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Ben Hur (C) (1907)

Ben Hur (C)
12 min.
4,0
164
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Sinopsis
Primera adaptación de la novela de Lewis Wallace, siendo poco más que una escena de la carrera de cuadrigas. Se filmó sin los permisos de los herederos de Wallace, cuya denuncia y posterior sentencia sentó precedente en el derecho de propiedad intelectual. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Antigua Roma Cine mudo Orígenes del cine Cortometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Ben Hur
Duración
12 min.
Guion
Compañías
Grupos
Ben-Hur
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4
Cinexin
En los albores del cine se rodó esta adaptación sin permiso de los autores y que apenas alcanza los 15 minutos, describiendo, de manera torpe y estática la carrera de cuadrigas, en un plano fijo por el que pasan diversas cuadrigas que apenas se diferencian. Estamos en 1907 y tampoco se pueden pedir peras al olmo, el hecho de construir unas cuadrigas y hacerlas correr ya tiene su mérito, aunque técnicamente son mejores las filmaciones caseras de la Primera Comunión.

Únicamente para aficionados a la arqueologia del cine.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Be-Hur al fondo.
30/01(01/02/23) Curiosidad anecdótica este drama histórico mudo, anunciado pomposamente en su momento como “El mayor espectáculo jamás filmado en USA”. Fue la primera adaptación cinematográfica de la popular novela de Lew Wallace de 1880 “Ben-Hur: A Tale of the Christ”. Codirigido por Sidney Olcott y Frank Oakes Rose, "photoplay" producido por Kalem Company de la ciudad de Nueva York, sus escenas, incluida carrera culminante de carros, filmadas en el distrito de Brooklyn de la ciudad. Cortometraje mudo estadounidense estrenado el 7 de diciembre de 1907, tiene su valor entre los antropólogos del cine, de los que me considero aficionado, siendo este uno de los primeros peplums de la historia, buscando ofrecer algo más al espectador con espectáculos épicos en pantalla, pero que en realidad en lo referente a valores de calidad o evolución de cine resulta muy plano, pues la realización se atiene a planos lejanos estáticos que te hacen perder el foco de los importante, donde incluso el momento clímax de la carrera de cuadrigas (solo hay cuatro) resulta entrañable por lo patético de la cámara fija en un plano por donde de vez en cuando pasan cuadrigas sin saber el que observa que es lo que pasa, toda la acción en esta escena está fuera de cámara, y donde hasta la tiene la torpeza de poner a los rivales con el mismo color de caballos (negros), ello mientras un grupo escaso (una docena puede) de romanos en las gradas elevan sus puños para algo de vidilla a la pobre escena.. Tristemente no hay innovación alguna aquí, las expectativas creadas con el gran show que es la historia, como demostraron Raoul Walsh en 1925 y William Wyler en 1959, quedan aquí reducidas a la anécdota de ser la primera adaptación, pero tan primitiva que parece hecha antes de los hermanos Lumiere inventaran el medio. En 1907 ya existía en el cine la edición, había en el cine movimientos de cámara, y los primeros planos ya se manejaban en producciones fílmicas, ejemplo es el cine coetáneo de Edwin S. Porter con su “The Trainer's Daughter”, donde en ese mismo 1907 se filma una carrera de caballo scon cortes transversales, cámara móvil, y cortes para imprimir ritmo. Pero los directores aquí lo desconocen o no saben adaptarlos, pareciendo una rudimentaria filmación de teatro, serie de tableaux vivants cuasi inertes

Su producción sirvió como caso histórico de infracción de derechos de autor por parte de uno de los primeros estudios cinematográficos estadounidenses. En 1908, Kalem fue demandado con éxito por representar partes del libro de Wallace en la pantalla sin obtener el permiso de los herederos del autor. Esto no era algo raro para su época y los estudios estaban constantemente haciendo películas basadas en novelas sin el permiso de sus titulares de derechos de autor. El fallo del 13 de noviembre de 1911 sentó el precedente de que todas las compañías productoras de películas primero deben asegurar los derechos cinematográficos de cualquier obra publicada anteriormente que aún esté protegida por derechos de autor antes de encargar un guión basado en esa obra. En última instancia, se requirió que Kalem pagara a los demandantes $ 25,000 ($ 730,000 hoy), así como todos los costos judiciales relacionados con el caso.

En 1899, los empresarios Marc Klaw y A.L. Erlanger pagaron a Wallace un millón de dólares en concepto de derechos de autor para adaptar la novela al teatro. Con un alto coste de producción estrenaron en Broadway un espectáculo sin precedentes. En él se sentaron las bases de las escenas de la batalla naval y la carrera de cuadrigas que luego pasaron al cine. El papel de Judá Ben-Hur fue interpretado sucesivamente por Edward J. Morgan y William Farnum, y el de Mesala por William S. Hart. La carrera se realizaba con carros tirados por caballos sobre una plataforma giratoria, con un ciclorama del circo romano como fondo y al son de la «Cabalgata de las valquirias». El éxito hizo que de las dos cuadrigas iniciales se fuera aumentando hasta ocho. En la batalla naval se emplearon telas brillantes para simular el agua. La obra fue representada en los Estados Unidos durante dieciséis años, y dio el salto a diversas capitales europeas.

El éxito de la obra teatral de Klaw y Erlanger incitó a la productora cinematográfica Kalem Company a realizar su segunda película adaptando la novela de Wallace. El director fue el canadiense Sidney Olcott, quien rodó una película de un solo rollo que era una especie de resumen de la historia mediante una sucesión de escenas en las que la cámara se mantenía estática y grababa a los actores. La carrera de cuadrigas era la secuencia más importante, y se basó en el rodaje clandestino del espectáculo que se venía representando en Manhattan Beach por una batería de bomberos de Brooklyn. Kalem Company no se molestó en comprar los derechos para adaptar la novela de Lew Wallace, quien había fallecido dos años antes. En aquella época no existían precedentes acerca de la materia respecto de las adaptaciones cinematográficas. Sin embargo, los herederos de Wallace demandaron a la compañía y obtuvieron una sentencia que les reconoció el derecho a percibir 25.000 dólares y estableció jurisprudencia: «Los derechos de propiedad intelectual deben obtenerse por las empresas antes de que de las propiedades se haga una película.»

Con un libro que consta de 558 y otras versiones cinematográficas que duran más de dos horas, los creadores de esta película pensaron que podrían poner toda la historia de Ben-Hur en un corto mudo de 15 minutos (el que yo he visto es de 10 minutos). Derivando el resultado final en algo caótico, con elipsis indescifrables, que a pesar de que cada escena es introducida por un intertítulo que intenta ponernos en situación, solo puedes seguir la trama si tienes un conocimiento previo de la historia, y con ello rellenas los infinitos huecos que dejan los saltos de tiempo, donde por la lejanía de los protagonistas sus actuaciones son inertes para el espectador.
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