayor contenido concentrado en su argumento.. Se nota que esta vez le ha dado por ir a por una historia más profunda y ser él mismo (lo que hace que la prefiera antes que a casi toda su filmografía). Combina el humor y el drama de forma genial. Así mismo, sigue teniendo grandiosa puntería para seleccionar canciones en el momento adecuado. Ahora bien, no la encuentro redonda del todo. Se hace larga, hay tramos o escenas que podrían haberse recortado o ahorrado y es una película que hay que tener cuidado con lo que se espera de ella. No me extrañaría que se necesitase más de un visionado para calarla (yo lo necesité antes de puntuarla y hacer la crítica, y cuanto más la vi y más pensé sobre ella, más me encandiló). Eso sí, DiCaprio está genial, Robbie es brillante y Pitt da la campanada como mi favorito del reparto. Contiene escenas memorables desde ya (DiCaprio con la niña, por favor; Cliff contra Bruce Lee). Pero desde la escena del rancho poblado por hippies -que parece mutar en una película de terror y suspense a plena luz del día- la película no para de subir y toca techo en una media hora final inolvidable de vitorear y aplaudir. Digan lo que digan, sólo por el final debe ser aprobada. Por lo demás, y en general, una gozada. Imprescindible verla en VOSE. Y quedáos un poco durante los créditos finales.
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651 de 889 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Sin los nombres del cartel, muchos más dirían que es infumable
Hay ciertos autores de culto, tanto en cine como en otras artes y oficios, que han desencadenado, con mayor o menor justicia según qué caso, una horda de seguidores o secta de fieles que les enarbolan cualquier cosa que dicen o hacen. Hoy en día, los máximos exponentes de este fenómeno en el grupito de directores de cine son Christopher Nolan y Quentin Tarantino. Y es curioso como la última película de cada uno de ellos supone un punto equivalente en sus carreras.

Érase una vez en Hollywood es el Dunkerque de Tarantino. Cuando fui a ver la peli de Nolan me encontré algo similar, la crítica y los fans irredentos la aupaban a categoría de obra maestra y lo mejor del director, mientras que el resto del público salió bastante frío de las salas. Descartando al grupo de fans irredentos, que les flipa todo lo que hace su autor de culto, esto se debía a que a nivel técnico Dunkerque era una proeza audiovisual que suponía efectivamente el trabajo de dirección más minucioso de Nolan en toda su carrera, pero a un nivel narrativo la película no le funcionaba a la mayoría. Decían lo que suelen decir, con cierto miedo y complejo, de las pelis que sospechan que no están mal hechas pero que a ellos les han parecido infumables: "No es mala, pero a mi no me ha convencido".

Pero, aunque como producto final me parezca pobre, también hay motivos de elogio. Igual que Nolan en su última peli se propuso, y consiguió, realizar un prodigio técnico, aquí Tarantino hace lo propio. Esta es, sin la menor duda, la película mejor rodada de su carrera. Debe haber sido una delicia componer el story board, recrearse en buscar la opción más plástica para cada plano. Cada decisión visual de estas viñetas ha salido descaradamente de la mente friki de Tarantino, porque los mejores homenajes y guiños de esta ensalada de referencias se encuentran en sus planos. Así que ahí lo reconozco, para un cinéfilo avezado es una delicia disfrutar de este mix de planos tributo. Aunque, claro, lo mismo hacía Brian de Palma en su época y fue una de las razones de que nunca lo tomasen en serio. Supongo que los tiempos cambian.

Ya hemos visto a la pareja de actores en mejores performances (y digo pareja de actores porque los nombres de Robbie, Pacino, Russell... se usan más para rellenar cartel que otra cosa), pero lo que sí es cierto es que DiCaprio está genial en el único personaje bien desarrollado de la historia y que Brad Pitt conforma más que a un personaje a un icono. Le rodea un aura de carisma innata que resulta tan atractiva como el propio Pitt, que a sus 55 años parece en esta película más sex symbol que nunca. Pese a que su Cliff Booth es un perdedor, un inadaptado y sospechamos que en cualquier momento va a rebasar la barrera que separa al sociópata del psicópata, lo cierto es que todos desearíamos ser él de la misma forma que Tyler Durden era lo que Edward Norton quería ser en El club de la lucha.

Pero claro, de la misma forma que un personaje no se puede componer únicamente de estética, una película tampoco puede hacerlo. Y es que una vez más tenemos que decir eso de que el contenido no está a la altura de su continente. Érase una vez en Hollywood está tan vacía como ese Cliff Booth que nos encandila pero del que si lo pensamos bien no nos desarrollan absolutamente nada. Claro, Tarantino ha pintado una postal de amor al cine con el que creció, pero lo hace olvidándose que esa postal la va a ver más gente además de él. Y ahí empiezan los problemas. De entrada, el cine con el que crece Tarantino no solo es una época muy concreta que deja fuera generacionalmente a gran parte del público (finales de los 60 y principios de los 70) sino que encuentra la mayoría de sus referentes en el cine de serie B o Z, en series de la televisión americana y en películas internacionales que han visto él y tres enfermos más (esto me recuerda a cuando Alex de la Iglesia, otro director frikazo que ha visto de todo, explicó su primer encuentro con Tarantino, definiéndolo como el único tío que ha visto películas que a él ni le suenan).

Claro, si las referencias son tan herméticas (y más cuando el que ve la película no vivió en USA en aquella época, que se le pasan por delante todas esas referencias de revistas, cartelería, marcas de consumibles, etc...) es complicado que tu postal sea universal, que es lo que consigue unir a la gente ante la poesía de este tipo de cartas de amor. Pero lo peor no es eso, ya que al fin y al cabo las referencias solo son un extra. O deberían. Pero es que para Tarantino, se puede hacer, y lo hace, una película que sean solo referencias. Sin más. Normalmente los guiones se escriben pensando en un tema, en una motivación, en una tesis, en unos personajes... Aquí no. Aquí el tema, la motivación y hasta los personajes son todo única y exclusivamente referencias. No hay historia, no hay trama, no hay desarrollo. En definitiva, no hay guión. La estructura es una catarata de sketches con regular o poca gracia que no llegan a parecer nunca un producto unificado sólido.

Al final lo intenta arreglar con un chiste, incluso con una cierta autoconsciencia, la del tipo que sale a decir algo, se da cuenta de que no ha estado a la altura y decide darle a la gente una pildorita de alivio cómico para poder hacer mutis por el foro sin que todos nos sintamos demasiado mal. Y es que hasta Tarantino se da cuenta de que dedicar casi 3 horas a hacerse una paja que solo disfruta él usando la aquí pervertidísima excusa del Macguffin (Hitchcock le atizaría de lo lindo si siguiese vivo) es demasiado incluso para él, el maestro del anti-ritmo, experto en estirar hasta la extenuación (aquí más que nunca, da la sensación de querer poner a prueba la paciencia del espectador con ese abuso de los cutaway gag -chistes de flashback-). Y sí, el final es descojonante, pero ni esa despedida con risas, ni todo este ornamento perfeccionista, son suficientes para justificar casi tres horas de metraje hueco.
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