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Relato íntimo (1962)

Relato íntimo
109 min.
7,1
190
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Sinopsis
Adaptación de la novela homónima del escritor francés François Mauriac. Cuando Thérèse Desqueyroux es absuelta por un tribunal de haber intentado envenenar a su marido Bernard, recapitula los acontecimientos que la condujeron a ser acusada de intento de asesinato. La gris y monótona vida provinciana y unas convenciones sociales asfixiantes la llevaron a contraer matrimonio con un hombre anódino e inspido, al cual sólo le preocupaba mantener sus propiedades y el buen nombre de la familia. El enigma consiste en saber si se trató de un accidente, si Thérése aumentó premeditadamente la dosis de la medicina que Bernard tomaba o si lo planeó inconscientemente. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Thérèse Desqueyroux
Duración
109 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1962: Festival de Venecia: Mejor actriz (Emmanuelle Riva)
6
El nudo en la espalda
Nadie merece vivir una mentira. Todos debemos ser consecuentes con cada acto que practicamos en esta vida. No todas las personas consiguen vivir su propia vida, están supeditadas a otras. Esta es la razón por las que muchas personas no consiguen realizarse como seres humanos y extender las alas que tienen atadas a la espalda y no consiguen alzar el vuelo para así, poder llegar a lo más alto.

La protagonista de esta película es una de esas personas que no consiguen desatarse las alas. Pero que sabe que las tiene y que quiere usarlas. Pero, por circunstancias, intenta desatarse ella sola el cordel que amarra sus alas. Pero no llega hasta donde tiene el nudo con sus manos. No consigue ayuda de nadie de su alrededor, así que insiste en soltárselas ella sola. Cueste lo que cueste.

Esto nos debería dar esperanzas a todos, para poder ver, que, aunque las adversidades sean terribles y nos vengan de dos en dos, si tenemos insistencia, los brazos acabaran doblándose lo suficiente para poder desatar el nudo que sostienen nuestras alas y poder emprender el vuelo todo lo alto que queramos. Pero debemos ser nosotros mismos quienes soltemos esa cuerda que nos ata, pues, aunque otras personas puedan indicarte donde se encuentra esa cuerda. Tan solo uno mismo, tiene la fuerza suficiente como para desatar el cordel que nos retiene…

Al poder volar libre, por fin, debemos saborear cada instante del vuelo. Pues no ha sido fácil el llegar hasta donde estamos. Hay que cerrar los ojos y respirar con fuerza, el aire que entre en nuestros pulmones, será aire de libertad. Ese, es el mejor aire que puede entrar.

Yo, intentare seguir buscando el cordel en mi espalda…
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7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Somos la piedra en la que nos convertimos, mientras pugnamos por convertirnos en el árbol que somos
Somos aquello en lo que nos convertimos, mientras quizá pugnamos por convertirnos en lo que somos. Therese (Emmanuelle Riva), protagonista de Relato íntimo (Therese Desqueyroux, 1962), de Georges Franju, es una reclusa. Como Christiane (Edith Scob), en la precedente Ojos sin rostro (1959), aunque no porte máscara, o esta sea invisible, como una celda que aprisiona su respiración, consumiendo su vida, en un pueblo de provincias donde la vida parece haber desertado, donde los hombres no tienen interés por el intelecto. El rostro de Christiane está desfigurado a causa de un accidente de coche. Las entrañas de Therese están desfiguradas por una vida sofocada que ha ido extrayendo de sí a la mujer que fue, aquella que se ilusionaba con las expectativas de una vida que nada se corresponden con lo que esperaba. Therese siente que una red invisible la ha atrapado, como las palomas que capturan con red en el bosque, como las que su marido, Bernard (Philippe Noiret), extrae del saco para enseñarle, como si fuera un insólito acontecimiento, como un truco de magia. Pero no hay magia, y ella se siente como la paloma, debatiéndose dentro de ese saco. Siente su vida envenenándose lentamente, por eso decide envenenar a su marido. Este es el relato (o al menos lo que supone la primera mitad, en flashback) del por qué, de cómo se gestó esa decisión que era una reacción de quien siente que está dando sus últimas bocanadas de aire antes de ahogarse. Su envidia de su hermana Anne (Edith Scob) cuando cree que ella ama, y es amada, mientras que ella convive con un marido que además de insípido es hipocondríaco, y sufre arrebatos de ansiedad porque piensa que va a sufrir un infarto. Quizá, por tanto tedio. Teme morir, pero ya está muerto. Y esa condición espectral empapa lentamente a Therese, como una infección que la somete, que la convierte en un objeto, en una reclusa, en una portadora. Therese es su vientre, lo que porta en su vientre, el bebé. No representa más.

Hay dos planos, plano-contraplano, demoledores, que condensa su convivencia. El gesto: ambos comen en el salón, uno frente al otro; Bernard termina, vuelve su silla, hacia la lumbre, y dándole la espalda a Therese, comienza a leer el periódico. Las miradas: el otro ángulo: en primer término Bernard cabecea quedándose dormido, en segundo término la mirada de Therese parece incendiarse de perplejidad y nausea. Nadie podrá entender que su vida la vive otra, que ella no está presente. Conoce en el bosque al hombre que ha enamorado a Anne, Jean (Sami Frey), un hombre al que sí interesa el intelecto, con el que habla de literatura, significativamente de Chejov, agudo retratista y diseccionador de vidas sofocadas; Jean no corresponde a Anne, lo que ansía, como Therese, es escapar de ese encierro de vida árida de provincias. Una vida que es humo, como el que brota del fuego junto al que se despiden. El tiempo pasa, un incendio abrasa los bosques de la zona, como consumen las entrañas de Therese; las llamas ya la desbordan, la acción desesperada es la única opción. Bernard pensará que ha querido asesinarle porque quiere quedarse con sus pinos, su cortedad de miras es incapaz de advertir lo que se agita en el interior de Therese, como fue también incapaz de entender la desesperación de Anne cuando Jean la rechazó. Therese quiere los pinos, sí, pero anhela lo que representan, esa convulsión de pasiones que llamea en la naturaleza y que falta en su vida. No hay llamas ni tempestad en su vida, es una vida reducida, postrada, al pairo. Relato íntimo es una de las obras que encabezaría una selección de las películas de ‘mi vida’, en un sentido amplio. Me reconozco.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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