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Stratos (2014)

Stratos
137 min.
5,9
98
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Sinopsis
De noche panadero, de día carnicero (pero de personas). Ese es Stratos, asesino a sueldo por la honorable causa de sacar de la cárcel (por medio de un intrincado plan de fuga) a quien una vez le salvara la vida: Leonidas. Un profesional para el que su tarea es una piedra en el zapato de su conciencia, y que tendrá que actuar con rapidez, aún en su perjuicio, cuando entre en el perverso juego de la mafia el bienestar de la hija de ocho años de su vecina. Según Scott Foundas, una “interpretación mediterránea de Jean-Pierre Melville”, un film sobre la integridad moral en tiempos de crisis, en el que violencia y humor perplejo conviven. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Crisis económica 2008
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Grecia Grecia
Título original:
To mikro psari (Stratos)
Duración
137 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2014: Festival de Berlín: Sección oficial largometrajes a concurso
4
Audaz comienzo, plomizo desenlace
Plomiza sesión de grisura cinematográfica. No puede calificarse de otra forma esta exasperante muestra de laconismo, tiesura y falsa hondura reflexiva. STRATOS , de Yannis Economides, podría haberse conformado como una interesante variante del cine negro europeo, pero aborta muchas de sus posibilidades al empecinarse su realizador en una puesta en escena que reitera más de lo debido y tolerable una serie de parámetros estilísticos, todos ellos puestos en evidencia con demasiada premura. El film se ahoga en su propio caldo de cultivo austero, enjuto y

El film pertenece a esa clase de obras en las que el personaje central participa en todas y cada una de las escenas. Un eje central todopoderoso, que condiciona el tipo de posicionamiento tras la cámara del director, pues ésta debe adaptarse a la demanda particular de ese elemento del todo insustituible, medular y, por lo tanto, condicionante. En esta ocasión se trata de Stratos, un personaje curioso, atractivo en principio, al que desafortunadamente se opta por encorsetar en sus ya de por sí impenetrables características.

Stratos es un maduro asesino a sueldo, poco hablador, parco de gestos, a quien no cesan de llegarle encargos por parte de un cliente que tarda bien poco en cumplir económicamente con el precio estipulado para los encargos. Stratos observa a su presa, espera el momento idóneo, descerraja los tiros necesarios ante la sorpresa de aquella y cobra por la solicitada defunción a bocajarro. Gracias a una conversación con el cliente, sabemos que Stratos vive obsesionado con la idea de devolverle el favor de salvarle la vida a un hombre que se halla preso en una cárcel y que le salvo la vida a él dentro de ella. El cliente le apercibe de que el hermano de éste no es ni mucho menos fiable: sabe que Stratos le pasa fuertes sumas de dinero para, presuntamente, llevar a buen puerto un plan para sacar al recluso del centro penitenciario.

Se nota sobremanera el intento por parte del director y su equipo artístico de imponer un film adscrito al género negro, pero sin someterse por completo a los protocolos exigidos por él, trazando una mirada sociológica sobre el paisaje físico y humano encuadrado (paisajes deshabitados, desguaces, carreteras mal asfaltadas, soledad de exteriores, cielos nublados, sensación de malestar oxidado) imponiendo una fisicidad nada estilizante, asumiendo ese silencio enjuto y avieso propio del “polard” francés, y, sobre todo, emplazando un personaje protagonista que camina sus pasos aferrado a un constante e incomunicado misterio. El problema de STRATOS es que estos loables presupuestos quedan convertidos en intención, no en atractivo cinematográfico

El realizador se empeña torpemente en abusar de la parquedad, el encierro y la circunspección con la que se despacha desde el principio al protagonista. Parece no interesar investigar en ella. Se abusa del rostro cariacontecido y lacónico de aquel, no por culpa del excelente actor que lo encarna, sino de la insistencia por parte de aquel en exponerlo constantemente a esa falta de ímpetu respondedor. La puesta en escena de Economides, además, hace bien poco por airear esa pesadez medular cediendo a una labor un tanto simple, repetitiva y, fundamentalmente, farragosa. El devenir argumental cede a un previsible mecanismo que, conforme avanza el metraje, deja de perder la intensidad de, por ejemplo, el primer asesinato en el autobús. Interesante de partida, por lo tanto, pero dolosamente plúmbea de resultados
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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