Caravana al Oeste (1958)

Entretenido western, un tanto menor pero agradable, que no resalta mucho sobre la mayoría de las pelis de su género y época, pero que tiene en su falta de ambición su mayor garantía.
Y es que, a partir de una idea original de uno de los intérpretes, el siempre seguro Leo Gordon, que no duda en reservarse un papel de soldado ladrón y asesino, el desarrollo sigue pautas convencionales, pero sin bajar el ritmo y el interés.
Lo mejor es su fotografía en blanco y negro, a toda pantalla en Cinemascope (a cargo de William H. Clothier, y las actrices del film.
El resto, la verdad, no es muy allá, pero como la duración del metraje es corta, menos aún de ochenta minutos, no cansa nada y se sigue sin dificultad, siendo amena en todo momento.
Está bien y gusta mientras se ve, aunque evidentemente tiende al olvido rápido.

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Nevada 1865, poco después de la conclusión de la guerra de Secesión.
Un antiguo capitán confederado, Ben Lassiter (Mature), llega con su hija a una posta de diligencias donde descansa la escolta de una caravana yanqui que también marcha al Oeste. Allí viaja la típica joven que va a encontrarse en el fuerte con su prometido, Beth Drury (Stewart), con su hermana Martha (Domergue).
Es sin duda la mejor escena. La disciplina militar está bajo mínimos y Ben debe aguantar las impertinencias de los que hasta hace poco eran sus enemigos. Una simpática mesonera ayuda a rebajar las tensiones.
Ahí prácticamente se acaba la caravana y el interés porque no tardan los indios en aparecer cercándolos en las montañas.
Guion y realización rutinarios. Ataques de unos y otros, tiros y algunos puñetazos. Personajes poco desarrollados, pero interpretaciones bastante correctas. Varios actores fordianos en el reparto.
Ritmo lento y premioso, aburrido a ratos.
Pero también hay que reconocer el encanto de su fotografía, algunos paisajes, el sentido del honor de unos soldados y la traición de otros, así como cierto trueque en la parte sentimental. Los indios en plan casi decorativo.
Cinta entretenida con el encanto de los viejos westerns que permite pasar un buen rato con su contemplación.